La Ética está de «Moda»

Mario Torres Jofré (c)
Mario Torres Jofré (c)
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Desde hace algunos pocos meses y con más intensidad en las últimas semanas, los acontecimientos en nuestro país han vuelto a poner de moda la ética. Es una moda, por tanto cíclica, pues al finalizar el siglo XX e iniciar el siglo XXI se hablaba de crisis de valores y la necesidad –para un mundo globalizado– de una ética universal, incluso algunos la llamaron la ética de los mínimos.

Texto de Mario Torres Jofré*

Nuevamente vemos como en el discurso público se enarbola la bandera de la ética. El caso PENTA (Políticos y Empresarios Nunca Tan Amados), que viene a poner de manifiesto una conducta moral –que relaciona al poder político y al poder económico–, «universalmente aceptada» por todos los sectores, obliga a la agenda pública a incorporar en el lenguaje una palabra muy poco usada: corrupción. Esta corrupción, cualmovimiento «sísmico» de alta magnitud, permite que la sociedad vuelva a preguntarse sobre las responsabilidades en estas conductas y busque cómo hacer frente a ella, con el propósito de evitar el daño que origina en todas las esferas de la vida social y, así, pueda existir un «nunca más».«La afirmación de que, en un sistema democrático, ciertas dosis de corrupción son necesarias para sostener el esquema de partidos políticos –que lleva a la aceptación de prácticas irregulares de financiación– es inaceptable, porque la credibilidad de una formación política debe radicar no sólo en la coherencia y el carácter democrático de sus ideas, sino también en la transparencia de sus recursos, reflejo de la honradez de sus dirigentes.» (Garzón, 2010).

Una gran parte de la población ha olvidado prácticas de la misma índole y la fuerza del «movimiento telúrico moral» actual, ha contribuido a ello. Han transcurrido algo más de seis años desde que la Fiscalía Nacional Económica (FNE)demandara por colusión de precios a las más grandes cadenas de farmacias del país. A todos sorprendió que en el año 2013, a los altos ejecutivos de esas empresas se les ofreciera un acuerdo compensatorio que implicaba asistir a clases de ética y,el pago de una multa en donaciones a instituciones de salud y organizaciones no gubernamentales por un monto de $ 255 millones. El acuerdo no prosperó. Sin embargo, la pregunta que queda en el aire –entre otras–, es: ¿por qué era necesario que esos altos ejecutivos asistieran a un curso de ética?

Posteriormente vimos, ya sin estupor, el año recién pasado (2014), como también el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (TDLC), llega a la conclusión que hubo colusión entre los grandes productores de pollos. A fines del mes de enero de 2015, la FNE acusa a seis empresas navieras de colusión. Esta última acusación ante el TDLC no ha tenido mucha difusión, pues el llamado caso PENTA ha acaparado casi la totalidad de las portadas de los medios de comunicación y ahora se une con la «arista» de la empresa de minerales no metálicos SOQUIMICH, también conocida por la siglaSQM, que podría significar:«Sociedad» Quebrada Moralmente, me refiero a la sociedad en cuanto «agrupación natural o pactada de personas, que constituyen unidad distinta de cada uno de sus individuos, con el fin de cumplir, mediante la mutua cooperación, todos o alguno de los fines de la vida» (segunda acepción del Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española), no a la sociedad jurídica.

Como si lo anterior no fuese suficiente, este comienzo de año sorprende a nuestra sociedad con uno de los tantos procesos de especulación inmobiliaria, que se vienen gestando en el país por varias décadas. Nadie podría rasgar vestiduras e indicar que la especulación inmobiliaria no es una actividad común en Chile. La diferencia –hoy día– con los procesos anteriores, es que detrás de esta acción se encuentrauna empresa, que en parte es propiedad de la nuera de la Presidenta de la República y, por tanto, los vínculos con el hijo de la mandataría son evidentes. Lo anterior, no es óbice para que se revisenotras acciones de este tipo, por ejemplo, aquellas que se llevaron a efecto previo a la aprobación de la modificación al Plan Regulador Metropolitano de Santiago, en el año 1997 y que incorporó a éste instrumento la Provincia de Chacabuco de esta Región, las que seguramente ya se encuentran prescritas.

