Por estos días mucho se ha dicho respecto a la toma del aeródromo de la isla Robinson Crusoe, generada por una molestia en el alza de las tarifas de los fletes de carga vía aérea, principalmente de langostas. Pero la verdad es que esto tiene un origen distinto, mucho mas profundo y mucho mas importante que pagar más o menos dinero por un flete.

Lo que esta ocurriendo en Juan Fernández es, entonces, solo la consecuencia de una sumatoria de hechos que históricamente han tenido relegados a estos compatriotas casi a ciudadanos de segunda categoría, como en reiteradas ocasiones ellos mismos lo han dicho.

Así de fuerte puede sonar, pero así de fuerte es lo que sienten esos cerca de mil ciudadanos que, a más de 600 kilómetros del continente y a pesar de todo, se siguen sintiendo chilenos, aunque el Estado a veces, dicen, no los considere como tal.

El consejero regional Daniel Paredes, oriundo del archipiélago, explica en términos simples esta problemática con ejemplos claros y cotidianos.

En Juan Fernández no hay alcantarillado, hay fosas sépticas o pozos negros, tampoco hay agua potable, no hay napas subterráneas, se surten de vertientes. En Juan Fernández tampoco hay resguardos fitosanitarios, ha habido plagas de roedores, de conejos, de gatos, de avispas “chaquetas amarillas”, de chivos, de zarzamoras y de árboles… Sí, leyó bien, plagas de árboles que fueron introducidos indiscriminadamente, sin control y que ahora amenazan con desplazar al bosque nativo endémico del archipiélago.

Tras el tsunami de 2010 quedó al descubierto la fragilidad del territorio en todo sentido. Otro ejemplo concreto es que si bien desde el punto de vista de la seguridad la isla no tiene mayores inconvenientes, está expuesta al arribo sin control de personas que pueden cometer delitos. La unidad de Carabineros es un Retén a cargo de
un Sub-Oficial y tiene cerca de una decena de funcionarios. Por la soberanía, por la estrategia de su ubicación y por ser un “territorio especial”, policialmente hablando debiera haber al menos una Tenencia, dicen los isleños.

La Armada de Chile tiene también una dotación reducida.

¿Que pasaría por ejemplo si la isla fuera víctima de un ataque, de cualquier tipo, pirata (que aún existen en Somalía, por ejemplo)? No hay como protegerla.

Otro ejemplo desde el punto de vista de la seguridad interna es que en agosto de 2012 se aprobó la creación de 75 nuevos Juzgados de Policía Local, incluyendo Juan Fernández. No hay financiamiento por lo tanto el Juez sigue siendo el Alcalde. Ni pensar en una fiscalía, una defensoría, u otro servicio publico

El año 2007 durante el Gobierno de Michelle Bachelet, el Congreso aprobó una reforma constitucional que le dio carácter de Territorios Especiales a Rapa Nui y Juan Fernández, los que se deberán regir por Estatutos Especiales. Mientras eso no ocurriera, seguirían como cualquier lugar de Chile, bajo las mismas leyes y regulaciones.

Posteriormente el 1 de febrero de 2012, en el Gobierno de Sebastian Piñera se agregó una nueva modificación que indica que los derechos a residir, permanecer y trasladarse hacia y desde cualquier lugar de la República, en estos territorios, serán en la forma que determinen las leyes especiales, las que deberán ser de quórum calificado.

A la fecha, esos esperados Estatutos Especiales, no han sido -al menos para Juan Fernández- enviados al Congreso, y este es el punto neurálgico de la discusión, considerando que Chile se comprometió en varias convenciones de ONU firmando los acuerdos que lo obligan a darle resguardo a esos territorios insulares

¿Qué debieran incluir estos estatutos? Normas, claras y concretas de resguardo a la biodiversidad, a las zonas económicas exclusivas de pesca, al turismo, a las actividades económicas locales, a la residencia y permanencia de las personas, a que no se les cobre impuesto específico por la bencina considerando que no hay carreteras en la Isla, según explica el consejero regional.

