Acomplejada con su vida sexual y su cuerpo, la columnista estadounidense Brittany Gibbons, decidió tomar una drástica decisión para acabar con los pensamientos que tanto la atormentaban: tener sexo todos los días durante un año.

En una columna que compartió en el portal Huffington Post, la escritora explicó cómo llegó a proponerle este desafío a su marido y cómo le ayudó a reencontrarse con su lado sensual, que se escondía tras su rutina de mamá, dueña de casa y esposa.

En medio de su travesía sexual, se dio cuenta que el problema no estaba en su cuerpo, sino que en su cabeza.

A continuación lee la columna escrita por Brittany.

“He tenido sexo todos los días durante un año y no se los había mencionado.

Sin embargo lo grabé en video, así que dale un vistazo -> ¡aquí!

Es broma.

En realidad ni siquiera estaba muy segura sobre cómo abordar el tema, pero bueno, ya estamos aquí. *dándole una palmadita al espacio vacío en el sofá*

La culpa fue de ese correo que nunca debió salir de mi computadora, principalmente porque gatilla respuestas que llevan ese tipo de verdades que duelen demasiado.

22 de mayo de 2012
Para: andy@email.com
De: brittany@email.com
Hey, ¿podrías mencionar 5 cosas que amas de mi cuerpo?

Para: brittany@email.com
De: andy@email.com
Trasero pelo cara labios escote.

Para: andy@email.com
De: brittany@email.com
Cálmate Casanova que casi quedo embarazada… ¿no podías ser más descriptivo?

Para: brittany@email.com
De: andy@email.com
Es que para ser honestos, no te he visto totalmente desnuda en años.

Bueno, demonios.

El hecho es que soy horrible en la intimidad. Vengo de una familia no dada a los abrazos y algunas veces odio mi cuerpo, así que ya lo pueden adivinar, es como esas situaciones en que uno necesita crearse una máquina de abrazos. Mi esposo es extraordinario y muy, muy sexy, pero las dificultades que atravesábamos corrían totalmente por mi cuenta. No podía dejar de lado mi inseguridad y el sexo rápidamente se convirtió en una experiencia inductora de ansiedad que terminaba de una de dos formas:

1. Lo evitaba porque era caluroso y estresante ocultar mi cuerpo bajo dos plumones y un traje de nieve en la oscuridad, por lo que en vez de enfrentarlo trataba de encontrar alguna excusa. Que estoy adolorida. Que tengo demasiadas cosas que hacer. Que a Gigi (su hija) le asusta demasiado dormir sola así que mejor traigámosla a la cama con nosotros. Lo admito, usé a una niña de 4 años como el más adorable cinturón de castidad que se pueda imaginar. Simplemente no puedes estar caliente tras leer 3 libros de los Backyardigans. No, es imposible.

2. Trataba de explicarle por qué tenía esa mala imagen de mí misma y entonces él me preguntaba por qué decirme cuán linda soy no era bastante para sobrellevarlo, por lo que me terminaba sintiendo como una horrible, horrible idiota.

Así que tras un montón de llanto y chocolates, se me ocurrió proponerle el plan de tener sexo todos los días por un año, ignorando cualquier contravención médica o logística, algo a lo que, claro, accedió de muy buena gana. Me encantaría decir que se debió a una decisión profunda, pero la verdad es que ya me preocupaba que él perdiera interés en mí debido a mi inseguridad, además de ponerme nerviosa cuando comenzaba a decirme cosas como lo magnífico que sería tener dormitorios separados.

(Alerta de spoiler: Aún no me gusta eso de los dormitorios separados, pero él es un roncador y rechinador de dientes, que detesta el color menta y mi necesidad de almohadas para el cuerpo).

Me figuré que si nos enfocábamos en la intimidad, eventualmente volveríamos a reconciliar todas las cosas que habíamos perdido en estos años post-parto, de puro cansancio e inseguridad. Es lo mismo que hice para sobreponerme a mi temor a comer ostras y a manejar en la nieve. Simplemente te obligas a hacerlo hasta que ya no notas que parecen mocos o que no sabes cómo se controla un vehículo motorizado. Lo haces hasta que se convierte en algo cómodo y seguro de pura trivialidad. Lo haces hasta que repentinamente, comienzas a amarlo.

Ahora bien, no puedo hablar por Andy salvo decir que lo pasó realmente bien; pero para mí, un año de sexo se volvió menos tema de encender mi erotismo y más sobre evitar que mi cerebro comenzara a arruinar las cosas en cuanto me quitaba la ropa.

Comenzó siendo bastante difícil. Me sentía como si estuviera permanentemente preparándome para el sexo. “Logro del baño y la depilación genital de la perra nivel 5: DESBLOQUEADO”. Llegaba a casa exhausta al final del día, acurrucándome sobre el lavatorio para lavarme la cara, deseando sólo sábanas frías y un poco de sueño, cuando recordaba que aún teníamos pendiente ese asunto de hacer el amor. Entonces era como, genial: otra tarea diaria pendiente.

Pero luego dejaba de ser una tarea y se convertía en el momento del día en que me sentía más en paz. Cuando realmente podía tener una conversación con mi marido sabiendo que realmente me estaba escuchando, y no que miraba clandestinamente el televisor o estaba armando figuras con Lego.

Le conté a algunos amigos y casi todos reaccionaron de la misma forma. “Oh, yo nunca pude lograr hacer eso”. Y vaya que los entiendo, pero en realidad me ayudó a aprender mucho sobre mí misma entre las sábanas.

