Familiares de desaparecidos por el conflicto armado de más de medio siglo en Colombia recibieron con “esperanza” el esperado acuerdo del gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla FARC de buscar a miles de personas en paradero desconocido.

“Es la noticia que llevábamos años esperando”, dijo “llena de esperanza” a la AFP Janeth Bautista, quien luchó durante 16 años para recuperar el cuerpo de su hermana Nydia Erika y sigue sin saber dónde está su novio, a quien vio por última vez en 1987.

“Me la entregaron en una bolsa de basura, como si no tuviera dignidad”, recordó conmovida y confiada en que pronto quienes están en su misma situación puedan saber la verdad y cerrar finalmente su duelo.

El gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas de Colombia (FARC, comunistas), en negociaciones de paz desde noviembre de 2012 en La Habana, anunciaron el sábado en la noche un pacto para “la búsqueda, ubicación, identificación y entrega digna de restos” de desaparecidos en la conflagración interna, así como la creación de una unidad especializada.

El conflicto armado colombiano, en el que han participado guerrillas, paramilitares y agentes del Estado, ha dejado entre 20.000 y 100.000 personas en paradero desconocido, según estimaciones de entidades del gobierno, activistas de derechos humanos y organismos internacionales.

Entre ellos hay víctimas de secuestro, desaparición forzada, masacres, soldados y guerrilleros muertos en combate, según destacó este domingo el jefe de la delegación de paz del gobierno, Humberto de la Calle, quien llamó a las víctimas “la estrella polar” del proceso de paz.

Como Bautista, quien viajó con una comitiva de víctimas a La Habana para dar su testimonio ante la mesa, Teresita Gaviria, fundadora de Madres de la Candelaria, un grupo que recorre el país “municipio por municipio” rastreando información sobre desapariciones, festejó el compromiso alcanzado.

“Es lo mejor que nos podría haber pasado”, dijo Gaviria, que busca desde 1998 a su hijo Cristian Camilo Quiroz, secuestrado a los 15 años, además de cargar con el dolor del asesinato de su padre y la desaparición de sus hermanos.

En 16 años, las Madres de la Candelaria han identificado a 110 personas.

“Es hora de que rompan el pacto de silencio”, insistió Bautista, quien desearía en último término que se busquen también desaparecidos vivos. “Nos han acostumbrado a buscarlos muertos”, zanjó.

Paso simbólico

El acuerdo sobre desaparecidos es sólo uno de los aspectos del espinoso punto sobre víctimas que discuten las partes, pero su alcance es muy simbólico para la sociedad colombiana, que arrastra las heridas de décadas de incertidumbre.

“Para la opinión pública es un avance muy grande porque las asociaciones de víctimas y los familiares tomaron la desaparición y el secuestro como bandera”, dijo Ariel Ávila, de la Fundación Paz y Reconciliación, aunque consideró que en la agenda de negociaciones “el peso de este acuerdo no es tan importante”.

Para el analista del International Crisis Group (ICG) Christian Voelkel, el acuerdo muestra que el proceso de paz sigue en pie “tras estas semanas en las que surgieron dudas” por tensiones entre las partes sobre la aplicación del histórico acuerdo de justicia por los crímenes cometidos durante el conflicto, firmado el pasado 23 de septiembre.

“No se pueden separar las desapariciones de la búsqueda de verdad y justicia”, apuntó.

Voelkel se mostró confiado en la pronta puesta en marcha de la Comisión de Búsqueda de Personas Desaparecidas, una entidad prevista por el acuerdo anunciado la víspera, que reunirá información y entregará los restos a los familiares con ayuda del Comité Internacional de la Cruz Roja (CRIR).

El CRIR, el actor más pesimista con los datos sobre desapariciones (las cifra en más de 100.000) participará en el apoyo a los familiares, exhumación de restos y asesoría institucional.

“Las consecuencias humanitarias son incontables”, declaró en un comunicado Christoph Harnisch, jefe de la delegación del CRIR en Colombia.

El gobierno colombiano y las FARC buscan acabar con una conflagración interna que ha dejado oficialmente unos 220.000 muertos y unos seis millones de desplazados.