Generales disidentes acusaron el domingo al presidente yemení Alí Abdalá Saleh de haber entregado una provincia del sur a los “terroristas”, después que presuntos elementos de Al Qaida tomaron el control de la ciudad de Zinjibar.

En Saná, la tensión seguía siendo grande a pesar de la consolidación de una tregua entre fuerzas del orden y las milicias del poderoso jefe tribal de los Hached, jeque Sadek al-Ahmar, que se enfrentaron a comienzos de la semana.

Un responsable yemení anunció que elementos armados que estarían vinculados con Al Qaida tomaron el control de la ciudad Zinjibar al cabo de combates con el ejército que dejaron 23 muertos, entre ellos cinco civiles que perecieron el domingo.

En un comunicado, oficiales disidentes, entre ellos el general Ali Mohsen al-Ahmar, que adhirió a la revuelta en marzo, acusaron a Saleh de haber “entregado la provincia de Abyane a los grupos terroristas armados” y llamó al ejército a “librarles batalla”.

También acusaron a Saleh de “dividir al ejército yemení” y llamaron a las unidades aún fieles al jefe del Estado a unirse a las protestas.

La oposición estimó que Saleh había “entregado la ciudad a grupos armados” para “agitar el espantajo de Al Qaida” y para seguir teniendo un apoyo internacional.

El jefe del Estado, que rechaza dejar el poder a pesar de la presión popular, afirmó recientemente que la inseguridad podría provocar la caída en manos de Al Qaida de varias provincias del Sur y del Este.

Según un responsable local, más de 200 hombres armados invadieron Zinjibar el viernes y se enfrentaron a las fuerzas gubernamentales. “No queda más que una brigada mecanizada rodeada”, agregó.

“Los hombres armados ultimaron a los soldados que se habían rendido y nos impidieron enterrar a los militares muertos, por lo que sus cadáveres quedaron al sol”, afirmó un habitante que pidió mantener el anonimato.

Decenas de familias huyeron de la ciudad “en manos de hombres armados que dicen pertenecer a Al Qaida”.

En la capital, en virtud de un acuerdo, los hombres del jeque Ahmar comenzaron a evacuar los edificios públicos de los que habían tomado el control a comienzos de semana, en combates que dejaron al menos 68 muertos.

Después del ministerio de la Administración local, deben abandonar otros edificios entre ellos la sede de la agencia de prensa oficial SABA.

“No queremos enfrentamientos en Saná, pero Alí Abdalá Saleh quiso provocar una guerra civil, atacó nuestras casas y nos defendimos”, declaró a la AFP el jeque Hachem al-Ahmar, hermano del jeque Sadek.

En el resto de la ciudad fueron levantados retenes por las fuerzas fieles al presidente Saleh y por unidades disidentes del ejército, en medio de un despliegue reforzado de blindados y ametralladoras.

Los automovilistas formaron largas filas delante de las gasolineras debido a una aguda escasez de combustible.

Después de la desaparición el sábado de tres humanitarios franceses en el sur de Yemen, la ONG Triangle Génération Humanitaire decidió repatriar más de la mitad de la decena de expatriados que trabajan para ella en este país.

La hipótesis de un secuestro es evocada por estos humanitarios.