Es probable que dentro de tu grupo cercano haya alguien que se caracterice por recurrir a las mentiras para justificarse de ciertas situaciones.

De hecho, quizás hasta tú te hayas visto en la tentación de usar una mentira “blanca” para explicar algún detalle. ¿Qué le responderías a tu pareja si te pregunta cómo lo (la) encuentras de su peso, cuando sabes que si le dices que está un poco “rellenito” (“rellenita”) podría sentirse mal?

Según algunos expertos, una persona puede llegar a decir, en promedio, unas 200 mentiras. “En concreto mentimos hasta en 3 ocasiones en los 10 primeros minutos de interacción con desconocidos”, sostuvo Pamela Meyer, experta en detección de mentiras y MBA en Harvard, al periódico español El País.

Relación de tres aspectos

Amy Cuddy, profesora de la escuela de negocios de la Universidad de Harvard, sostiene en su libro “Presence” (“Presencia”, en español) que para detectar a una persona que tiende a mentir, se debe prestar atención a la falta de armonía entre los diferentes canales de comunicación del determinado sujeto, como por ejemplo sus expresiones faciales, su postura corporal y el discurso que utiliza.

“Mentir es un trabajo difícil”, asegura Cuddy. “Estamos contando una historia mientras ocultamos otra, y como si eso no fuese lo suficientemente complicado, la mayoría de nosotros siente experimenta una culpa psicológica por hacer esto”, agrega la especialista.

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En otras palabras, cuando una persona miente, se le hace difícil controlar al mismo tiempo sus expresiones, postura y discurso. Es por esto que Cuddy sostiene que para detectar cuando alguien miente, se debe fijar la atención en las diferencias entre lo que la persona está diciendo y “cómo” lo dice.

La discordancia entre las emociones y el tono de voz empleado puede ser un detalle revelador en este ámbito.

La especialista advierte eso sí que las personas tienden a fallar al momento de identificar a un mentiroso, debido a que se fijan sólo en el contenido de lo que la persona dice, en su discurso, pero no en su gestualidad, ni mucho menos en la relación entre ambos aspectos.

En su libro, la autora cita un estudio realizado por la psicóloga de Harvard Nancy Etcoff, quién asegura que las personas con trastornos en el procesamiento del lenguaje pueden ser más hábiles al momento de identificar a un mentiroso, ya que no se distraen por las palabras sino que prestan su atención al lenguaje visual.