Algunos dirán que hay que dejar de comer carne. Otros que los ganaderos pueden reducir significativamente las emisiones de CO2, pero los agricultores defienden sus bazas, empezando por la hierba.

En Francia, la agricultura es responsable del 21% de las emisiones de gas de efecto invernadero, pero solo la cría de bovinos responde por más de la mitad de estas emisiones, según el centro de estudios de la contaminación atmosférica (CITEPA).

Ante estos datos, “hay una sensibilización de los ganaderos”, dice Arnaud Gauffier encargado de la agricultura en Francia en el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).

Los ganaderos europeos iniciaron en 2013 un plan bautizado “Carbon dairy” que pretende reducir en un 20% en diez años la emisión de carbono por la producción láctea. Los criadores de bovinos preparan una iniciativa similar.

La rumia produce metano

Las vacas comen hierba y rumian. Esta fermentación natural produce metano y lo sueltan cuando eructan, ya que contrariamente a lo que se pensaba, son los eructos y no las flatulencias (pedos) las que causan la emisión de gases de efecto invernadero.

La fermentación produce de hecho más del 50% de los gases de efecto invernadero de una granja, muy por delante de los excrementos, o el consumo de energía.

Actualmente, solo hay una forma de cambiarlo: injertar estómagos de canguro en las vacas, ya que el marsupial es prácticamente el único rumiante que no produce metano gracias a una bacteria característica.

Pero antes de llegar a este extremo, los criadores tienen otras vías.

“Se puede trabajar en el número de animales. Intensificar, por ejemplo, la producción de leche por vaca pasando de los 5.000 litros anuales actualmente, a 7.500. También se pueden sacrificar todas aquellas que no producen nada o poco”, explica Jean-Baptise Dollé, responsable del medio ambiente en el Instituto de la cría (Idele).

Criadores e investigadores tratan también de mejorar la digestión de los rumiantes. “Hay aditivos alimentarios, algunos extractos de plantas, de lípidos” que pueden funcionar, agrega Dollé.

Es lo que trata de hacer la asociación Bleu-Blanc-Coeur (Azul-Blanco-Corazón), que promueve una alimentación del ganado a base de alfalfa o granos de lino, naturalmente rico en omega 3, que permitiría reducir un 15% las emisiones de metano.

pepemczolz (cc) / Flickr

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“En el metano entérico, no hay solución por lo que tratamos de enfrentarnos al desperdicio”, cuenta Bruno Dufayet, un criador francés.

Dufayet trata de optimizar el crecimiento de la hierba haciendo pastar a sus animales en diferentes parcelas para reducir las compras de alfalfa. Lo mismo ocurre con los fertilizantes por lo que trata de utilizar al máximo el abono natural.

Praderas amenazadas

Pero sobre todo, los criadores franceses se movilizan para que las praderas se integren en los balances de carbono y se reconozcan los servicios que hacen al medio ambiente, al cuidar los paisajes o estimular la biodiversidad.

Y es que “cuando se integra el carbono almacenado en las praderas, se compensa prácticamente en la totalidad de las emisiones de metano”, dice Dollé.

El WWF está de acuerdo con el modelo multicriterios pero Arnaud Gauffier insiste: “hay que analizar caso por caso”.

En Francia, “el sistema francés de cría con hierba es duradero y virtuoso”. Pero no lo es en todas partes. En América Latina, “la cría con hierba es una práctica muy extendida y la primera causa de la deforestación por delante del cultivo de soja”, dice.

Pero hay que vigilar que el ganado coma en las praderas y no esté confinado en vaquerías industriales.

Entre 2006 y 2010, las superficies de prados permanentes han caído 6,3%, según datos oficiales franceses.

Para el WWF es urgente ayudar financieramente a las explotaciones a mantener sus prados. Y Arnaud Gauffier exhorta a los consumidores que reduzcan duraderamente el consumo de carne para luchar contra el cambio climático.