La policía sanitaria de Nueva York provocó un escándalo el miércoles al imponer al Hotel Algonquin, un clásico de Manhattan, que mantuviera con una correa al gato de la recepción, una tradición en el hotel desde la década de 1930.

Matilda, la décima gata del Algonquin y la tercera con ese nombre, debió soportar la humillación de llevar un collar y una correa después de que los inspectores de los servicios de higiene decretaron que el prestigioso hotel, que también alberga un restaurante, no incluya animales sueltos donde se sirve comida.

La perspectiva de recibir una mala calificación de la inspección sanitaria que pudiera dañar la reputación de la institución obligó a la dirección del hotel a privar a su famoso felino de su libertad.

“Ella está ahora con correa, pero a medida en que aprenda dónde no debe ir la dejaremos libre”, dijo Alice Dealmeida, portavoz del hotel de Manhattan, famoso por albergar un salón de glamour literario conocido como la Mesa Redonda en la década de 1920.

“Está en el mostrador de la recepción con una sonrisa”, contó. Y agregó que la gata estaba siendo entrenada para “no ir adonde se sirve comida”.

El tabloide New York Post expresó su indignación por este ataque a la libertad de los felinos, titulando la noticia como un “MIAUscándalo” (MEOW’TRAGE).

“¡Qué mal! Matilda es parte del Algonquin. ¿(Las autoridades de) la ciudad no tienen nada mejor que hacer?”, dijo un enojado fanático de Matilda en la página de Facebook del felino.

En el Hotel Algonquin siempre ha habido un gato desde 1930. Matilda, igual que sus predecesores, recibe correo electrónico y tiene su propio dormitorio con una gatera, y servicio a la habitación, por supuesto.