El Observatorio Europeo Austral comenzó este jueves en el desierto de Atacama la construcción del que será el telescopio óptico más grande del mundo, el European Extremely Large Telescope (E-ELT), que se espera arroje luces sobre el origen del universo y la existencia de vida extraplanetaria.

“Con el E-ELT estamos construyendo un telescopio para el siglo XXII”, afirmó a la AFP Fernando Comerón, astrónomo y representante del Observatorio Austral Europeo (ESO) en Chile, sobre la herramienta que estará finalizada en 10 años y completamente operativa unos dos más tarde.

Más que poniendo una primera piedra, las obras -que suponen una inversión de 1.400 millones de dólares- comenzaron, literalmente, eliminándolas: una explosión controlada pulverizó unos 5.000 metros cúbicos de roca, aproximadamente 40 de los 3.064 metros del Cerro de Armazones sobre el que se edificará, en el valle de los Fotones, en pleno desierto de Atacama, en el norte del país.

Esto permitirá dejar una superficie plana, los cimientos del telescopio que contará con un “ojo” o espejo primario de 39 metros de diámetro, casi la mitad de una cancha de fútbol, por encima de los 30 metros con que cuentan actualmente los más grandes en construcción.

“La principal característica es que su superficie colectora de luz es 10-15 veces mayor que la de los mayores telescopios que existen en la actualidad”, explica Comerón.

El E-ELT representa un escalafón más que el Very Large Telescope (VLT), el actual telescopio óptico más grande del mundo inaugurado hace 16 años y ubicado a sólo unos metros del futuro E-ELT, en el Cerro Paranal del norte de Chile.

Ambos observan a través de la luz el Universo caliente, el más cercano y luminoso, mientras que unos kilómetros más al este, también en el desierto de Atacama, el mayor radiotelescopio del mundo, ALMA, observa el Universo frío, el más lejano y oscuro, a través de ondas milimétricas y submilimétricas.

Los tres se complementan y harán un gran equipo, afirmó el director de ALMA este martes, Pierre Cox.

La flor y la nata de la astronomía mundial goza en el norte de Chile de la atmósfera más seca, las noches más despejadas y menos contaminadas del planeta, y con el E-ELT, el país concentrará un 70% de los observatorios astronómicos del planeta.

Exoplanetas como la Tierra

Con el E-ELT, “el ojo más grande del mundo en el cielo”, se podrán encontrar pistas sobre la formación de las primeras estructuras del Universo, el origen de los elementos químicos, los agujeros negros, y sobre todo, la existencia de vida en otros planetas.

“No tenemos evidencia de la existencia de planetas como la Tierra a una distancia como la del Sol en nuestra vecindad galáctica, y eso es así no porque no existan, sino porque no tenemos todavía las capacidad de detectarlos ni siquiera de forma indirecta”, explica Comerón.

“Con E-ELT los podremos detectar si están ahí y existen, algo que no sabemos todavía”, señala.

Ávidos de poder utilizarlo, investigadores de todo el mundo lo esperan ansiosos.

“Es revolucionario el potencial que ofrece para caracterizar planetas en otras estrellas, porque ofrecerá una nitidez de imagen extraordinaria y una capacidad de recoger luz impresionante”, explica a la AFP Rafael Rebolo, director del Instituto Astrofísico de Canarias, que no forma parte de la ESO.

“Será un telescopio emblemático, imbatible en su capacidad de resolución espacial y su capacidad de capturar luz”, señala, apasionado.

Comerón explica que dado el tiempo que lleva construir un gigante tecnológico de estas características “los telescopios ópticos son instalaciones que tienen una vida muy longeva. No tanto por su tamaño, sino porque un telescopio es en buena parte la instrumentación que tiene. Y eso es lo que ha ido rejuveneciéndolos. Es previsible que en 2050, en 2080, en 2100, el E-ELT sea todavía venerable con una instrumentación de cuarta o quinta generación que ahora no podemos imaginar”, afirmó.

L. Calçada / ESO / AFP

L. Calçada / ESO / AFP