A estas alturas, quizás deberíamos considera ese antiguo cuento, que pretende ser un chiste, y que dice: Aparte de la muerte del loro, no hay ninguna novedad… La Iglesia Católica también se ve sacudida por el «sismo moral». Sin necesidad de referir el caso Karadima, uno de sus Obispos, es llamado por el Vaticano a dejar elObispado Castrense y es nombrado titular de la Diócesis de Osorno, provocando en la historia de la Iglesia Católica de Chile una situación sin parangón: los fieles laicos cristianos y una parte del clero, se oponen a tal designación, haciendo públicas sus opiniones. Con todo, dijeron por ahí: No se oye Padre!!!, desconociendo uno de los seislugares teológicos que existen.

En estado de las cosas, en las últimas jornadas, parte de la elite del país, donde se encuentran empresarios, políticos, jueces, religiosos, académicos, abogados, etc. y, la gente común, en su discurso cotidiano señalan la necesidad de restablecer y/o elaborar códigos de ética para: empresarios, políticos, jueces, religiosos, académicos, abogados, etc., es decir, un conjunto no menos importante de códigos que permitan regular las conductas humanas en las diversas actividades que se desarrollan. Pareciera que la «varita mágica» para evitar las «incorrectas» conductas humanas estuviese en el Código de Ética respectivo.

Sin embargo, ¿qué entendemos por ética?El problema de la colusión de los ejecutivos de farmacias, o de los productores de pollos, o de las navieras; o de la colusión entre el poder económico y el poder político; o de la colusión entre los dueños de la tierra y los técnicos de las reparticiones públicas; o de la colusión entre grupos de poder al interior de la Iglesia;y,la colusión entre muchos otros grupos intermedios que existen en la sociedad, no se resuelve con la elaboración de Códigos de Ética. No se resuelve con códigos porque el problema no es de ética sino de la moral personal de cada uno de los involucrados.

La palabra moral (del latín mos: costumbre) refiere a la vida moral, a la vida del sujeto, o mejor dicho al comportamiento o conducta de la persona. Por su parte, la ética (del griego êthos: carácter), expresa una reflexión sobre la vida moral, es decir, se trata de un discurso sobre el comportamiento o conducta moral de las personas en sociedad. La moral es subjetiva, pues se trata de las costumbres del sujeto; la ética es objetiva, pues se trata del carácter de la actuación social. Quizás podríamos agregar, que en la época actual se ha intentado por todos los medios asentar que la persona, en lugar de cerebro está dotado de un disco duro similar al de un ordenador, y por tanto, ese ser racional, único e irrepetibletiene la libertad decompartimentalizar sus conductas y decisiones, de tal modo, que cuando le corresponde actuar como padre o madre de familia, abre uno de esos compartimentos, manteniendo cerrado el resto; al actuar como profesional, abre otro y cierra los demás; y así, se daría en cualquiera de los roles en los cuales actúa. Esta forma de mirar la conducta humana ha llevado a la persona a la alienación y, por tanto, no existeel otro (es decir, tú) o,los otros, exacerbando el individualismo, el egoísmo, el hedonismo, el exitismo, etc. Esta forma de pensar la vida lleva a la persona a dividirse internamente, no actuando como se piensa, sino pensando como se actúa. Se vive una cultura de la simulación; se simula aquello que no se posee y se disimula aquello que se posee, queriendo siempre parecer otro.

Así, la ética está de moda, porque los principios o valores que permiten la vida moral han perdido jerarquía. Las instituciones moralizadoras, como la familia, la escuela, la Iglesia (cualquiera sea su credo), el Estado, entre otras, han perdido su vigencia y su vigor.

