La sospecha habita definitivamente este gobierno. Michelle Bachelet nombró al general Bruno Villalobos Krumm como director de Carabineros y Twitter se encendió.

A pocas horas de este evento mediático, ya se habían realizado más de 800 menciones y lo particular es que casi el 50% de ellas eran comentarios originales, mientras la otra mitad eran retuits. Por dar un ejemplo, sobre el tema #aborto3causales hubo alrededor de 1.800 tuits de los cuales 1.300 eran retuis. Esto indica que las personas estaban opinando más sobre este polémico nombramiento.

Las menciones sobre Villalobos fueron en gran parte neutras o negativas; casi no hubo tuits positivos del caso (detectamos apenas un par). Twitter estaba ocupado criticando la relación del general Villalobos con el Caso Bombas y las escuchas telefónicas que aún están en la memoria de los seguidores de las noticias. El tema despierta intranquilidad y rabia.

Las menciones negativas son muy agresivas y apuntan directamente a la Mandataria por haber designado a un uniformado implicado en asuntos oscuros. Los tuiteros no olvidaron el caso de las escuchas telefónicas ilegales a parlamentarios que remeció al Congreso en 2011 o el aparente montaje del mentado y conocido Caso Bombas que terminó con la absolución de todos los implicados.

La incredulidad estalla en las redes sociales y se impugna al gobierno por el nombramiento. Llama mucho la atención que nadie sale a defender esta medida.

Carabineros es una entidad que precisa despertar confianza, una de las emociones más requeridas por la población. Estamos ante una sensación de inseguridad e impunidad, derivada del aumento de asaltos cada vez más espectaculares, y el gobierno hace esta jugada sobre la cual saltan como fieras los tuiteros.

Como un regalo para la sospecha, la agresión, la denostación, la crítica implacable. ¿Un desatino?

Un nombramiento cuestionable que nadie sale a defender en esta semana de tuits que van y vienen.

La Presidenta parece más sola que nunca. Implacable en su silencio, parece hacer oídos sordos a la respuesta de las personas que se refleja en las redes sociales.

Un gobierno que se ha jactado de escuchar a la calle -ese ruido primario de la masa, esa multitud vocinglera que parece haber marcado el rumbo revolucionario, no reformista, de este gobierno-, esta vez, una vez más, se queda mudo.

Da miedo ver los mensajes de tanto opositor. Vivimos tiempos de furia, de sospecha, de la ya insoportable desconfianza. Alguien que escuche, alguien que mida, alguien que reflexione.

A veces Twitter enloquece, como en el caso de las bencineras. Otras veces marca pautas. Y esta parece ser de esas ocasiones. Han colocado una bomba en Palacio.

Marco Antonio de la Parra
Director de Estudios Blacksheep