“El fuego arde en la hoguera”, curiosa frase con la que culmina la experiencia de haber vivido un día con el grupo Rahma, el mismo que fue disuelto en la década del 90 por su propio fundador, el ufólogo peruano Sixto Paz Wells, a quien se le ha acusado de ser desde charlatán hasta embaucador. Sixto Paz estuvo en Chile y participó de varios programas de Radio y Televisión, además de dictar varias conferencias, todas relacionadas con el llamado crecimiento espiritual a través de los mensajes que ‘seres extraterrenales’ le han entregando desde hace 41 años.

Sixto Paz reconoce que decidieron disolver el grupo Rahma de forma oficial, por la guerra de egos que se comenzaron a vislumbrar y para evitar, según sus propias palabras, que se “escapara de las manos”.

Sin embargo, los contenidos esenciales de la agrupación siguen manteniendo vivo el movimiento en todo el mundo y por eso, dice, continúa dictando charlas, conferencias y talleres, como al que fui invitado, en el seno de la cordillera del valle de Putaendo, en el cajón de los “Baños del Parrón”, un lugar alejado de la urbe, al que se accede por Putaendo.

Francisco Ovalle

Francisco Ovalle

Hay que recorrer un largo y sinuoso camino en vehículo, internándose en la montaña. Casi al llegar hay un portón blanco donde una anciana cobra mil pesos por el ingreso de cada vehículo. De ahí se avanza entre espinos, algarrobos y quillayes, hasta los pies de la montaña.

Nos recibe otro portón: “Cierre al pasar”, y luego una especie de santuario con grandes letras que señalan que se trata de un lugar dedicado a la espiritualidad “carmeliana”. Unos cuantos metros más y bajo un enorme sauce encuentro a un grupo de personas, vestidos de forma muy casual, nada de túnicas blancas ni ponchos chamamisticos, todo normal, como si se tratara de un paseo familiar o de vecinos.

Le gente se sienta en un gran círculo, algunos en el suelo, otros en sillas plásticas. En un extremo hay un hombre con un jokey de una entidad turística, parka azul y pantalones beige. Él le habla al grupo con un acento extranjero, es Sixto Paz Wells, hijo de un oficial de la fuerza aérea del Perú, quien a los 18 años, después de haber participado de algunas conferencias y quizás influenciado por los relatos de su padre que asesoraba en materia de OVNIS al gobierno peruano, asegura haber sido contactado por seres extraterrestres provenientes de Ganimides, una de las lunas de Júpiter.

Ese primer contacto, asegura Sixto Paz, fue a través de lo que se conoce como Psicografía, mensajes que son entregados a la persona, la que siente el impulso de escribirlo. Eso ocurrió hace 41 años y de ahí no han parado, según dice. Hay momentos de sequía en la comunicación, pero cada cierto tiempo casi de forma constante sigue recibiendo mensajes y contactos, según dice.

Es el mismo que asegura que hace unos años en Quintero, en una jornada de contactos, viajó por un “Sendra” y conoció a ‘Jesús’ en una nave ‘extraterrestre’. Al mismo que se le prohibió el ingreso a Estados Unidos por varios años, acusándolo de engañar a la gente.

Francisco Ovalle

Francisco Ovalle

Aves cordilleranas cantan todo el día y la noche. No hay ruidos de bocinas, autos, gente, gritos, ni nada. Sólo la brisa rompe de vez en cuando el silencio montañoso. Un lugar de verdad idílico y especial para estos talleres de meditación, como los denominan.

Me reciben un poco extrañados, hasta que mi anfitriona, una familiar que participa hace años en esta agrupación y que había coordinado la entrevista con Sixto, me presenta. Para todos era obvio que yo pertenecía a la prensa porque al ingresar en vehículo pasé -sin mala intención- por el medio del circulo de meditación, en un discreto Nissan rojo con tremendas letras blancas que tienen la inscripción: “Bio Bio La Radio”.

