Con el titular “Gracias y adiós” la publicación británica News of the World fue impresa por última vez el sábado, poniendo fin a una historia de 168 años de noticias exclusivas y escandalosas.

Los periodistas de este tabloide, que se vendía como pan caliente, terminaron de editar el último número, mientras el magnate de la prensa Rupert Murdoch viajaba a Londres.

Murdoch intentará minimizar los daños en el escándalo de las escuchas de News of the World, una de las principales publicaciones británicas, que publicará su última edición este domingo.

En la primera página figuraba un montaje de algunas de las grandes noticias exclusivas publicadas por News of the World, y un mensaje: “Después de 168 años, decimos finalmente un triste pero orgulloso adiós a nuestros 7,5 millones de fieles lectores”.

El tabloide dominical dejó de lado los titulares sensacionalistas sobre famosos, políticos o miembros de la realeza, que hicieron su reputación, para enviar este simple mensaje a sus lectores, informaron la BBC y el canal Sky News.

Más de 200 empleados de la plantilla de News of the World se enfrentarán a un futuro incierto con el cierre de la publicación.

Entretanto, el magnate australo-estadounidense de 80 años, que sigue al frente de su imperio mediático News Corp, debía llegar el domingo a la sede de News International (NI), la compañía que agrupa las operaciones de sus empresas en Gran Bretaña.

Murdoch decidió tomar cartas en el asunto en pleno furor por el escándalo del tabloide sensacionalista News of the World. Su hijo James, presidente de las operaciones británicas reunidas en News International, decidió sencillamente cerrar el semanario, que este domingo saldrá a los kioscos por última vez.

El cierre de una de las publicaciones inglesas más vendidas del mundo, con 2,8 millones de ejemplares, no puso coto a un escándalo con importantes ramificaciones políticas y judiciales.

“Es un día muy difícil para todos nosotros”, resumió el actual jefe de redacción del tabloide, Colin Myler, en un mensaje electrónico al personal.

Uno de los empleados llevaba una camiseta con un letrero impreso: “adiós mundo cruel”.