Con el objetivo de verificar cómo las farmacias se están acogiendo la venta de medicamentos bioequivalentes, la seremi de Salud Metropolitana, Daniela Zavando, fiscalizó en el centro de Santiago tres establecimientos, en donde constató la presencia de estos productos, pero en un número reducido y poco visible en loas estanterías.

La Autoridad Sanitaria destacó que a la fecha el Instituto de Salud Pública de Chile (ISP) ha certificado 251 medicamentos bioequivalentes, de los cuales alrededor de 120 son de uso permanente de la población, y que ya deberían estar disponibles en las farmacias.

La bioequivalencia consiste en que dos medicamentos que contienen el mismo principio activo, fabricados por dos laboratorios diferentes, son equivalentes terapéuticos. Esto significa que la cantidad y la velocidad con que el principio activo llega a la circulación sanguínea es la misma en términos comparativos y, por lo tanto, se puede esperar que produzcan el mismo efecto en el tratamiento deseado en el paciente.

“Muchos de estos fármacos son para tratar enfermedades de alta prevalencia, entre ellos, se encuentran remedios para tratar enfermedades como la diabetes, la hipertensión, antialérgicos, colesterol, antidepresivos, ansiolíticos y relajantes musculares, etcétera”, precisó.

Por ejemplo, la Lipox Atorvestatina, que se usa para tratar el colesterol, en su versión bioquivalente tiene un valor de $11.220 y el de marca, que es el Lipitor, cuesta $38.540. La Metformina 850X60, que se utiliza para la diabetes, tiene un costo de $3.990, y la versión de marca, que es la Glaformil 850X60, posee un valor de $13.550, 3 veces más caro que el bioquivalente.

Daniela Zavando recordó que “el objetivo de la bioequivalencia es acercar fármacos eficaces, seguros y de calidad a bajo costo, por lo que la presencia de éstos en las farmacias permite su acceso a la población más vulnerable, que gasta hasta el 60% de sus ingresos en la compra de medicamentos, especialmente personas de la tercera edad”.

Zavando agregó que estos medicamentos son fácilmente identificables por los usuarios a través de su sello amarillo, el cual garantiza que es un producto certificado y con buenas prácticas manufactureras, validado por el ISP, pero a un costo mucho menor que los originales, y de mayor calidad que los genéricos.

La Autoridad Sanitaria insistió en que la Ley de Fármacos permitirá, entre otras medidas, que los médicos prescriptores tengan que indicar en la receta, junto con el nombre de fantasía la denominación común internacional o genérico, y en caso de que tenga un bioequivalente disponible, intercambiarlo por éste, que es más barato y con eficacia comprobada.

En sus aspectos generales, la ley en trámite propone la bioequivalencia farmacéutica; regula la publicidad de los fármacos; establece la prohibición de incentivos a vendedores y médicos; incorpora el nombre del principio activo en las recetas para que el paciente pueda elegir entre un innovador o un bioequivalente (intercambiabilidad segura), entre otras medidas.

Actualmente, el proyecto atraviesa su tercer trámite legislativo y es discutido en la Comisión Mixta del Congreso, que integran los senadores Francisco Chahuán, Guido Girardi, Fulvio Rossi, Mariano Ruiz-Esquide y Gonzalo Uriarte, junto a los diputados Karla Rubilar, Javier Macaya, Ernesto Silva, Marco Antonio Núñez y Víctor Torres.