Desde tiempos remotos se ha asociado que tener un gato negro es símbolo de mala suerte, incluso si te cruzas con uno en la calle. Si bien no toda la población es supersticiosa, queda la duda sobre el origen de esta creencia.

De hecho, esto no siempre fue así, puesto que en el Antiguo Egipto los gatos, independiente del color que hayan sido, eran considerados deidades y era un crimen atentar contra ellos.

Siglos después, en la Edad Media, sobre todo en algunos países de Europa y América de Norte, comenzó la falsa creencia que señalaba que los gatos eran brujas o demonios que habían tomado esta forma.

Según señala el sitio de la revista Selecciones del Reader’s Digest, en esos tiempos “se pensaba que estos felinos eran compañeros inseparables de las brujas. Para perpetrar sus fechorías una bruja necesitaba a un espíritu esclavo que tomara la forma de un gato. Una bruja podía asumir cualquier forma o apariencia, entre ellas la de un gato negro. Quien se encontraba frente a estas criaturas no sabía si estaba viendo a un animal encantado, capaz de proezas sobrenaturales, o a una maligna hechicera. De cualquier forma, se les consideraba de mal agüero”, indican.

A raíz de ellos comenzó una persecución masiva contra los gatos, incluso se habla de festivales donde se sacrificaban felinos como parte de rituales.

Años después, el temor a los gatos dio paso a la aceptación, puesto que notaron todas las cualidades y habilidades de ellos, como su capacidad innata para cazar, lo que ayudaba a proteger cosechas y evitar la presencia de ratones.

Y así es como fueron tomando el lugar que hoy tienen en cada hogar, el de una mascota con la que se puede convivir tranquilamente, y que innegablemente nos trae múltiples beneficios.

Sin embargo, un estudio de la Universidad Estatal de Colorado, en EEUU, concluyó que los gatos negros aún son víctimas de una mala fama infundada. Según datos recogidos desde protectoras de animales, éstos son los menos adoptados.

Lori Kogan, psicóloga de la casa de estudios a cargo del estudio dijo que en promedio, un gato negro se tarda entre cuatro y seis días más en que sea adoptado. “Ello es preocupante porque los gatos que más tiempo pasan los albergues de animales tienen más posibilidades de contraer una infección y morir”.

La BBC, que recogió este estudio, consigna que este factor podría estar estrechamente vinculado a las supersticiones en torno a estos gatos y a las connotaciones negativas del color negro.