Como siempre, los protectores solares, caros , muy caros o baratos, son los reyes del negocio veraniego europeo. El sol cada día más agresivo, conlleva elevados índices de radiación. El daño a la piel (cáncer) es algo más que probable. Para remate, he aquí que viene un químico y me sopla al oído algo que no se publica en periódicos porque, una vez más, pondría en entredicho a la poderosa industria, los laboratorios.

Con los excesos de calor, al final, las tantas cremas que se aplican los bañistas, van a parar a las aguas marinas. Y ahí entran en juego unas microscópicas e invisibles bacterias que asimilan esos menjunjes. Bacterias que luego se instalan en la piel de los nadadores con una retahíla de dolores y picores surtidos. Concurridas playas portuguesas, cercanas a Lisboa, por ejemplo Carcavelos, o en la costa de Caparica, sufren la pesadilla.

En España, pese a interminables escándalos públicos, la ola de turistas y de plagas no cesa. Por playas del Mediterráneo abundan las peligrosas medusas: celentéreo de cuerpo gelatinoso y provisto de tentáculos. Son hermafroditas, se reproducen como condenadas, pican a destajo, causan inflamaciones.

Son ejemplos incompletos de la miseria ambiental. Playas sucias, con visitantes sucios y descuidados. Aguas contaminadas. Toneladas de medicamentos, moléculas en desuso, que tragan los peces. O plástico devastando la fauna marina, que lo engulle y que vuelve a nuestras mesas por esas maravillas desdichas de la cadena trófica, la nutrición.

En Bulgaria, país de un millón 700 mil habitantes, el más pobretón de la Unión Europea, los ciudadanos están con el agua al cuello, indignados con tanta corrupción y un sistema judicial inoperante. Los búlgaros en Sofía, la capital, han cumplido, hasta el despacho de estas líneas, 40 días rodeando y asediando el Parlamento, cueva de Alí Babá y los cuarenta ladrones.

Plamen Oresharski, jefe del Gobierno, llegó al poder con votos socialistas y de una minoría turca, pero no ha sido capaz de atajar una crisis nacional en tres planos: política, económica y moral.

En España pasa lo mismo. La corrupción empapa y desborda a la derecha gobernante. Los documentos están a la vista. ¿Y cuál es la reacción? Playas, veraneo, jamón ibérico, cenas reales a todo lujo (en Rabat), yates para los paniaguados. Los altos índices de cesantía se mueven poco. A propósito, cabe recordar que, hoy por hoy, en toda Europa hay 26 millones de jóvenes sin mañana, cesantes.

Se buscan asesinos, torturadores y cómplices. “Un comportamiento inhumano no debería quedar jamás impune. Se trata de hacer justicia y la justicia no tiene fecha de caducidad”. ¿Estamos en Chile? No. Jamás. Estamos en Berlín, y ésas son palabras del presidente del Consejo Central de Judíos Alemanes, Dieter Graumann. En la capital germana, en Colonia y Hamburgo, se desarrolla una operación a fondo para buscar y detener a viejos nazis aún impunes. O sea, a los que pasaron (y siguen pasando) colados pese a sus graves fechorías durante esa espantosa etapa, la de campos de concentración y hornos crematorios.

“Tarde, pero no demasiado tarde”, dicen los carteles que llaman a la población a colaborar. Se calcula que aún quedan respirando entre 60 y 120 criminales. Pese a tener 90 o más años y a los achaques propios de la edad, siguen bien cuidados, resguardados, muy priscos.
Hace 68 años terminó la II Guerra Mundial: Europa destrozada, 60 millones de cadáveres. En la Alemania de hoy, los crímenes nazis no prescriben.

El Centro Simón-Wiesenthal que impulsa la cacería, informa: todavía siguen escondidos chacales que trabajaron en los pavorosos escuadrones de la muerte. Eran unos seis mil. El dos por ciento aún sigue con vida. La campaña se extenderá a Polonia, Rumania, Hungría, Croacia, Lituania, Estonia y Letonia. Incluso hay recompensa para quién ofrezca una información responsable: 25 mil euros.

Suman y siguen los predicadores del Islam que demonizan a las mujeres. El último sujeto, un estudioso del Corán, Malik Ibn Benaisa, habló en Melilla un discutido puerto con soberanía española, en la costa septentrional de Marruecos. En una mezquita y durante el ayuno del Ramadán afirmó que si una mujer usa perfumes y tacones aguja, es una fornicadora. Ellas, explicó, no pueden llevar cara y manos descubiertas y deben usar un pañuelo para taparse el pecho. ¿Edad Media? No, julio del 2013.

Y otra perla de religión y ciencia enfrentadas. Es en Holanda donde creyentes y practicantes calvinistas, unos 600 mil, habitan el llamado Cinturón Bíblico que cruza el país. Cuestionan dogmas con otros dogmas. Vienen de los tiempos de Juan Calvino, (1509-1564), un francés que le hizo la cruz y se enfrentó a la poderosa y ya por entonces corrompida Iglesia Católica Apostólica Romana.

En ese “cinturón” geográfico holandés ha surgido una epidemia de sarampión. Hay unos 500 niños afectados, aunque los servicios de salud calculan que la cifra podría ser diez veces mayor.

El Estado está obligado a proteger a los niños. Los calvinistas, porfiados como mulas, se oponen. Los virólogos, alarmados, han dispuesto inocular a 600 guaguas entre 6 y 14 meses. La vacuna regalada es útil, además para sarampión, rubeola y paperas.

Políticos y predicadores intérpretes de Dios están en pleno combate. No a la vacuna, “nada hay por encima de la Biblia”, dicen los creyentes. Un historiador, Hans van der Jagt, escribió en el periódico Volkskrant: “estamos ante un grupo marginal y egoísta de ortodoxos protestantes”.

El predicador Arnold Huijgen se quejó “por la falta de respeto del Estado y sus intromisiones en las libertades ciudadanas”. Y los médicos tiritan por lo que pueda pasarle a niños enfermos. La epidemia podría crecer y joder al resto del país.

Oscar “El Monstruo” Vega
Periodista, escritor, corresponsal, reportero, editor, director e incluso repartidor de periódicos.
Se inició en El Sur y La Discusión, para continuar en La Nación, Fortin Mapocho, La Época, Ercilla y Cauce.
Actualmente reside en Portugal.