El cada vez menor espacio disponible en la clase económica de los aviones ha desatado una verdadera “guerra de las piernas” en Estados Unidos, con tres incidentes en diez días por asientos reclinados que han obligado a desviar vuelos.

Inclinar o no su asiento “es un tema de debate desde hace años”, indicó a la AFP Sarah Schlichter, redactora en jefe de la guía de viajes IndependentTraveler.com.

“Pero lo que acaba de suceder muestra bien que la gente ya no está satisfecha con la calidad de su viaje a bordo de los aviones”, agregó.

El último incidente tuvo lugar la semana pasada en un vuelo de Delta que iba del aeropuerto de LaGuardia en Nueva York a West Palm Beach (Florida, sudeste) y que debió aterrizar antes en Jacksonville (también Florida).

Amy Fine, una estadounidense de 32 años, denunció que tenía su cabeza apoyada en la mesa plegable de la parte trasera del asiento a su frente cuando la persona que viajaba delante reclinó la butaca golpeándola.

Fine empezó a discutir con la pasajera en cuestión y un azafato se acercó para intentar calmarla, pero esto sólo logró enfurecerla más y exigir que el avión aterrice de inmediato.

La tripulación, que rechazó esa exigencia en un primer momento, debió ceder que ya que la mujer comenzó a agitar las manos y mostrarse agresiva.

Unos días antes, un francés furioso porque la pasajera delante suyo bajó demasiado el respaldo de su asiento, en un viaje Miami-París, obligó a desviar un vuelo hacia Boston (noroeste), donde fue desembarcado y acusado de obstaculizar a la tripulación.

Edmond Alexandre, un parisino de 61 años, habría alzado la voz y habría seguido por el pasillo a un miembro de la tripulación que intentó calmarlo, lo que motivó la intervención de un vigilante de seguridad a bordo que lo dominó y esposó.

El “protege-rodillas”

El primer incidente tuvo lugar el 24 de agosto, en un vuelo de United Arlines que iba de Newark (Nueva Jersey, este) a Denver (oeste) que debió ser desviado a Chicago (centro-norte), cuando dos personas se pelearon a bordo luego de que una de ellas impidiese a la otra reclinar el asiento utilizando un pequeño aparato especial.

El aparato en cuestión, llamado “protege-rodillas” (“Knee Defender” en inglés), está compuesto por dos pinzas que se colocan en los brazo de la tablita reclinable y que bloquean el asiento de adelante.

El invento, que cuesta unos 22 dólares (13 mil pesos), “se vende cada vez más desde hace dos o tres años”, afirmó a la AFP su creador, Ira Goldman, sin querer dar más precisiones.

“La gente viaja más, en aviones cada vez más cargados, el espacio se reduce y las compañías aéreas continúan ofreciendo asientos reclinables”, indicó el empresario, de 1,92 metros de altura y que recorre unos 150.000 kilómetros anuales en vuelos.

“Estaría muy feliz si la industria del transporte aéreo se dignase a solucionar un problema que ignora desde hace años”, señala el inventor del “Knee Defender”.

En efecto, una investigación en octubre de 2013 del Wall Street Journal mostraba cómo las compañías aéreas redujeron el espacio entre pasajeros en la clase económica para dar más lugar a las clases primera y business que pagan su billete más caro.

Para los vuelos de larga distancia un asiento medía casi 46 centímetros en los años 1970 y 1980, pasó luego a 47 cm y ahora se sitúa en algo más de 43 cm, según el periódico.

Como comparación, un asiento de tren estadounidense mide 52 cm y el cine 63 cm.

Para remediar en parte el problema, algunas compañías como easyJet o Ryanair eliminaron los asientos reclinables en los vuelos de corta distancia.