Luego de estacionar el vehículo en un lugar que me tenían reservado, me acerqué al grupo para escuchar, y ahí mi anfitriona insistió en que me presentara: “Hola, vengo de Radio Bio Bio de Valparaíso. Les agradezco la oportunidad de que me permitan compartir con ustedes (…) Debo reconocer que desde siempre he sentido curiosidad de estas cosas, he sentido, como muchas personas, intriga por ciertos sucesos que podríamos llamar paranormales que hemos vivido. El problema es que -y me dirijo respetuosamente al hombre que estaba hablando- a usted no le creo Sixto. Y por eso le agradezco también haber accedido a la entrevista, de alguien escéptico como yo”.

Francisco Ovalle

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En ese momento sentí que las miradas y las sonrisas de bienvenida desaparecían. Nadie dijo nada abiertamente, excepto alguien que susurró un breve “que bueno”, o eso al menos creí escuchar. Si hasta los pájaros cordilleranos parece que hubieran quedado mudos.

Sixto con una sonrisa en su rostro, la que claramente podría haber desaparecido ante tal declaración, me miró, y amablemente me dijo, “no hay problema, solo te preguntaré algo: cuando tu le has contado a alguien esas experiencias “paranormales” que dices haber tenido y esa persona, un amigo, te dice que no te cree, ¿qué piensas tu? En realidad me da lo mismo le respondí.

“Lo mismo te digo yo, mis experiencias son reales para mi, y a través de estos 41 años el tiempo y la misma ciencia han demostrado que todos los mensajes que nos entregaron estos seres son reales, si yo me preocupara de quienes no me creen, no podría haber estado durante todos estos años entregando ese mensaje”, señaló.

[Escucha aquí la entrevista a Sixto Paz Wells]

Debo reconocer y aclarar que soy escéptico de forma, no de fondo. Es decir, creo personalmente que sería de una soberbia absoluta de la humanidad pensar que entre los miles y miles de millones de estrellas, seamos nosotros, un minúsculo punto en el universo el que contenga vida inteligente, por eso creo en el fondo del asunto, en lo que no creo, es en la forma en que algunas personas que aseguran haber sido contactados, llevan esto. No creo en el “gregarismo” ni de la religión, ni de las sectas, ni de cualquier tipo, a eso me refiero con no creer en la forma.

Saqué la cámara digital, el micrófono y el teléfono para registrar parte de la meditación que se estaba iniciando. No lo quiero atribuir a nada sobrenatural, pero después de haberme asegurado que tenia carga de batería suficiente, extrañamente los equipos estaban muertos, literalmente sin poder funcionar. Solo logré cargar unos minutos el celular, lo que me permitió captar algunas fotografías y unos breves audios.

La meditación se inició con algunas inhalaciones, ojos cerrados y Sixto Paz guiando con un relato casi de memoria, el mismo que había visto cientos de veces en los videos de youtube. “Inhalamos lento,… retenemos… y mientras vamos exhalando por la nariz visualizamos un camino,… hay una mujer joven,… que nos entrega un presente,… recuerden que les dio… Luego una mujer anciana… (idem)… llegamos a un lugar… y depositamos esos regalos…”

Luego “mantralizamos”, una serie de sonidos, el clásico “Oohmm” para abrir y limpiar los “chacras”.

No sé cuánto tiempo habrá pasado. Yo me dormí cuando en la visualización recibí el primer regalo de la mujer joven; del resto no me acuerdo. Desperté una hora después sentado en el mismo tronco cuando la meditación ya había terminado y el guía, Sixto Paz, decía que nos encontraríamos más tarde para un nuevo taller.

La meditación de la tarde fue similar. En ese periodo aproveché de cargar un poco mas el teléfono y conversar con algunas de las personas que estaban allí. Adultos mayores, jóvenes, profesionales, obreros, todos unidos por un denominador común: buscar respuestas.

