El jefe del principal grupo armado islamista antichiita de Pakistán, acusado de numerosos atentados mortales en el país en los últimos años, murió en un tiroteo con la policía junto a sus principales lugartenientes.

Malik Ishaq, de unos 55 años, era el influyente líder de Lashkar-e-Jhangvi (LeJ), grupo cercano a Al Qaida, que atacaba a la minoría chiita de Pakistán (20% de la población) por considerarla traidora del islam.

Ishaq estaba incluido en la lista de las personalidades consideradas como terroristas por el gobierno de Estados Unidos.

La muerte de Malik Ishaq junto a 13 miembros de su grupo, entre ellos dos de sus hijos, fue anunciada el miércoles por la mañana por la policía y las autoridades de la provincia de Punjab (este), cuna de LeJ.

Ishaq, que había sido detenido el sábado por la policía, murió en las afueras de la ciudad de Muzaffargarh, cuando sus partidarios intentaban liberarlo durante un traslado en el marco de una investigación sobre su grupo, según las autoridades locales.

“Los miembros de su grupo abrieron fuego y la policía replicó. Malik Ishaq, sus dos hijos y otros 11 de sus seguidores murieron”, mientras que “seis policías resultaron heridos”, explicó a la AFP un responsable policial que intervino en la operación, que pidió el anonimato.

La policía había detenido al líder del LeJ y a sus dos hijos el sábado, precisó la fuente.

El jefe médico del hospital público del distrito de Muzaffargarh confirmó a la AFP haber recibido 14 cadáveres tras este incidente.

Además de Ishaq, una gran parte del comando superior de LeJ murió en el enfrentamiento que se produjo hacia las 03H00 locales (19h00 de Chile), indicaron varias fuentes policiales.

Ishaq y sus dos hijos habían sido detenidos acusados de “dirigir una importante banda de asesinos a sueldo” que mató a “decenas de personas en la provincia”.

“Esa banda estaba también vinculada a Al Qaida y al Movimiento de los Talibanes de Pakistán (TTP), el principal grupo rebelde islamista del país, dijo a la AFP un responsable policial.

En diciembre pasado, tras la matanza de más de 130 adolescentes en una escuela atacada por un comando talibán en Peshawar (noroeste), el gobierno paquistaní, acusado a menudo de tolerancia con los grupos extremistas sunitas, anunció que iba a ser implacable con los grupos armados islamistas.

Desde entonces, las autoridades anuncian regularmente la muerte de rebeldes, criminales u otros en tiroteos provocados por estos últimos, pero los defensores de los derechos humanos denuncian el montaje de estos enfrentamientos para disimular ejecuciones extrajudiciales.

El miércoles, los responsables paquistaníes daban versiones del tiroteo diferentes.

Según una fuente el tiroteo se produjo cuando Ishaq y los otros prisioneros eran trasladados por la policía para identificar a integrantes de LeJ.

En cambio, otra fuente dijo que el tiroteo tuvo lugar cuando el convoy policial volvía de una operación de captura de armas.

En el informe de la policía, citado por la segunda fuente, Malik Ishaq y sus allegados murieron bajo las balas de los atacantes, de los cuales cinco murieron y los otros huyeron.

Hasta el mediodía, el grupo LeJ no había reaccionado al anuncio de la muerte Ishaq, un hombre carismático ante sus hombres, a los cuales cautivaba con una fanática retórica antichiita,

LeJ ha reivindicado varios de los atentados más sangrientos de la historia reciente de Pakistán, entre ellos dos que causaron en total la muerte de 200 chiitas hazaras en Quetta, capital de Baluchistán, en 2013.

Según varias fuentes, LeJ envió en los últimos años decenas de combatientes a Irak y Siria para integrarse a las filas del grupo Estado Islámico (IS).