En oportunidades llegar a dar la impresión de que hubiera una inteligencia misteriosa moviendo los hilos del devenir histórico de los seres humanos. A menudo los hechos significativos se presentan apiñados en racimos que se vinculan con otros como las letras de un mensaje, de una palabra cuyo sentido no entendemos por completo.

A lo largo de la historia han surgido sucesivos pensadores que trataron de comprender los mecanismos que trazan los rumbos del devenir de las sociedades y civilizaciones.

Pero la actual evolución, muy fuerte en las disciplinas llamadas exactas, como matemáticas, física, química, levantaron el mito que son las ciencias que más comprometen a la inteligencia humana, y eso es falso, cualquier estudiante de inteligencia media que sea perseverante y aplicado aprenderá con facilidad los algoritmos que usarán para desempeñarse como ingeniero, médico o químico industrial.

En cambio, el complejo campo de la ciencia de la conducta humana no solo exigen inteligencia superior, sino además una percepción profunda que solo se logra a partir de una cultura sólida y afinamiento perfecto con la sutileza de lo que llamamos el alma humana.

De ahí a que a estas alturas tenemos a nuestro alcance un bazar tecnológico prodigioso, en cambio seguimos sumidos en la incertidumbre y desesperanza, tanto o más que hace 5, 10 o 30 siglos atrás. En eso incide la ignorancia de nuestra gente, sobre la filosofía, la lógica del pensamiento humano y sobre la historia, materia que según nuestros gobernantes no sirven para ganar plata… y la plata es lo único que sirve…

Escucha a continuación la crónica producida y dirigida por Ruperto Concha.