Winnie the pooh, uno de los osos más queridos y recordados, tuvo siete novelas, cinco libros de no ficción y 34 obras de teatro. Fue una de las caricaturas más éxitosas, pero su creador Alan Alexander Milne, no resultó tan contento con la fama de una de sus principales creaciones. ¿Por qué?

Según el sitio británico BBC Mundo, Milne, escribió prestigiosos artículos para la revista literaria Granta, en la cual llegó a ser editor. Además, fue subeditor de la revista de sátira Punch, en la cual según BBC, “sintió que tocaba el cielo con la punta de los dedos”.

Sin embargo, Milne sintió que su importante carrera se veía empañada por el éxito de un oso y por sus colecciones de poesía When We Were Very Young y Now That We Are Six (“Cuando éramos muy jóvenes” y “Ahora que somos seis”) cuando en realidad pretendía destacar por otro tipo de publicaciones. Incluso, el escritor consideró que Pooh había perjudicado la acogida de sus libros que escribió posteriormente destinado para un público más adulto.

BBC

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“Ese viejo osito tonto” dijo Milne antes de morir según contó E. H. Shepard, caricaturista político de Punch, agregando que el escritor estaba profundamente arrepentido de su participación en los libros, ya que más adelante intentó volver a escribir para la revista de sátira, pero ni siquiera sus lectores antiguos lo aceptaron de nuevo.

En esta historia, no sólo Milne se sintió perjudicado, su hijo Christopher Robin, también, ya que fue incluso más conocido que su padre.

Christopher fue quien debió recibir las cartas de los pequeños fans que le escribían, participó de grabaciones hechas para los libros, y actuó frente a 350 invitados en una fiesta recitando partes de los libros, pero todo esto se tradujo en burlas de los demás niños.

Según BBC, tras salir de la universidad, el hijo de Milne desarrolló un fuerte resentimiento con los libros, su padre, y con Pooh, su homónimo ficticio.

“Casi me parecía que mi padre había llegado donde estaba al montarse sobre mis hombros infantiles, que había hurtado mi buen nombre y me había dejado solamente con la fama vacía de ser su hijo”. dijo Christopher Robin en su autobiografía de 1974 The Enchanted Places.