La capital italiana se prepara a vivir una jornada histórica tras el anuncio de que el papa emérito Benedicto XVI y el papa Francisco concelebrarán el domingo la misa de canonización de Juan XXIII y de Juan Pablo II en el Vaticano, lo que se conoce ya como el “día de los cuatro papas”.

La presencia de dos papas santos y dos papas vivos suscita muchas expectativas entre los miles de peregrinos que han invadido Roma, ya que se convertirá en el “día de los cuatro papas”, un momento inédito para la milenaria institución.

El papa emérito, estrecho colaborador de Juan Pablo II por 25 años, concelebrará la misa junto con 150 cardenales y mil obispos, los cuales serán ubicados al lado izquierdo del altar, explicaron fuentes religiosas.

“En San Pedro contaremos con la presencia de dos papas vivos y dos papas santos”, comentó uno de los responsables de la logística vaticana.

La ceremonia será simplificada y contará con las reliquias de los dos nuevos santos, una ampolla de sangre de Juan Pablo II y un pedazo de piel de Juan XXIII extraída durante su exhumación en el año 2000.

Cientos de miles para una ceremonia inédita

Cientos de miles de personas -probablemente un millón-, 24 jefes de Estado y de gobierno, entre ellos los reyes de España, los presidentes de Ecuador, Honduras, El Salvador, Zimbabue, además de miles de polacos, asistirán a la ceremonia solemne en la plaza de San Pedro para santificar a dos pontífices que marcaron la historia del siglo XX, uno humilde y cercano a la gente, otro carismático y capaz de seducir a las multitudes.

En la lista de asistentes figuraba el primer ministro de Ucrania, Arseni Yatseniuk, quien decidió acortar su visita a Roma y regresar a Kiev debido a las tensiones internas por la amenaza de una invasión Rusia al este de su país.

El casco histórico de Roma ha sido asaltado literalmente por una marea de peregrinos y turistas llegados para asistir a un evento único con la presencia además de 6.000 sacerdotes del mundo entero.

Asistirán también representantes de todas las religiones, entre ellos una importante delegación judía, para rendir homenaje a dos papas muy diferentes pero que lucharon contra los prejuicios hacia los hebreos.

Además de peregrinos, la Ciudad Eterna está llena de turistas, que han aprovechado una serie de puentes para pasar sus vacaciones.

Escenas ‘fellinianas’

Como en las películas de Fellini, grupos de seminaristas corren entonando “Aleluya”, otros tocan la guitarra, otros cargan una enorme cruz entre la muchedumbre: “perdón, perdón, queremos rezar”.

Monjas con sus hábitos largos pasean comiendo conos de helado y filas de jóvenes boys scouts con sus uniformes y pantalones cortos se dirigen hacia las iglesias del casco histórico, abiertas para la gran ocasión.

Las calles cortadas, los atascos alrededor del centro han obligado a las autoridades de la capital a preparar un dispositivo especial con 5.000 agentes encargados entre otras de dirigir el tráfico de peatones, muchos de ellos con pañuelos amarillos y blancos, los colores del Vaticano.

“Vine a Roma para recordar a un hombre que no tenía miedo”, confiesa a la AFP el colombiano Octavio al hablar de Juan Pablo II.

El flujo de personas alrededor de la Avenida de la Conciliación, de donde se accede a la inmensa plaza de San Pedro, muchas con cubiertas y alfombrillas, es incesante.

“Voy a dormir por aquí”, contó el italiano Mario, quien espera pasar la noche al aire libre para poder instalarse en las primeras filas.

Banderas de Polonia, de Argentina, de Brasil, circulan entre la muchedumbre, mientras dos tapices gigantes con las imágenes de los futuros santos han sido ya colgados en la fachada de la basílica de San Pedro.

Una lluvia fina podría ensombrecer la “noche blanca” de oración organizada en todos los idiomas en quince iglesias del centro.

En la basílica de San Juan de Letrán se reza por Juan XXIII, el “papa bueno”, padre de la renovación de la Iglesia en la década del 60, quien es festejado por cientos de italianos que llegaron de Bergamo, en su región de nacimiento.

En la iglesia de Santiago y Monserrat, no muy lejos de San Pedro, se reúnen los centroamericanos, numerosos de ellos costarricenses que acompañan a Floribeth Mora, la mujer del milagro de Juan Pablo II.

En la víspera su portavoz por más de 20 años, el español Joaquín Navarro Valls, reconoció que el futuro santo polaco no entendió la magnitud del fenómeno de la pedofilia dentro de la Iglesia, un lunar de su largo pontificado (1978-2005).

“La santidad no quiere decir perfección”, advirtió el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi, como respuesta a las críticas y dudas que ha generado la decisión de canonizar a Juan Pablo II tan solo nueve años después de su muerte en 2005, convirtiéndose en la santificación más rápida de la historia de la Iglesia.