El jefe del gobierno italiano, Mario Monti, y el primer ministro finlandés, Jyrki Katainen, mostraron este miércoles sus diferencias sobre el uso del dinero de la zona euro, tras un encuentro amistoso.

Tras casi dos horas de reunión con su homólogo italiano, el primer ministro finlandés reiteró que no desea, como pretende su invitado, que los recursos comunes de los 17 Estados miembros de la Eurozona sean utilizados para comprar deuda de los países en dificultades.

“No creemos que sea la forma más eficaz de utilizar el dinero”, dijo Katainen a la AFP, ya que “tememos que el FEEF (Fondo Europeo de Estabilidad Financiera) o el MEDE (Mecanismo Europeo de Estabilidad) se queden rápidamente sin dinero si empezamos a intervenir en el mercado secundario” para comprar deuda, añadió.

En cambio, no descartó otras posibilidades para hacer frente a la crisis, como una línea de crédito, como lo hace el Fondo Monetario Internacional.

“Estos fondos podrían utilizarse como una especie de línea de crédito por precaución para mantener a los países en el mercado. Pero estos mecanismos están pensados para ser utilizados solo cuando el país se hunde”, dijo Katainen.

La Eurozona inició en 2010 planes de rescate para sus Estados miembros que no podían acudir a los mercados debido a los rendimientos prohibitivos que les exigían.

Grecia fue el primer beneficiario y después le siguieron Irlanda y Portugal. Chipre también ha pedido ayuda y España un plan de recapitalización para sus bancos.

Pero no hay nada previsto para ayudar a los países cuyos tipos de interés suben peligrosamente, si no son las eventuales intervenciones del Banco Central Europeo.

El consejo de gobernadores del BCE se reúne este jueves en medio de las especulaciones tras el reciente anuncio de su presidente Mario Draghi sobre la intervención en el mercado de la deuda para reducir la tensión que rodea a España e Italia.

Monti viajó a Helsinki para asegurar que Italia, tercera economía de la zona euro, no va a recurrir a ningún plan de rescate de Europa, aunque necesite apoyo. También ha hablado, de manera informal, con el comisario europeo para Asuntos Monetarios, el finlandés Olli Rehn.

En un despliegue de amabilidad en una conferencia de prensa, Katainen se alegró del encuentro “extraordinario”, mientras que Monti saludó a uno “de los interlocutores más interesantes” en Europa, declarándose “admirador de Finlandia gracias a la continuidad de su apoyo sincero y fiable”.

Pero “sería un acontecimiento terrible para la integración si el euro, que debía ser la etapa más perfecta de la integración europea (…) se volviera poco a poco la causa de la división y de la desintegración”, advirtió el italiano.

Por eso, instó al gobierno finlandés a que combata el euroescepticismo de su población.

Además de los esfuerzos para socorrer a las economías de la zona euro en dificultades, dijo, “también tenemos que guiar de manera pedagógica a nuestra opinión pública en estos tiempos, en particular en lo que respecta a la profundización sin precedentes de la integración europea, que no está exenta de riesgos”.

Los dos jefes de gobierno están de acuerdo en el diagnóstico.

Mientras las reformas italianas son elogiadas, ¿por qué no cosechamos resultados, sino que más bien vemos los esfuerzos, al menos en parte, esfumados por los altos costes de financiaciación y en alza?” se interrogó Monti en una tribuna publicada en varios diarios finlandeses.

“La principal respuesta es que los mercados temen que la zona euro no sobreviva en su forma actual” y que “no haya posibilidad de negar que los mercados son ampliamente disfuncionales”, con países de la zona euro que se financian a tasas de interés negativo y otros excepcionalmente altos, estimó.

Katainen lo corroboró. “El problema en este momento es que la economía de mercado no funciona en los mercados financieros, ya que estos no reflejan lo que los países ya han hecho o lo que pretenden hacer”, dijo a la AFP.