La sucesión de escándalos que salpican a responsables políticos o económicos provoca una desconfianza cada vez mayor de los ciudadanos europeos hacia sus dirigentes, sobre todo en la lista creciente de países sometidos a políticas de austeridad.

El último gran caso conocido de evasión fiscal, fue el del propio ministro francés del Presupuesto, Jérôme Cahuzac (quien ya dimitió).

Reforzará “la visión un poco dominante del rechazo a las élites políticas que encontramos en casi toda Europa”, teme Eddy Fougier, del Instituto francés de Relaciones Internacionales y Estratégicas (Iris).

“Todo lleva a que esto refuerce (…) la tesis de que ‘están todos podridos’”, apunta.

Esta desconfianza, que en Francia ha aumentado en los sondeos, en los países del sur de Europa afectados por duras medidas de austeridad trasluce en la calle y hasta en las urnas.

“En España nunca hemos perdonado el hecho de meterse dinero al bolsillo, y además si esto coincide con una época de crisis generalizada, despierta sentimientos profundamente hostiles”, según Emilio de Diego, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid.

La formación en el gobierno, el Partido Popular (PP), tiene a sus espaldas dos investigaciones judiciales, una sobre unos cobros y repartos de dinero ilegales que habrían beneficiado a sus principales dirigentes, incluyendo al presidente del gobierno, Mariano Rajoy, y otra sobre varias empresas que pudieron haber obtenido numerosos contratos públicos a cambio de comisiones.

Los escándalos, que incluyen cuentas en Suiza y otros paraísos fiscales de ciertos personajes públicos, alcanzan incluso a la familia real española: la justicia investiga por presunta apropiación de varios millones de fondos públicos a Iñaki Urdangarin, esposo de la segunda hija del Rey, Cristina, que también está imputada en el caso.

En la vecina Italia, los escándalos de fraude son una constante en la hoja judicial del ex primer ministro Silvio Berlusconi. Y recientemente, los conocidos diseñadores de “Dolce & Gabanna” recibieron una multa que asciende a 343 millones de euros.

Los italianos estallaron en las elecciones de febrero, en las que el Movimiento Cinco Estrellas de Beppe Grillo, que defiende la lucha contra la corrupción y está contra las medidas de austeridad, se llevó el 25% de los votos.

“Ningún partido político debe hacerse ilusiones, aunque todos no han actuado de la misma forma, la población siente rabia hacia ellos”, estima Giacomo Marramao, profesor de la Universidad Roma III.

En Grecia, donde la evasión fiscal se practica a gran escala, miles de manifestantes denuncian a los “ladrones” ante el parlamento en todas las manifestaciones anti austeridad.

La “lista Lagarde”, que incluye los nombres de 2.000 griegos con cuentas en la filial suiza del banco HSBC, salpicó a tres gobiernos, y el ex ministro de Finanzas Giorgos Papaconstantinou fue acusado de falsificar la famosa lista para sacar a dos de sus primos.

Los países del norte les van a la zaga: además del escándalo en Francia, en Bélgica la reina Fabiola, de 84 años, creó hace unos meses una fundación privada que se vio como una forma de evitar los derechos de sucesión, lo que le llevó a renunciar a ella y a que el gobierno le retirara su dotación anual de 1,4 millones de euros.

Los escándalos de evasión fiscal conocidos en las últimas semanas han llevado al presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, a incluir la cuestión en la próxima cumbre de los 27, en mayo, aprovechando pasos como la reciente decisión de Luxemburgo de levantar parcialmente su secreto bancario en 2015.