La Organización de Estados Americanos (OEA) iniciará el domingo en San Salvador su 41 asamblea general con la agenda centrada en el tema de la seguridad, en un cónclave en que pondrá a prueba su capacidad para lograr consensos y enfrentar los nuevos desafíos.

La asamblea será inaugurada por el presidente salvadoreño Mauricio Funes y el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, y el lunes asistirá el mandatario hondureño Porfirio Lobo para agradecer la readmisión del país en el foro, tras dos años de suspensión por el golpe de Estado de junio de 2009.

“La expectativa es tener resultados concretos porque solamente con declaraciones no vamos a enfrentar el tema del crimen organizado transnacional en nuestra región”, declaró Insulza.

El canciller salvadoreño Hugo Martínez dijo que el “mayor objetivo es lograr la más grande cooperación en todo el continente frente a una amenaza común”, como el crimen organizado.

La presencia de Honduras en la cita continental debería augurar un clima de consenso, pero no es así, pues la OEA ha venido mostrando dificultades para ponerse de acuerdo y hay países que dudan de la eficacia del organismo, por lo que avanzan en crear otros foros.

Además, el propio plan de seguridad –cuyo borrador fue redactado por El Salvador — podría crear nuevas desconfianzas, según advierten analistas.

“La OEA en su guerra contra el crimen deberá decidirse entre dos concepciones de seguridad: una promovida por Estados Unidos y otra que los países con independencia puedan ver desde la perspectiva del derecho”, dijo el analista y académico salvadoreño Roberto Cañas a la AFP.

La guerra total al narcotráfico, bajo auspicios de Washington, no ha detenido el envío de drogas hacia Norteamérica ni ha elevado los niveles de seguridad en América Latina, sino que los ha deteriorado, dijo.

“Quedó claro que las órdenes de cómo combatir el narcotráfico las han dado las agencias antidrogas estadounidenses y los que han puesto los muertos son pueblos” latinoamericanos, indicó Cañas.

La inseguridad es un problema recurrente en el continente, con picos en América Central, donde Guatemala, Honduras y El Salvador registran tasas de homicidios que superan ocho veces la media mundial.

El canciller salvadoreño adelantó que el plan de seguridad contempla cinco áreas “fundamentales”: prevención, persecución del delito, rehabilitación, reinserción y fortalecimiento institucional.

Pero podría ser complicado aprobar un plan concreto de acción, como lo pide Insulza, pues la asamblea de San Salvador tendrá lugar luego de que la OEA mostrara dificultades para resolver la crisis hondureña.

La OEA vive una “crisis de prestigio”, afirmó el analista salvadoreño Antonio Martínez.

“La OEA ha venido trabajando de acuerdo al mandato de los Estados Unidos, porque aunque queramos ver de una manera diferente, la OEA es un mecanismo creado por este país”, declaró el analista el viernes al vespertino Colatino.

Por eso América Latina ha venido trabajando otras iniciativas “propias”, destacó.

El gobierno venezolano de Hugo Chávez y sus aliados son firmes impulsores de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), una organización paralela a la OEA, pero sin Estados Unidos ni Canadá, que nacerá formalmente el 5 de julio en Caracas.

Insulza defendió la vigencia de la OEA tras la reincorporación de Honduras, aprobada el miércoles en Washington: “Es en los momentos de crisis cuando se ve cuán importante es esta organización”.

Pero la OEA se ha visto obligada desde el año pasado en varias ocasiones a recurrir a votaciones para tomar sus resoluciones y dejar de lado su tradicional consenso, algo que no sucedía desde hace 15 años.