En orden a lo anterior, quisiera detenerme en una de las instituciones moralizadoras, la Iglesia Católica. En Chile, a diferencia de una gran cantidad de países de América Latina y también de los otros continentes, la Iglesia Católica hasta no hace muchas décadas atrás tenía un prestigio y respeto a prueba de moros y cristianos, era sin lugar a dudas uno de los principales agentes moralizadores;sin embargo, en las últimas décadas esta característica se ha ido diluyendo poco a poco. Si bien la jerarquía de la Iglesia –mayoritariamente– siempre ha estado al lado del poder económico y del poder político, no dejaba de llamar la atención su cercanía con la mayoría de los fieles laicos y, en especial, de aquellos que más necesitaban. El tiempo de los curas obreros dio paso al tiempo de los curas ejecutivos, distantes de quienes les habían sido confiados y, la teología moral dejó de lado la estrecha relación entre la reflexión racional y los contenidos de la revelación y de la fe.

Podríamos indicar que después de las Sagradas Escrituras a la luz de la persona de Jesucristo, la Doctrina Social de la Iglesia es el compendio más importante de la moral cristiana, ésta tiene más de cien años de existencia y la cito, pues en un país donde la mayoría dice profesar el catolicismo, no debiera ser para nadie desconocida. Este año se celebran los 60 años de la Primera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, llevada a efecto en la ciudad de Río de Janeiro en el año 1955, cuatro años antes que el Papa Juan XXIII convocara al Concilio Vaticano II, con el fin de permitir dejar entrar el Espíritu Santo en el seno de la Iglesia. En el año 2012 se cumplieron 50 años del inicio del Concilio Vaticano II y este año –en el mes de septiembre– se celebran los 50 años de su clausura. Uno de los imperativos más importantes de la Buena Nueva de Jesucristo es la opción preferente por los pobres, éste ha iluminado parte importante de los documentos del Magisterio de la Iglesiaen América Latina, sin embargo, en Chile tal imperativo ético se ha desdibujado en las últimas décadas. Lo anterior se puede comprobar viendo las últimas actuaciones de la Iglesia Católica en tal sentido. ¿Qué ha dicho la jerarquía eclesiástica respecto de los actos de colusión que se vienen denunciando en los últimos años? ¿Acaso este tipo de actos humanos –de los más poderosos– no atentan contra los que menos tienen, los pobres? Al parecer la jerarquía de la Iglesia sólo tiene opinión cuando los temas dicen relación con la moral sexual y reproductiva, pues nada se ha escuchado respecto de la moral socioeconómica imperante hoy en día en nuestro país.

No puedo dejar pasar la actuación del Cardenal Ezzati –que en virtud de las atribuciones que posee– no haya renovado la misión canónica del sacerdote jesuita Jorge Costadoat (no es el primer miembro del clero regular que sufre de este tipo de acción ni será el último, también ha existido este tipo de actos contra miembros del clero secular). En este caso llama la atención que se prohíban las «enseñanzas» del sacerdote al interior de una Universidad (por muy Pontificia que ésta lo sea) y de una Facultad de Teología, cuya tarea no puede ser el «adoctrinamiento» sin más, sino la discusión –con la mayor altura de miras– sobre el acontecimiento de Jesucristo que vino al mundo para liberarnos.Además, se olvida que los votos de obediencia de los clérigos dicen relación sólo con los dogmas de fe, las demás son todas materias opinables. En Chile esta misma situación la vivió otro sacerdote jesuita, que luego sería declarado santo, san Alberto Hurtado.

