El reconocido psiquiatra y miembro de la Academia Chilena de Medicina, doctor Otto Dörr, dijo que la falta de normas y de referentes importantes en la sociedad chilena han provocado no sólo un deterioro preocupante en el lenguaje de los jóvenes, sino que también un aumento en el consumo de alcohol y estupefacientes.-

Manifestó que “existe una sociedad sin límites, marcada por una concepción hedonista de la vida, donde lo entretenido y lo que produce placer es bueno, y lo que no, es malo o no interesa”.

“Estamos en una sociedad que carece de normas y eso es muy grave. Y en el futuro podríamos estar todavía peor, porque somos uno de los mayores consumidores de marihuana en el mundo y los niveles de consumo de alcohol en la juventud alcanzan cifras inverosímiles, muy superiores a Estados Unidos, España, Francia y otros. Esto es particularmente grave en las mujeres jóvenes, porque su fisiología es distinta a la del hombre y una serie de factores que sería muy largo detallar aquí hacen que, frente a la misma cantidad de alcohol, el efecto sobre ellas sea mucho peor que en los varones”, expresó el doctor Otto Dörr.

“Además habría que agregar que la precariedad del lenguaje hablado por los jóvenes representa un peligro aún mayor, porque perder la palabra es lo mismo que perder el espíritu”, precisó.

A su juicio con suerte el chileno medio utiliza 400 palabras y la juventud, menos aún.

“Lo que está a años luz de una persona culta alemana que maneja aproximadamente 16.000 palabras y más aún del gran poeta, dramaturgo y científico, Johann Wolfgang von Goethe, que utilizaba 80.000″, comentó.

El facultativo agregó que “la falta de lectura, el mal uso de Internet y la pésima calidad de los programas que se transmiten por televisión han, sin duda, ayudado a producir esta suerte de atrofia del lenguaje que se observa en Chile”.

“En el caso de la mayoría de los hombres el problema es aún más grave, puesto que su lenguaje está plagado de groserías y además pronuncian muy mal y no se les entiende nada. Desgraciadamente las mujeres también se están contaminando con esta forma de hablar, pero todavía hay un grupo que se salva. Además, por una misteriosa razón, ellas pronuncian mejor y no farfullean, como los varones”, expresó el médico.

Enfatizó que a nivel de las autoridades no se ha hecho nada por salvar el lenguaje de los chilenos.

“Hay que empezar en los colegios a enseñarles a hablar y a leer a los niños, a que aprendan a querer su idioma, como ocurre en Francia, Inglaterra o Alemania, donde la gente tácitamente compite por quién se expresa mejor”, aseveró.

“No hay propiamente una elite digna de servir de modelo, tanto en el modo de hablar como de conducirse. Tampoco se enseña en los colegios a admirar a nuestros héroes, a nuestros grandes políticos, a nuestros literatos, artistas o científicos, personajes que sí serían dignos de imitar”, enfatizó.

“En Alemania el gran Goethe tiene una presencia permanente en la sociedad: En todas partes, colegios, universidades y sobremesas, se repiten sus poesías, que tienen gran belleza y profundidad, y se discuten sus ideas filosóficas, científicas y políticas”.

Sin embargo, el profesional reconoce también algunos signos esperanzadores.

“Lo mejor que ha pasado en Chile en los últimos años es el fenómeno de las orquestas juveniles. En los 15 años transcurridos se han formado ya 300 orquestas, que han transformado no sólo la vida de estos niños y jóvenes músicos, sino también la de sus familias. Porque la música, dada su perfección intrínseca, ayuda a moldear y elevar el espíritu. En la Grecia clásica se pensaba que la música era perfecta, porque reproducía la armonía del movimiento de las estrellas y esa armonía la trasladaba la música al alma tanto del ejecutante como del auditor”, expresó Dörr.