El amor de padres puede demostrarse de diversas maneras. Muchos optan por los abrazos apretados, los besos en las mejillas o algunos no ven barreras y exponen su cariño con un “piquito”.

El beso en la boca entre padres e hijos pequeños como expresión de afecto es una conducta muy presente en nuestra sociedad. Se observa también de abuelitas a nietos, de tíos a sobrinos, de padrinos a ahijados, etc., dependiendo del estilo relacional y los límites de cada familia.

Hasta hace poco tiempo atrás, la realización de este acto quedaba fuera del ámbito de lo cuestionado y de la pregunta “¿qué expresiones de afecto son adecuadas/inadecuadas cuando se trata de nuestros niños y niñas?”.

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Según explica la psicóloga de la Universidad de Concepción y terapeuta de Reparación del Maltrato y el Abuso Sexual, Camila Pérez Huenteo, en contacto con BioBioChile, “los besos en la boca, como primera acepción dentro del imaginario social, tienen su lugar dentro de las expresiones de afecto entre adultos, y más específicamente, en un primer nivel de interacción sexual entre personas que se sienten mutuamente atraídas”.

Sin embargo, Pérez indica que en aquellos casos en que los niños reciben “piquitos” por parte de los adultos es debido a un proceso de autorización previo al que los mismos adultos dan pie inicial.

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Es decir, que aquellos padres o tíos que besan en la boca a sus hijos o sobrinos como saludo, muestra de aprecio o felicidad, lo hacen porque dentro de sus propios códigos se acepta, dentro de la familia y su núcleo es algo adoptado como normal, y sólo se permite dentro de quienes pertenecen al circulo de confianza del niño y de su familia.

Pero ¿cuáles son los criterios que tienen los niños y niñas para situar a alguien dentro de su posición de confianza? y desde otro punto de vista ¿pueden distinguir entre las intenciones de los adultos? Desde la visión de los padres ¿pueden tener certeza los adultos responsables del niño (madre, padre u otros cuidadores) de las intenciones guardadas por otros adultos hacia sus hijos?

left-hand (CC)

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“Múltiples casos expuestos por la prensa han permitido a la ciudadanía incorporar como posible que un adulto considerado ‘de confianza’ pueda mantener intenciones sexuales hacia sus niños y actuar de manera abusiva. Por otra parte, a lo largo del análisis de diversas historias de victimización, el beso en la boca aparece como el primer eslabón de la trayectoria de abuso”, explica Pérez.

De esta manera, recomienda la especialista, es necesario tener sumo cuidado con quienes estén tomando el beso en la boca como una manera de saludo habitual con los hijos, sobre todo si comienzan a notar factores que demuestren algún tipo de rechazo a ésto.

“Estimando tales elementos, el beso en la boca pierde su calidad de expresión de afecto aceptada lisa y llanamente, por cuanto normaliza una situación en base a significados sociales que están fuera del alcance de la cognición de los niños, como lo son los campos de las intenciones y la confianza”, agrega la psicóloga.

Los niños no son capaces de distinguir cabalmente las intenciones de una conducta y, de percibir una intención amenazante, pues difícilmente cuentan con las herramientas para actuar oportunamente y detenerla.

Pérez explica que la tendencia ha ido hacia erradicar este tipo de conductas como expresión de afecto. “Más allá de limitar las entregas de cariño o fomentar la desconfianza social, es educar y generar estrategias para proteger a nuestros niños y niñas”, enfatiza.

En tanto, la psicóloga y terapeuta familiar y de pareja, Mónica Álvarez explica en el portal especializado en maternidad MaternidadContinuum que sexualizar el piquito es problema del adulto.

“Denota el sentimiento de sentirse uno con esa persona, tanto como para juntar los labios en un gesto tan natural como es el amamantar, el querer y amar a un hijo. O un hijo a una madre”, dice Ávarez.

De hecho la terapeuta indica que “no creo que dar un beso sea nocivo ni confuso para el niño pequeño”. Y agrega “Creo que la confusión se halla más en la mente del adulto, igual que el hecho de ver sexo en tantos gestos que los niños pueden hacer de forma natural y de forma tan generosa”.