La actuación del Obispo Barros Madrid y la del Cardenal EzzatiAndrello no pueden mirarse en una óptica distinta a las conductas de empresarios, políticos, funcionarios, etc., que he reseñado al inicio de estas líneas, son también un signo de los tiempos y de la perdida de vigencia y vigor de la Iglesia Católica como institución moral, pues parafraseando aAdam Smith cuando señaló: «Los sujetos económicos que actúan en el mercado operan siempre en su propio interés. El vulgarmente llamado estadista o político es un sujeto cuyas decisiones están condicionadas por intereses personales», podríamos decir: los sujetos que poseen el sacramento del orden que actúan en la Iglesia operan siempre en su propio interés –salvo honorables y honrosas excepciones que he conocido y conozco–, el obispo o el cardenal (que en términos sacramentales es un obispo) es un sujeto cuyas decisiones están condicionadas por intereses personales.

Por tanto, ¿hasta cuándo estará de moda la ética? La ética estará de moda hasta el próximo megasismo que mueva a la elite del país a pensar la necesidad de salvar a la Sociedad Quebrada Moralmente (SQM). Quizás será un nuevo Consejo Asesor contra la Corrupción, mientras–cual Oficina Nacional de Emergencia post terremoto de 2010– será el chivo expiatorio de todas aquellas conductas que no sean factibles de prever, pues el problema no es de la ética sino de la moral y los valores presentes en la sociedad y, por ende, en cada uno de nosotros. Para finalizar no debiéramos olvidar aquel poema en el cual Antonio Machado escribe: «¿Tú verdad? No, la verdad; y ven conmigo a buscarla.».

*Mario Torres Jofré
Arquitecto, Universidad de Chile (1982); Diploma en Estudios Avanzados en Urbanística y Ordenación del Territorio, Universidad Politécnica de Madrid. Ha congeniado más de 30 años de actividad académica y profesional, nacional e internacional. Autor de libros y artículos en diversas revistas especializadas, ha impartido cursos y conferencias en centros y universidades de Europa y América Latina, ha asesorado diversos gobiernos locales del país. Ejerce libremente la profesión en Internacionales Atelier Diseño Urbano, del cual es socio fundador. Miembro del Colegio de Arquitectos de Chile y de ICOMOS Chile.

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Desde hace algunos pocos meses y con más intensidad en las últimas semanas, los acontecimientos en nuestro país han vuelto a poner de moda la ética. Es una moda, por tanto cíclica, pues al finalizar el siglo XX e iniciar el siglo XXI se hablaba de crisis de valores y la necesidad –para un mundo globalizado– de una ética universal, incluso algunos la llamaron la ética de los mínimos.

Texto de Mario Torres Jofré*

Nuevamente vemos como en el discurso público se enarbola la bandera de la ética. El caso PENTA (Políticos y Empresarios Nunca Tan Amados), que viene a poner de manifiesto una conducta moral –que relaciona al poder político y al poder económico–, «universalmente aceptada» por todos los sectores, obliga a la agenda pública a incorporar en el lenguaje una palabra muy poco usada: corrupción. Esta corrupción, cualmovimiento «sísmico» de alta magnitud, permite que la sociedad vuelva a preguntarse sobre las responsabilidades en estas conductas y busque cómo hacer frente a ella, con el propósito de evitar el daño que origina en todas las esferas de la vida social y, así, pueda existir un «nunca más».«La afirmación de que, en un sistema democrático, ciertas dosis de corrupción son necesarias para sostener el esquema de partidos políticos –que lleva a la aceptación de prácticas irregulares de financiación– es inaceptable, porque la credibilidad de una formación política debe radicar no sólo en la coherencia y el carácter democrático de sus ideas, sino también en la transparencia de sus recursos, reflejo de la honradez de sus dirigentes.» (Garzón, 2010).

