El presidente de la Asociación de Administradoras de Fondos de Pensiones (AAFP), Rodrigo Pérez, realizó una presentación este jueves ante la Comisión Asesora Presidencial sobre el Sistema de Pensiones, donde abordó los obstáculos y desafíos que enfrenta el sector.

En la reunión indicó que las AFP han cumplido el mandato legal de administrar con eficiencia y seguridad los ahorros de los trabajadores. Es así que la rentabilidad real promedio por año llega a 8,5% en 33 años, sobresaliendo entre los países de la OCDE, según indicó.

Pérez dijo que de los US$163 mil millones acumulados en términos reales, el 70% corresponde a rentabilidad y 30% cotizaciones, y en sólo 4 años se han reportado rentabilidades negativas, por crisis locales o globales.

Además, señaló que el sistema ha contribuido al dinamismo económico, al empleo, los salarios y a la expansión de las oportunidades de desarrollo, y además, el sistema de ahorro y capitalización, que es financieramente sustentable, ha generado holguras fiscales que han permitido, entre otras cosas, fortalecer el Pilar Solidario.

Las administradoras compiten por rentabilidad, servicios y comisiones, expresó. Éstas últimas han bajado fuertemente, y representan, el año 2013, un 0,65% del fondo administrado, por debajo del promedio mundial, según datos OCDE.

Se están pagando pensiones mejores que las del antiguo sistema de reparto, indicó, con tasas de reemplazo promedios, según Dictuc, que llegan a 87% para hombres y 58% para mujeres, de afiliados que cotizaron por al menos 10 años. Estas tasas son similares o están por sobre los estándares internacionales.

Al abordar los factores que determinan las pensiones, Pérez destacó que en una economía con un gran crecimiento de los salarios reales, como la chilena, se produce una brecha de expectativas entre las pensiones recibidas y las esperadas, que debe ser atendida.

Dijo que entre los mayores obstáculos y desafíos que se deben superar para lograrlo están la baja densidad de cotizaciones previsionales, que apenas supera el 50% de la vida laboral; el aumento de las expectativas de vida a las edades de pensión; la declinación de las tasas de rentabilidad de mercado relevantes para el cálculo de las pensiones; la evasión y elusión, y la baja cotización de los trabajadores independientes.