Para hacer un poco de historia es necesario recordar que el archipiélago de Juan Fernández lo componen tres islas volcánicas, las de “Más a Tierra” y las de “Mas Afuera”. En 1966 se les cambia oficialmente el nombre y quedan establecidas como Robinson Crusoe la primera y Alejandro Selkirk la segunda, sumándole un pequeño islote cercano a Robinson que se denomina Santa Clara.

En Robinson Crusoe esta el pueblo San Juan Bautista al que se accede por Bahia Cumberland vía marítima. El aeródromo esta a cerca de dos o tres horas rodeando la costa insular al que se llega por la parte posterior de la Isla en Bahía El Padre, allí hay un pequeño embarcadero que permite el acceso a Punta Isla, que es donde se encuentra la pista aérea.

La isla lleva su nombre en recuerdo del marino español Juan Fernández quien -buscando evitar la corriente de Humboldt– navegó hacia el sur pensando acertadamente que sería mas rápido que la ruta tradicional que se realizaba por esos años, entre 1563 y 1574.

Entre los siglos XVII y XVIII la isla fue utilizada como guarida de piratas, por lo que aún se piensa existe un gran tesoro enterrado, pero también fue utilizada como presidio, desde el Virrey del Perú que decidió enviar a los mas peligrosos delincuentes a esas lejanas tierras, pasando por los patriotas que sobrevivieron al desastre de Rancagua, luego fueron desterrados los seguidores de los hermanos Carrera. También lo hizo el presidente Manuel Bulnes, Diego Portales, Pedro Montt -que
creo la Colonia Penal Agrícola en la Isla de más Afuera- y también la utilizó de cárcel la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo.

Esos decretos al parecer, curiosamente, según Daniel Paredes, aún en este siglo XXI no son derogados y por lo tanto Juan Fernández sigue siendo técnicamente un lugar de presidio, es decir, cualquier juez de la República podría eventualmente enviar a un reo a esos territorios, afirma Paredes.

Desde el punto de vista electoral, ese terruño no es atractivo, no marcan diferencia unos cuantos votos más o unos cuantos votos menos, es cosa de ver o escuchar la propaganda electoral con miras a la próxima elección de Presidente, de Consejeros Regionales y de Diputados (en el caso de Valparaíso), ni una sola propuesta para Juan Fernández, incluso en este conflicto, ninguno levantó la voz.

La transversalidad del archipiélago se ve también en la política. El Consejero Regional Daniel Paredes, es miembro de la Unión Demócrata Independiente, mientras que su hijo Felipe, militante del Partido Humanista, es el alcalde de ese territorio insular. Este último hace eco del pensamiento de los habitantes del archipiélago: No es un tema País, se lamenta.

Es cierto que los pescadores de langostas ganan mucho dinero con la temporada, pero de que les sirve si el costo de vivir allí es mas caro. El pasaje aéreo, subsidiado por el Estado para un residente, cuesta cerca de 250 mil pesos mientras que para un turista, significa el doble. En buque el viaje demora entre 27 y 70 horas dependiendo de la embarcación y depende de las condiciones climáticas si se puede volver.

Además, desde el punto de vista de la conectividad, la gente del archipiélago está literalmente aislada y desprotegida en su propia Isla, porque si “la marea esta mala” es imposible llegar al aeródromo con un enfermo vía marítima, ni pensar en llevarlo a caballo por los acantilados.

El jefe comunal dice que a todo el desamparo, se suma la mala imagen que se le ha hecho a la isla, algo con lo que tratan de luchar día a día

En otros países, hay regulación de territorios insulares, por ejemplo los turistas tienen plazos definidos de permanencia, deben comprar boletos de ida y vuelta, se deben vacunar antes de ir para no llevar enfermedades, no se puede ingresar ni sacar nada que no este permitido, es decir, tienen barreras de controles estrictos. En Chile no.

Así de frágil es el archipiélago, así de frágil es su gente y uno de los grandes temores ahora es que sea el ser humano el que también se transforme en plaga, una plaga depredadora que termine con uno de los lugares más bellos y enigmáticos que sin duda tiene nuestro territorio, una plaga que no está en la isla, una plaga que opera desde el continente y que no es mas que la indolencia del Estado de Chile.