No eres tú, soy yo. Deja de fastidiar con el tema.

No me gustaba cómo se lucía mi abdomen. Mis piernas. Cómo me veía cuando me recostaba de espaldas. Era un millón de cosas irracionales en realidad, y tenía siempre la misma conversación con Andy, diciéndole cuán crítica era sobre mí misma y que no me sentía sexy. Entonces él pasaba 10 minutos diciéndome cuán atractiva soy, para luego seguir con otros 30 minutos sufriendo por el hecho de que él no era capaz de cambiar mi forma de pensar.

Así que además de sentirme insegura, me sentía como una imbécil.

Eso tenía que terminar. Necesitaba explicarle que si él me veía así era grandioso, pero que a menos de que yo también me viera de la misma forma, no servía de nada. Me refiero a que eso era si él esperaba que yo fuera una participante activa y no sólo un agujero a llenar.

Nos hizo falta mucha conversación para hacerle entender que el que yo no me sintiera sexy no era un ataque hacia él, y que si se sentía herido por ello sólo provocaba que me sintiera peor. Yo también quería disfrutar del sexo, y la clave para hacerlo era sentirme atractiva y confiada, lo que era mi tarea – no su tarea… aunque tenerlo como animador era ciertamente una ventaja.

Aprendimos rápidamente que una Brittany confiada en su sexualidad era mucho mejor.

Los calzones bonitos me hacen feliz.

No es ningún secreto que adoro la moda y producirme en mi vestimenta, pero me percaté de que cuando me quedo en casa en mi modo mamá/esposa/muggle/sofá, tiendo a optar por el camino fácil. Y está bien. En serio. No soy esa clase de perra que te va a decir que uses tacones para ir a comprar al almacén o vestido para ir a buscar a tus hijos de la escuela cuando ni siquiera vas a bajarte del auto (siendo además un desperdicio de ropa limpia).

Sin embargo, un día me estaba vistiendo para una despedida de soltera que haríamos en el exterior, con 30 grados de calor, cuando decidí ponerme ropa interior regular en vez de ropa deportiva. Sorpresa: me di cuenta de que mi única ropa interior eran algunas prendas maternales en mal estado o unos calzones baratos de 99 centavos que encontré al final del pasillo del supermercado en la semana que tenía mi periodo.

No había necesidad de preguntarse por qué no me sentía sexy, si usaba la ropa interior de un paciente con incontinencia urinaria.

Así que fui a una tienda de modas y me compré 5 calzones por 25 dólares (12.800 pesos chilenos). Algunos eran de tela y otros de encaje, pero cuando me ponía cualquiera se veían muy bien alrededor de mis caderas. Incluso me sorprendí usándolos para caminar entre el clóset y el baño, un cambio radical a mi comportamiento anterior de correr cubierta con una toalla mientras empuñaba la faja convertida en una pelota entre mis manos, esperando que Andy no lo notara.

Volví para comprarme más ropa interior e incluso algunas pantimedias que me probé en la tienda, para luego enviarle unas fotos a Andy mientras estaba en el trabajo. Sobra decir que volvió a casa excitado, pero era más que eso. El esfuerzo que hice por ponerme aquellas pantys sexys, incluso si estaban bajo mis jeans o pantalones de buzo, me hicieron sentir locamente atractiva, y mi cerebro necesitaba captar eso.

Soy mi propia consejera sexual.

Me gusta ponerme de rodillas pero no me excita la estimulación vaginal interna, sino la externa. Me gusta el sexo oral pero no que me toquen los pezones porque no tengo mucha sensibilidad en ellos. También odio que me respiren en el cuello porque soy extremadamente cosquillosa, y se me pone la carne de gallina y entonces los vellos de las piernas me crecen con mayor rapidez. Por favor no hagas eso.

¿Y eso que fue? Bueno, tuve que trabajar en sentirme cómoda diciendo todas esas cosas y sobreponerme a la idea de que estaba siendo una ninfómana egoísta y demandante. Merezco tener buen sexo tanto como él lo merece, así que en vez de esperar a que él se de cuenta de todas estas cosas -lo que es totalmente injusto para los hombres- me di cuenta de que tengo una voz y sé cómo usarla.

Además, hacerlo fue una confesión muy excitante… ¿quién lo habría pensado?

¿Y ahora qué, ninfómana?

Ya no lo estamos haciendo más todos los días, pero definitivamente hacemos un esfuerzo mayor y nos ayudó mucho a ser más abiertos el uno con el otro. A lo que me refiero es que si llegas a apuntar “afeitarme las bolas” en Google Calendar, entonces te sentirás cómodo hablando casi de cualquier cosa.

5 de agosto de 2013
Para: andy@email.com
De: brittany@email.com
Okey, muchacho, toma dos. Nombra 5 cosas que amas de mi cuerpo.

Para: brittany@email.com
De: andy@email.com
¿Sólo 5? Elijo la curva de tu cintura entre tus pechos y tu trasero, el punto de tu muñeca donde te pones perfume, tu cabello cuando te lo dejas caer en la mañana, esa piel realmente suave entre tus pechos y todas tus pecas entre tus brazos y hombros.

Para: andy@email.com
De: brittany@email.com
Curioso, esas son mis 5 cosas favoritas también. Parece que tenemos gustos similares en partes del cuerpo. Un día de estos te mostraré mi colección en el congelador…”