Una gran parte de la población ha olvidado prácticas de la misma índole y la fuerza del «movimiento telúrico moral» actual, ha contribuido a ello. Han transcurrido algo más de seis años desde que la Fiscalía Nacional Económica (FNE)demandara por colusión de precios a las más grandes cadenas de farmacias del país. A todos sorprendió que en el año 2013, a los altos ejecutivos de esas empresas se les ofreciera un acuerdo compensatorio que implicaba asistir a clases de ética y,el pago de una multa en donaciones a instituciones de salud y organizaciones no gubernamentales por un monto de $ 255 millones. El acuerdo no prosperó. Sin embargo, la pregunta que queda en el aire –entre otras–, es: ¿por qué era necesario que esos altos ejecutivos asistieran a un curso de ética?

Posteriormente vimos, ya sin estupor, el año recién pasado (2014), como también el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (TDLC), llega a la conclusión que hubo colusión entre los grandes productores de pollos. A fines del mes de enero de 2015, la FNE acusa a seis empresas navieras de colusión. Esta última acusación ante el TDLC no ha tenido mucha difusión, pues el llamado caso PENTA ha acaparado casi la totalidad de las portadas de los medios de comunicación y ahora se une con la «arista» de la empresa de minerales no metálicos SOQUIMICH, también conocida por la siglaSQM, que podría significar:«Sociedad» Quebrada Moralmente, me refiero a la sociedad en cuanto «agrupación natural o pactada de personas, que constituyen unidad distinta de cada uno de sus individuos, con el fin de cumplir, mediante la mutua cooperación, todos o alguno de los fines de la vida» (segunda acepción del Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española), no a la sociedad jurídica.

Como si lo anterior no fuese suficiente, este comienzo de año sorprende a nuestra sociedad con uno de los tantos procesos de especulación inmobiliaria, que se vienen gestando en el país por varias décadas. Nadie podría rasgar vestiduras e indicar que la especulación inmobiliaria no es una actividad común en Chile. La diferencia –hoy día– con los procesos anteriores, es que detrás de esta acción se encuentrauna empresa, que en parte es propiedad de la nuera de la Presidenta de la República y, por tanto, los vínculos con el hijo de la mandataría son evidentes. Lo anterior, no es óbice para que se revisenotras acciones de este tipo, por ejemplo, aquellas que se llevaron a efecto previo a la aprobación de la modificación al Plan Regulador Metropolitano de Santiago, en el año 1997 y que incorporó a éste instrumento la Provincia de Chacabuco de esta Región, las que seguramente ya se encuentran prescritas.

A estas alturas, quizás deberíamos considera ese antiguo cuento, que pretende ser un chiste, y que dice: Aparte de la muerte del loro, no hay ninguna novedad… La Iglesia Católica también se ve sacudida por el «sismo moral». Sin necesidad de referir el caso Karadima, uno de sus Obispos, es llamado por el Vaticano a dejar elObispado Castrense y es nombrado titular de la Diócesis de Osorno, provocando en la historia de la Iglesia Católica de Chile una situación sin parangón: los fieles laicos cristianos y una parte del clero, se oponen a tal designación, haciendo públicas sus opiniones. Con todo, dijeron por ahí: No se oye Padre!!!, desconociendo uno de los seislugares teológicos que existen.

En estado de las cosas, en las últimas jornadas, parte de la elite del país, donde se encuentran empresarios, políticos, jueces, religiosos, académicos, abogados, etc. y, la gente común, en su discurso cotidiano señalan la necesidad de restablecer y/o elaborar códigos de ética para: empresarios, políticos, jueces, religiosos, académicos, abogados, etc., es decir, un conjunto no menos importante de códigos que permitan regular las conductas humanas en las diversas actividades que se desarrollan. Pareciera que la «varita mágica» para evitar las «incorrectas» conductas humanas estuviese en el Código de Ética respectivo.

Sin embargo, ¿qué entendemos por ética?El problema de la colusión de los ejecutivos de farmacias, o de los productores de pollos, o de las navieras; o de la colusión entre el poder económico y el poder político; o de la colusión entre los dueños de la tierra y los técnicos de las reparticiones públicas; o de la colusión entre grupos de poder al interior de la Iglesia;y,la colusión entre muchos otros grupos intermedios que existen en la sociedad, no se resuelve con la elaboración de Códigos de Ética. No se resuelve con códigos porque el problema no es de ética sino de la moral personal de cada uno de los involucrados.

