El presidente ruso, Dimitri Medvedev, inicia este miércoles su última cumbre con la UE, marcada por las fuertes discrepancias en temas como las legislativas rusas, Siria e Irán.

Medvedev cenará con el presidente de la UE, Herman Van Rompuy, esta noche en Bruselas, dando inicio a la cumbre semestral UE-Rusia, en la que también debatirán la posibilidad de que Moscú ofrezca su ayuda a Europa para salir de la crisis de la deuda.

El presidente ruso dará una conferencia de prensa el jueves a las 12H45 GMT y luego participará en una mesa redonda a las 14H00 GMT con empresarios, tras lo que finalizará la cumbre.

La pasada semana, la jefa de la diplomacia de la UE, Catherine Ashton, exhortó a Moscú a actuar tras un informe de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) que concluyó que el resultado de las elecciones legislativas que ganó el partido Rusia Unida, del primer ministro Vladimir Putin y del presidente Medvedev, había sido fraudulento.

Medvedev rechazó las reivindicaciones de la oposición rusa, que exige nuevas elecciones legislativas, pero prometió investigar los fraudes denunciados, tras las manifestaciones sin precedentes que cuestionaron la victoria del partido gobernante.

Putin ya anunció su intención de retornar al Kremlin mediante las elecciones presidenciales del 4 de marzo próximo, y Medvedev hizo pública su decisión de no presentarse en esos comicios.

El ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, pidió a los países europeos que se concentren en sus propios asuntos.

Rusia está “muy preocupada” por la crisis de la Eurozona, dijo Medvedev.

En ese sentido, Moscú podría una vez más proponer su ayuda a través del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Rusia hasta ahora no ha precisado ninguna cifra sobre la ayuda que podría dar a través del FMI. Al igual que sus socios que conforman el bloque de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), Moscú se negó hasta ahora a participar en ayudas a Europa invirtiendo en el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), pero sí mencionó la posibilidad de hacerlo a través del FMI.

En el terreno diplomático, se esperan pocos avances sobre asuntos polémicos como Siria o el programa nuclear de Irán.

Rusia ha denunciado en varias ocasiones la injerencia “devastadora” de países extranjeros en Siria. Rusia, aliada de Siria, se niega a que el régimen de Bashar Al Asad sea condenado en la ONU por la sangrienta represión de un movimiento de protesta iniciado en marzo.

A diferencia de la UE, Moscú considera además que no tiene ningún sentido imponer más sanciones contra Irán por su programa nuclear y cree que el diálogo con Teherán es la única vía posible.

Al menos durante la cumbre, quizá celebren la puesta a punto de Nord Stream, el nuevo gasoducto que une directamente Rusia y Europa pasando por el mar Báltico, que comenzó a funcionar a comienzos de noviembre, iniciando un nuevo capítulo en sus conflictivas relaciones energéticas. O también que finalmente Moscú cumplirá con su aspiración de ser pleno socio de la Organización Mundial de Comercio (OMC).