El gobierno japonés decidió comprar las islas Senkaku, un archipiélago en el Mar de China reivindicado por Pekín, anunció el lunes un portavoz gubernamental en Tokio.

“Durante una reunión ministerial, hemos acordado convertirnos en propietarios de las tres islas Senkaku lo antes posible”, declaró el portavoz Osamu Fujimura, usando el nombre japonés de este pequeño archipiélago que Pekín llama Diaoyu.

Fujimura precisó que el gobierno alcanzó el viernes un acuerdo con los propietarios, una familia privada japonesa, pero no quiso desvelar el precio de la adquisición.

Según la prensa, la suma de transacción rondaría los 2.050 millones de yenes (26.100 millones de dólares).

La decisión de comprar las islas, que formalmente pertenecen a unos guardacostas japoneses, pretende garantizar “su preservación en la tranquilidad y la estabilidad”, añadió el portavoz.

Este grupo de islas sin habitar, situado a 2.000 km al suroeste de Tokio y 200 km al noreste de las costas de Taiwan que también las reivindica, es uno de los principales factores del deterioro actual de las relaciones entre los dos países.

El sábado pasado Pekín advirtió de nuevo formalmente a Japón que China no renunciaría a su reivindicación.

Nada más conocerse el proyecto de compra, Pekín había amenazado con tomar las “medidas necesarias para defender su soberanía territorial nacional”, sin dar más precisiones.

“No podemos evitar preguntarnos hacia dónde Japón intenta llevar las relaciones entre los dos países”, había indicado el portavoz del ministerio chino de Relaciones Exteriores, Hong Lei.

El pasado mes de agosto activistas a favor de Pekín desembarcaron en uno de las islas disputadas. Fueron rápidamente detenidos por las autoridades niponas y expulsadas.

Unos días después, una decena de nacionalistas japoneses izaron a su vez la bandera nipona en la misma isla para reafirmar su pertenencia a Japón.

La actuación desencadenó manifestaciones antijaponeses de miles de personas en más de 20 ciudades de China. En algunas ciudades los comercios japoneses, restaurantes y vehículos del país fueron blanco de ataques.

Tokio mandó de urgencia a su viceministro de Relaciones Exteriores, Tsuyoshi Yamaguchi, para entregar una carta del primer ministro japonés a las autoridades chinas, cuyo objetivo era evitar la escalada entre los dos países a propósito de su diferendo territorial.

A finales de agosto, un hombre sin identificar arrancó el banderín japonés del vehículo diplomático del embajador de Japón en China.

Tokio también tiene un conflicto territorial a propósito de otras islas con Corea del Sur. Las relaciones se han degradado fuertemente entre estos dos importantes aliados de Estados Unidos en la región desde una visita en agosto del presidente surcoreano, Lee Myung-Bak, a las islas Doko, reivindicadas por Tokio con el nombre de Takeshima.

Debido a estos conflictos, el primer ministro japonés, Yoshihiko Noda, no celebró ningún encuentro formal con los representantes chinos ni surcoreanos durante la cumbre Asia Pacífico (APEC) del fin de semana pasado en Vladivostok.

Ante esta degradación de la situación regional, la secretaria de Estado norteamericana Hillary Clinton llamó el domingo a Seúl y Tokio a la calma, de la misma forma que unos días antes llamó a China a negociar con los países del sureste asiática, también por problemas territoriales, esta vez en el sur del Mar de China.