La palabra moral (del latín mos: costumbre) refiere a la vida moral, a la vida del sujeto, o mejor dicho al comportamiento o conducta de la persona. Por su parte, la ética (del griego êthos: carácter), expresa una reflexión sobre la vida moral, es decir, se trata de un discurso sobre el comportamiento o conducta moral de las personas en sociedad. La moral es subjetiva, pues se trata de las costumbres del sujeto; la ética es objetiva, pues se trata del carácter de la actuación social. Quizás podríamos agregar, que en la época actual se ha intentado por todos los medios asentar que la persona, en lugar de cerebro está dotado de un disco duro similar al de un ordenador, y por tanto, ese ser racional, único e irrepetibletiene la libertad decompartimentalizar sus conductas y decisiones, de tal modo, que cuando le corresponde actuar como padre o madre de familia, abre uno de esos compartimentos, manteniendo cerrado el resto; al actuar como profesional, abre otro y cierra los demás; y así, se daría en cualquiera de los roles en los cuales actúa. Esta forma de mirar la conducta humana ha llevado a la persona a la alienación y, por tanto, no existeel otro (es decir, tú) o,los otros, exacerbando el individualismo, el egoísmo, el hedonismo, el exitismo, etc. Esta forma de pensar la vida lleva a la persona a dividirse internamente, no actuando como se piensa, sino pensando como se actúa. Se vive una cultura de la simulación; se simula aquello que no se posee y se disimula aquello que se posee, queriendo siempre parecer otro.

Así, la ética está de moda, porque los principios o valores que permiten la vida moral han perdido jerarquía. Las instituciones moralizadoras, como la familia, la escuela, la Iglesia (cualquiera sea su credo), el Estado, entre otras, han perdido su vigencia y su vigor.

En orden a lo anterior, quisiera detenerme en una de las instituciones moralizadoras, la Iglesia Católica. En Chile, a diferencia de una gran cantidad de países de América Latina y también de los otros continentes, la Iglesia Católica hasta no hace muchas décadas atrás tenía un prestigio y respeto a prueba de moros y cristianos, era sin lugar a dudas uno de los principales agentes moralizadores;sin embargo, en las últimas décadas esta característica se ha ido diluyendo poco a poco. Si bien la jerarquía de la Iglesia –mayoritariamente– siempre ha estado al lado del poder económico y del poder político, no dejaba de llamar la atención su cercanía con la mayoría de los fieles laicos y, en especial, de aquellos que más necesitaban. El tiempo de los curas obreros dio paso al tiempo de los curas ejecutivos, distantes de quienes les habían sido confiados y, la teología moral dejó de lado la estrecha relación entre la reflexión racional y los contenidos de la revelación y de la fe.

Podríamos indicar que después de las Sagradas Escrituras a la luz de la persona de Jesucristo, la Doctrina Social de la Iglesia es el compendio más importante de la moral cristiana, ésta tiene más de cien años de existencia y la cito, pues en un país donde la mayoría dice profesar el catolicismo, no debiera ser para nadie desconocida. Este año se celebran los 60 años de la Primera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, llevada a efecto en la ciudad de Río de Janeiro en el año 1955, cuatro años antes que el Papa Juan XXIII convocara al Concilio Vaticano II, con el fin de permitir dejar entrar el Espíritu Santo en el seno de la Iglesia. En el año 2012 se cumplieron 50 años del inicio del Concilio Vaticano II y este año –en el mes de septiembre– se celebran los 50 años de su clausura. Uno de los imperativos más importantes de la Buena Nueva de Jesucristo es la opción preferente por los pobres, éste ha iluminado parte importante de los documentos del Magisterio de la Iglesiaen América Latina, sin embargo, en Chile tal imperativo ético se ha desdibujado en las últimas décadas. Lo anterior se puede comprobar viendo las últimas actuaciones de la Iglesia Católica en tal sentido. ¿Qué ha dicho la jerarquía eclesiástica respecto de los actos de colusión que se vienen denunciando en los últimos años? ¿Acaso este tipo de actos humanos –de los más poderosos– no atentan contra los que menos tienen, los pobres? Al parecer la jerarquía de la Iglesia sólo tiene opinión cuando los temas dicen relación con la moral sexual y reproductiva, pues nada se ha escuchado respecto de la moral socioeconómica imperante hoy en día en nuestro país.

