La Agencia France Presse (AFP) hoy publicó una nota donde califica el rescate de los 33 mineros, que estuvieron atrapados más de 2 meses en el yacimiento San José en el norte de nuestro país, como la “mejor historia de 2010″.

www.fotopresidencia.cl

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Este es el relato publicado por el ente de noticias:

Sesenta y nueve días después de haber quedado sepultados en una mina en el norte de Chile, 33 mineros fueron rescatados en una impecable operación que coronó una de las mejores historias de 2010. A más de dos meses de su liberación, casi la mitad de ellos están listos para retomar su vida laboral.

El jueves 5 de agosto, cuando se disponían a almorzar, ocurrió el derrumbe que los sepultó a 700 metros de profundidad en la antigua mina San José, en el desierto de Atacama.

Se iniciaba así una de las mejores historias de 2010, que hizo transitar a Chile por emociones extremas, pasando por la angustia los primeros 17 días en que no se tuvo contacto con ellos hasta la máxima emoción cuando se concretó su rescate el 13 de octubre.

El 2010 estuvo marcado por la tragedia en Chile, comenzando con un devastador terremoto y posterior maremoto, que dejaron más de 500 muertos, y finalizando con la muerte de 81 presos en el incendio de una cárcel de Santiago. Por este motivo el rescate de los mineros fue la nota esperanzadora del año.

Tras el derrumbe, los mineros fueron a un refugio de seguridad, donde sólo encontraron algunas latas de atún y algo de leche. Sin salida alternativa, casi en penumbras, con un sofocante calor y escaso alimento, la muerte comenzó a rondarles.

“Primero sentimos el sonido cuando cayó la roca, después vino como un viento y se levantó mucho polvo. Pensé que no íbamos a salir más”, relató Jimmy Sánchez, de 19 años, el más joven de grupo, a la última edición del semanario The Clinic.

“Ver los vasos con medio vaso de atún es para volverse loco. Quedamos muy mal de ánimo. El encierro te desespera”, agregó.

En las afueras de la mina sus familiares se reunían, preguntándose si habían salvado ilesos y si contaban con aire, luz o comida, en la precariedad del desierto chileno.

Enterado del accidente, el presidente Sebastián Piñera canceló una visita a Colombia y volvió a Chile. Antes envió a la mina a su por entonces desconocido ministro de Minería, Laurence Golborne.

Un nuevo derrumbe dos días después hizo fracasar el intento de un rescate directo, obligando a delinear un nuevo plan: comenzar con orificios de 12 cm de diámetro, asumiendo que la liberación no tardaría días ni semanas, sino meses.

La idea era alimentarlos por esa pequeña vía mientras se excavaba un orificio lo suficientemente ancho para extraerlos. Hubo varios intentos fallidos hasta que después de 17 días, cuando arreciaba ya la desesperanza, se logró ubicarlos. Por el pequeño orificio, los mineros atrapados hicieron llegar un mensaje: “Estamos bien en el refugio los 33″.

La historia cobró entonces ribetes épicos. Al fondo de una mina, 33 hombres sobrevivían en un ambiente lúgubre, con calor y humedad, mientras afuera sus familias se instalaban, primero con unas pocas carpas, luego creando un pequeño pueblo bautizado ‘Campamento Esperanza’, al que llegaron cientos de periodistas.

Sesenta y nueve días después se gestó la inédita operación de rescate, que culminó al cabo de 22 horas, cuando uno a uno los mineros emergieron en una pequeña jaula de metal conocida como ‘cápsula Fénix’.

Millones de personas siguieron por TV la transmisión del rescate, que se convirtió en un fenómeno mediático comparado con la cobertura de la final de la copa del Mundo de Sudáfrica.

Los mineros y sus familias -convertidos en celebridades- quedaron bajo terapia médica para recuperarse, sobre todo en el aspecto sicológico.

Esta semana, 14 de ellos fueron dados de alta, confirmó el sicólogo a cargo del grupo, Alberto Iturra, a la AFP.

“Ahora tienen que volver a la realidad sí o sí”, señaló Iturra, sin detallar por qué el resto continuaba en terapia.

Mientras se recuperaban todos estaban bajo licencia médica, la cual les permitió recibir sus salarios. Por eso ahora muchos piensan qué hacer con sus vidas, mientras otros dictan charlas, como Mario Sepúlveda, Omar Reygadas o Raúl Bustos.

Algunos prefirieron alejarse de la exposición pública y la mayoría no concede entrevistas sin previo pago.

“Ellos lo están pasando bien y se han desempeñado extraordinariamente bien” en sus actividades públicas, agregó el sicólogo.

No todo sin embargo ha sido felicidad: a los pocos días del rescate algunos sufrieron cuadros de angustia y otros que tenían problemas con el alcohol se excedieron, cuestión que aún no pueden controlar.

“A los que les gustan el trago siguen tomando lo mismo de antes. Han tenido sus disputas y sus cambios de opinión, pero no más que otros grupos. Hay algunos que están incluso celosos por la fama de otros”, agregó.