Austria estaba conmocionada este miércoles por el baño de sangre provocado por un presunto cazador furtivo que mató a tres policías, antes de, aparentemente, suicidarse en su granja.

“La sangrienta masacre del cazador furtivo”, tituló el periódico Österreich, mientras que el diario gratuito Heute hablaba de las víctimas: “Cuatro muertos y seis niños huérfanos”.

“La sangrienta pesadilla parece un guión de cine negro”, estimó por su parte el Kronen-Zeitung.

Para la ministra del Interior, Johanna Mikl-Leitner, “estos dramáticos acontecimientos son únicos en la historia de la policía austríaca”.

El martes, los diputados habían hecho un minuto de silencio.

El presunto cazador furtivo Alois Huber, de 55 años, dirigía una pequeña empresa de transportes.

Huber pasaba por ser un gran amante de cuernos de ciervo y tenía malas relaciones con los otros cazadores de la región. Incluso le habían retirado su permiso de caza por una riña con varios colegas. No podía cazar ciervos y eso podría explicar sus incesantes actos furtivos, según cazadores de la región.

“Había empezado a decir hace algunas semanas que tenía problemas. Que tenía otro ‘yo’ o algo por el estilo (…) Creo que se sentía como un esquizofrénico”, declaró a Kurier un amigo de Huber, Herbert Huthansl. Huber lo había llamado el martes para despedirse, tras haber confesado lo que había hecho, en momentos en que su granja estaba rodeada por la policía.

Pasada la medianoche del lunes, la policía intentó detener en Annaberg, Baja Austria, a un sospechoso de cazas furtivas desde 2008, pero la operación salió mal.

Dos policías y un socorrista septuagenario de la Cruz Roja murieron durante la intervención. Otro policía tomado como rehén fue descubierto muerto en su coche patrulla.

El individuo se atrincheró después en su casa, una granja de Grosspriel, en el distrito de Melk.

“Los policías intentaron abrir la puerta” de un cuarto disimulado pero “el fuego había prendido”, explicó el portavoz policial de Baja Austria, Roland Scherscher. Una vez sofocado el incendio, en una operación que duró cerca de cinco horas, la unidad de élite Cobra de la policía austriaca descubrió un cuerpo carbonizado en la casa, a 90 km al oeste de Viena.

Las fuerzas de seguridad habían desplegado un gran dispositivo policial en torno a la granja con cientos de policías equipados con chalecos antibalas y fusiles, bomberos y personal de la Cruz Roja.

Tres vehículos blindados del ejército y helicópteros militares prestaban asistencia a las fuerzas de seguridad.