Los rebeldes libios están convencidos de que la conquista de la ciudad petrolera de Brega, situada en las costas del golfo de Sirte, se llevará a cabo en “cuestión de días”.

Desde hace tres semanas, la rebelión -apoyada por los aviones y helicópteros de la OTAN- intenta hacerse con este puerto situado a 240 kilómetros al suroeste de Bengasi, que hasta hace poco era la principal salida al mar del petróleo extraído en el centro del país.

El miércoles, los soldados rebeldes llegaron al límite este de la ciudad, junto a las avenidas de la zona residencial, constató un periodista de la AFP.

“Cada día ganamos terreno, estamos a las puertas de la ciudad y algunos hombres han penetrado en la zona residencial”, explicó Fawzi Bukatif, ingeniero civil convertido en uno de los principales jefes militares de la insurrección.

“Podríamos estar en la ciudad hoy. Pero es mejor ir despacio para ahorrar vidas, y controlar metódicamente nuestra progresión”, aseguró Bukatif, que dirige las operaciones en toda la zona.

Su “centro de mando” es un viejo edificio frente al mar, rodeado de algunos contenedores, a 70 kilómetros al noreste, en el perímetro de la refinería cercana a Al Zuwaylinah.

“Quien se apodere de Brega, controlará todo el centro desértico del país y sus reservas petroleras”, destacó el jefe rebelde, quien afirma dirigir a sus hombres de la misma manera que manejó su “proyecto de empresa” en el pasado.

El desierto de Sirte, bordeado por el Mediterráneo al norte, es una frontera natural de unos 500 kilómetros entre la región tripolitana (oeste) y la región cirenaica (este).

Brega se extiende sobre una decena de kilómetros de este a oeste a lo largo de la carretera que bordea la costa y une las ciudades de Ajdabiya, en territorio rebelde, y Ras Lanuf, bajo control de las tropas leales a Gadafi.

Es una ciudad petrolera que cuenta con una refinería, un puerto, una zona residencial e infraestructuras industriales.

Hasta ahora, los rebeldes han presionado por el este desde tres frentes: la playa, la carretera procedentes de Ajdabiya y desde más al sur, por donde intentan tomar la ciudad desde el interior.

“Los tenemos casi cercados. Estamos utilizando nuestra artillería para vaciar la ciudad”, precisa Bukatif.

Las tropas del régimen han establecido en toda la ciudad sólidas líneas de defensa para frenar el avance de los rebeldes, con centenares de minas, escondites y una ingeniosa red de túneles subterráneos para que tanques y otros vehículos no sean interceptados desde el aire por la Alianza Atlántica.

“Los bombardeos de la OTAN son muy eficaces”, y obligan a los “3.000 hombres” de Gadafi a replegarse progresivamente, cuenta el jefe rebelde, según quien no queda ni un civil en la zona, a excepción “unas diez familias que hacen la comida para las tropas”.

El mayor punto de resistencia es una fábrica situada en el “gran río artificial”, una inmensa canalización que lleva el agua de las capas freáticas del desierto hacia las zonas costeras, donde las fuerzas del régimen están atrincheradas.

“Es cuestión de días. En cuanto hayamos tomado esta fábrica, se habrá acabado”, afirma Bukatif.

“Brega es un símbolo. Psicológicamente necesitamos esta victoria”, reconoce.

“El objetivo no es dirigirnos hacia Trípoli”, algo imposible al hallarse el desierto de Sirte en medio, región de donde procede Gadafi y bastión del régimen.

Primero se trata de “ayudar a los otros frentes de Misrata y Nefusa, reteniendo y debilitando al máximo las fuerzas de Gadafi”.

Luego, habrá que poner en marcha “en cuanto antes” las instalaciones petroleras y reanudar parcialmente las exportaciones de oro negro.