El ex presidente egipcio Hosni Mubarak, procesado por complicidad en el asesinato de cientos de manifestantes y por corrupción, compareció este sábado por la mañana ante un tribunal de El Cairo para ser juzgado de nuevo.

Mubarak, de 85 años, llegó a la corte en silla de ruedas, vestido de blanco y con la mirada oculta por unas gafas de sol. Cuando lo llamaron, levantó la mano y respondió “presente”.

El ex hombre fuerte del país más poblado del mundo árabe comparecía junto a sus dos hijos Alaa y Gamal, su ex Ministro del Interior, Habib el Adli, y seis ex responsables de los servicios de seguridad.

Como ya sucedió en otras ocasiones, todos se declararon no culpables en el comienzo de la audiencia.

Abogados de las familias de las víctimas de la revuelta de 2011 gritaron “el pueblo quiere la ejecución del asesino” cuando Mubarak llegó al banquillo de los acusados.

En el exterior de la corte había miembros de familias que se personan como parte civil en el juicio.

“Sigo luchando por mis derechos. Tengo esperanza”, afirmaba Sanaa Said, madre de un joven de 20 años fallecido en enero de 2011. Más de 850 personas perdieron la vida en la revuelta popular, según cifras oficiales.

A unos metros de distancia, un puñado de simpatizantes de Murabak sostenían pancartas en las que se leía “libertad para el presidente”.

Este juicio tendría que haberse desarrollado el pasado 13 de abril, pero ese día, nada más empezar la audiencia, el presidente del tribunal, Mostafa Hasan Abadalá, decidió retirarse del caso. El magistrado había sido cuestionado por haber absuelto a varios responsables del antiguo régimen en otro proceso judicial.

En el primer juicio, que comenzó en agosto de 2011, Mubarak y Adli, contra los que se pedía la pena de muerte, fueron condenados a cadena perpetua. Los otros responsables fueron absueltos.

Un tribunal de casación anuló todos estos veredictos en enero pasado, lo que obligó a celebrar un nuevo juicio que, como el anterior, se lleva a cabo ante una corte penal instalada, por motivos de seguridad, en una academia de policía de los suburbios de El Cairo.

Alaa y Gamal están acusados de corrupción. Un hombre de negocios cercano al clan Mubarak, Husein Salem, será juzgado en rebeldía.

El primer juicio había suscitado mucho interés en Egipto y en todo el mundo árabe, sobre todo las imágenes del ex jefe del Estado, otrora todopoderoso, compareciendo tumbado en una camilla.

Sin embargo, el nuevo juicio perdió protagonismo ante la inestabilidad del país, inmerso en una profunda crisis política, de seguridad y económica.

Egipto está dirigido actualmente por el presidente Mohamed Mursi, procedente de la cofradía de los Hermanos Musulmanes perseguida en tiempos de Mubarak.

La salud de Mubarak fue objeto durante meses de especulaciones que afirmaban que se había deteriorado mucho y que sufría una profunda depresión. Pero en abril sorprendió mostrándose seguro de sí mismo y relajado en el banquillo de los acusados.

La decisión de un tribunal de decretar su puesta en libertad hasta la celebración de un nuevo juicio desencadenó una batalla judicial en las últimas semanas. El fiscal general consiguió al final que Mubarak permaneciera en prisión preventiva debido a nuevas acusaciones de corrupción.

Mubarak se encuentra actualmente detenido junto con sus dos hijos en la prisión de Tora, en las afueras de El Cairo, tras pasar un tiempo en un hospital militar.