Eran cerca de las 01:00 y la temperatura seguía bajando, se había pronosticado que esa noche sería la más fría de lo que va del año; -5° a las 3 de la mañana. Gary, el perro que habían adoptado hace unos días los miraba moviendo su cola.

-O…oye José- dijo tiritando el chico que juntaba unos pedazos de cartón grandes para poner de “cama” sobre el suelo a otro que tenía ambos manos metidas en un basurero – ¿Pi..llates algo pa’ co..comer?-

-No..no hueón, ni’ una hueá’,nos fu..fue mal hoy co..con “la pesca”- a pesar de sólo tener 11 años, su rostro y manos destrozadas, envueltas en paños, decían lo mucho que había vivido en tan poco tiempo.

-Bu..bueno no será la..la primera no..noche que pa..pasamos si…sin comer alg… ¡COF! ¡COF!- El joven no pudo terminar la frase, un ataque de tos cortó por completo sus palabras expulsando una flema rojiza luego de unos segundos.

-¿Tai’ bien Alexis?-

-Si oh’, no te preocupí’; si es una tos hueona no más que me da por ratos-

-Ah ya… vale-

Alexis bajó la mirada luego de la respuesta, sabía que José estaba mal, lo sabía hace días y le aterraba la idea de que le pasara algo. Las noches habían estado cada vez más heladas y lo que comenzó como un simple resfrío, al estar a la intemperie en pocos días escaló, al chico le dolía incluso ponerse de pie ahora y ese ataque de tos lo invadía cada vez que intentaba pararse, por lo que habían permanecido ahí todo el día.

Ambos habían sido amigos desde la infancia, crecido de uno de los sectores más complicados de La Pintana. Las balaceras y asaltos era cosa de cada día en el lugar; pero la cancha de tierra y las pelotas aminoraban un poco el dolor.

Nunca habían sido de los que andaban asaltando ni drogándose, esos eran “los saco’ e’ huea’” como ellos les decían. Al contrario de sus amigos que sentían resentimiento por gran parte del resto, ellos se esforzaban en el liceo para sacarse buenas notas y estudiaban por las noches, aún luego de pasar gran parte de la tarde vendiendo “parches curitas” en el centro.

Se habían prometido que saldrían de esa mierda juntos y no había otra opción posible.

-Oye..oye Alexis… ¿sabí’ ? como que ya no te..tengo tanto frío-

-Aer’…- José se acercó al chico que estaba sentado en la calle apoyado en la muralla y tapado con algunas frazadas viejas, le tocó la frente y tal como pensaba, estaba ardiendo.

-Ya hueón… no me vengai con hueá aquí, tenemos que ir a una posta ahora-

-No hueón.. !COF…COF¡.. ni caga…¡COF! ¡COF!… cagando; si voy pa’ ya’ me pillan los pacos y cagué-

-Pero si no, vai’-… José intentó ponerlo de pie pero se llevó un manotazo de vuelta.

-¡QUE NO HUEÓN!-

Los padres de Alexis habían muerto de sobredosis hace un mes y este escapó de su casa para que no lo internaran en un hogar de menores… por supuesto que José lo siguió.

Al principio fue una aventura, hasta cierto punto divertido… pero después vino el hambre… y el frío… Si, lo habían pasado antes, ambas cosas; pero nunca con la intensidad de estos días.

-¿Sabí’ que?… lagrimas comenzaron a caer por las mejillas de José… ¡Puta que ex..extraño a mis viejos! Extraño mi..mi casa… hasta que me…me pegaran hueón… hecho de menos toda la wuea… ¡¿Porqué Chucha se murie…¡COF! ¡COF! ¡COF!-

Alexis jamás había visto llorar a José por sus padres, ni ponerse triste ni nada. Todos manejamos nuestra pena y hay veces en la que la guardamos como en un pequeño baúl, tirando la llave para no sentir tristeza alguna; pero siempre, en algún momento, esa llave aparece y el baúl se abre de par en par.

-Ya… ya hueón… descansa mejor; pero po..por favor, prométeme que mañana ire…remos a la posta-

-¡COF!… Uff… la hueá’… no hueón, no puedo.. no puedo-

Alexis tomó a José y lo recostó poniendo una pila de cajas a forma de almohada y lo cubrió entero con la manta, incluso la cabeza (era la única forma de aguantar la noche).

-Mañana conversamos, ¿ya?- Le dijo mientras terminaba de cubrir su rostro, y solo un pequeño sonido grave se escuchó a modo de respuesta. Alexis se puso a su lado y Gary entre medio, así todos se daban calor.

La noche transcurrió lenta, el frío calaba los huesos y casi no podía dormir por los temblores que tenía por todo su cuerpo. Alexis no paraba de toser y lo miraba constantemente para asegurarse que estuviera bien; hasta que en algún momento el sueño fue más fuerte y sus párpados se cerraron.

La bocina de una micro lo despertó, la ciudad estaba viva otra vez. Se destapó la cara y vio muchas personas que pasaban apurados hacia sus trabajos, de un lado para otro, siempre moviéndose, siempre corriendo.

El sol comenzaba tocarlos y la sensación era muy agradable, casi lo suficiente para sonreír un poco. José se estiró, acaricio un poco a Gary que comenzó a mover su cola mientras estiraba las patas y comenzó a levantarse.

-Ya Alexis, arriba hueón que está saliendo el sol y tengo más hambre que la cresta- Pasó cerca de un minuto pero no hubo respuesta.

-Oye.. ya poh’ que hace ham…- Cuando lo tocó su frase se cortó de inmediato, estaba helado… realmente helado.

Lentamente destapó su rostro y estaba pálido con un ligero tono azulado, su pecho estaba abultado pero no se movía en absoluto. Lo observó por unos segundos sin decir palabra alguna; la gente seguía pasando apresurada a su lado… no tardó más en entender todo.

Se puso lentamente de pie y se agacho para volver a cubrirlo, entonces lo notó: Estaba sonriendo; no tenía una mueca de dolor ni tristeza en su rostro: tenía una ligera sonrisa.

Miró hacia el cielo, se dio unos segundos para contemplarlo y sonreír ligeramente, entonces le tapó la cara; cerró los ojos y dijo una oración en silencio. Ninguna lagrima recorrió sus mejillas; en la calle no había lugar para ellas… saldría de esa mierda, lo habían prometido.

Jorge Leal
Historia parte del proyecto colaborativo CuentaFotos, basado en fotografías de momentos.