Una mujer adulta me decía que participaba de varios grupos de autoayuda, y que a este retiro venía a conocer gente, a hacer amigos; otro joven me decía que desde pequeño junto a su hermana tenían el mismo sueño y que además tenía la capacidad de elegir qué querer soñar; otro hombre con su pareja me invitaron amablemente una agüita de hierbas, quizás de los pocos que quisieron hablar conmigo después de mi “desatinada” pero sincera presentación.

De esas conversaciones rescato que seguramente el 90% de las personas en el mundo busca respuestas profundas y filosóficas de la existencia, del “quién soy”, “hacia dónde vamos”, busca su paz interior; pero sólo unos pocos se atreven a reconocerlo, la gran mayoría no lo hace por temor al ridículo, por temor y vergüenza a que los tilden de fanáticos o integrantes de una secta; pero en el fondo, muchos quieren saber que hay mas allá.

Esa meditación de la tarde no fue distinta a las otras. El guía nos convoca después a las 18:00 horas para luego salir a una experiencia nocturna; avanzamos sólo unos cuantos metros más arriba del lugar principal a una explanada. Allí Sixto inicia nuevamente un proceso de meditación. El “Oohmm” se repite por varios minutos, varios. Se pierde la noción del tiempo con las armonías vocales que se forman con las distintas tonalidades, por segundos da la sensación de estar en un coro que rompe el silencio de la oscura noche en la montaña. Una oscuridad que en el valle se interrumpe con las luces de la ciudad; y en el cielo con las estrellas tiritando. No había luna.

Francisco Ovalle

Francisco Ovalle

El frío de la cordillera calaba los huesos, pero todos estoicos, seguían las palabras de Sixto. “Vamos a regresar a nuestra juventud… a nuestra niñez… al vientre materno… antes de nuestro nacimiento… ahora entramos a una catedral antigua… hay ancianos… recuerden cuantos, si son hombres o mujeres… caminamos por la catedral… hay un libro… recuerden el color… abran el libro, recuerden el capitulo y recuerden el titulo del capitulo…”

De nuevo yo, escéptico, de curiosidad comencé a tratar de meditar. Y sí, quizás sugestionado, en mi mente apareció la famosa Catedral, dos figuras, ni hombres ni mujeres, solo dos figuras uno de túnica oscura, otro de túnica blanca; mi libro tenía una tapa de color rojo escarlata, el capítulo era el 10 en numero romano, el título de ese capítulo “El Fuego Arde en la Hoguera”.

Francisco Ovalle

Francisco Ovalle

Acostado en la húmeda ladera de la montaña con el frío penetrando hasta el último de mis huesos, me esforcé por ver al menos una luz diferente a las estrellas. Si de ovnis o extraterrestres se trata, nada; seguramente muchos de los integrantes del grupo deben pensar que mi incredulidad, mi impertinencia, mi poca “fe”, hicieron que los seres no se manifestaran, o como me lo dijeron algunos con el “incidente” de no poder cargar la cámara: “no quieren que los grabes”. Yo de verdad me esforcé, pero no vi algo fuera de lo común, solo unos cuantos aviones y un puntito que cruzaba rápido el negro firmamento de la bóveda celestial. Debe ser un satélite me quise convencer.

La noche, la pasé en una carpa de campaña individual, poco dormí por el frío. Al día siguiente la última meditación para mi (porque el grupo siguió una jornada mas). Me despedí de Sixto, con la misma amabilidad que tuvo a pesar de mis preguntas. En el intertanto, conocí a Ximena y a su esposo, una amable y joven pareja, al despedirme, solo me dieron las gracias. Ojalá su dolor haya de verdad pasado. Salí del cajón cordillerano, con mas preguntas que respuestas, con mas temores y cuestionamientos que antes, debo reconocerlo; pero con una paz interior impagable, esa paz que solo la montaña te puede dar.

Francisco Ovalle | Radio Bío Bío de Valparaíso