No puedo dejar pasar la actuación del Cardenal Ezzati –que en virtud de las atribuciones que posee– no haya renovado la misión canónica del sacerdote jesuita Jorge Costadoat (no es el primer miembro del clero regular que sufre de este tipo de acción ni será el último, también ha existido este tipo de actos contra miembros del clero secular). En este caso llama la atención que se prohíban las «enseñanzas» del sacerdote al interior de una Universidad (por muy Pontificia que ésta lo sea) y de una Facultad de Teología, cuya tarea no puede ser el «adoctrinamiento» sin más, sino la discusión –con la mayor altura de miras– sobre el acontecimiento de Jesucristo que vino al mundo para liberarnos.Además, se olvida que los votos de obediencia de los clérigos dicen relación sólo con los dogmas de fe, las demás son todas materias opinables. En Chile esta misma situación la vivió otro sacerdote jesuita, que luego sería declarado santo, san Alberto Hurtado.

La actuación del Obispo Barros Madrid y la del Cardenal EzzatiAndrello no pueden mirarse en una óptica distinta a las conductas de empresarios, políticos, funcionarios, etc., que he reseñado al inicio de estas líneas, son también un signo de los tiempos y de la perdida de vigencia y vigor de la Iglesia Católica como institución moral, pues parafraseando aAdam Smith cuando señaló: «Los sujetos económicos que actúan en el mercado operan siempre en su propio interés. El vulgarmente llamado estadista o político es un sujeto cuyas decisiones están condicionadas por intereses personales», podríamos decir: los sujetos que poseen el sacramento del orden que actúan en la Iglesia operan siempre en su propio interés –salvo honorables y honrosas excepciones que he conocido y conozco–, el obispo o el cardenal (que en términos sacramentales es un obispo) es un sujeto cuyas decisiones están condicionadas por intereses personales.

Por tanto, ¿hasta cuándo estará de moda la ética? La ética estará de moda hasta el próximo megasismo que mueva a la elite del país a pensar la necesidad de salvar a la Sociedad Quebrada Moralmente (SQM). Quizás será un nuevo Consejo Asesor contra la Corrupción, mientras–cual Oficina Nacional de Emergencia post terremoto de 2010– será el chivo expiatorio de todas aquellas conductas que no sean factibles de prever, pues el problema no es de la ética sino de la moral y los valores presentes en la sociedad y, por ende, en cada uno de nosotros. Para finalizar no debiéramos olvidar aquel poema en el cual Antonio Machado escribe: «¿Tú verdad? No, la verdad; y ven conmigo a buscarla.».

*Mario Torres Jofré
Arquitecto, Universidad de Chile (1982); Diploma en Estudios Avanzados en Urbanística y Ordenación del Territorio, Universidad Politécnica de Madrid. Ha congeniado más de 30 años de actividad académica y profesional, nacional e internacional. Autor de libros y artículos en diversas revistas especializadas, ha impartido cursos y conferencias en centros y universidades de Europa y América Latina, ha asesorado diversos gobiernos locales del país. Ejerce libremente la profesión en Internacionales Atelier Diseño Urbano, del cual es socio fundador. Miembro del Colegio de Arquitectos de Chile y de ICOMOS Chile.