El papa Francisco, “superstar” de la palabra de Cristo, rivaliza con The Rolling Stones y su “Sympathy for the Devil” en el número de fans que han reunido en la playa de Copacabana en Rio.

La organización de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) estimó en 1,5 millones el número de jóvenes peregrinos que escuchó este jueves el mensaje de bienvenida del papa argentino en Copacabana. Las autoridades locales no dieron cifras.

Sin contar la tradicional fiesta de año nuevo carioca, con sus magníficos fuegos artificiales sobre el Océano Atlántico, nadie antes del pontífice había reunido a tanta gente en Copacabana.

Salvo por los rockeros británicos de la banda The Rolling Stones, liderados por el legendario Mick Jagger.

El 18 de febrero de 2006, la banda dio en esta misma playa el mayor concierto de su fantástica carrera, el cual fue gratuito y parte de la gira “A Bigger Band”.

Se estima que entre un millón y 1,7 millones de fans brasileños y extranjeros vibraron con la música de estos chicos malos.

Francisco y Mick hacen gala de un formidable poder de atracción, en estilos radicalmente opuestos.

El pontífice portaba el jueves su tradicional sotana blanca y no pretende medirse con el líder de los Stones, que usó un ajustado pantalón negro para destacar el meneo de su cadera durante su show carioca.

Puestos en escena, el papa y la estrella de rock tuvieron algunos puntos en común: inmensos podios y pantallas gigantes distribuidas en toda la playa para que nadie se pierda detalle.

Pero la comparación llega hasta ahí. El pontífice descansa por la noche en las alturas de Rio en la residencia de Sumaré, en medio de la selva tropical.

La tarde del jueves recorrió a bordo de su papamóvil, de pie y sonriente, toda la costanera de Copacabana en medio de la euforia de los fieles que llegaron a saludarlo.

The Rolling Stones, en cambio, se alojaron en el célebre hotel Copacabana Palace, con vista a la playa y a todas sus bellezas. Fieles a su leyenda, apenas durmieron.

Para alcanzar su podio, muy cerca de donde se instaló el del papa, sólo tenían que cruzar una pasarela que los conectaba con la playa, instalada especialmente para las “Satanic Majesties”.