Corea del Norte afirmó el sábado que “nadie puede prever las consecuencias” de la participación el domingo de un portaaviones norteamericano en las maniobras conjuntas con Corea del Sur en el mar Amarillo, según un comunicado difundido por la agencia oficial KCNA.

“Si Estados Unidos trae finalmente su portaaviones al mar Occidental (Mar Amarillo) nadie puede prever las consecuencias”, advirtió el texto.

Poco antes, el régimen estalinista prometió “golpear sin piedad” en caso de violación de su espacio soberano, en especial en el mar Amarillo, en el lugar donde operarán durante cuatro días los navíos coreanos y estadounidenses, entre ellos el portaaviones “George Washington”.

Pekín, principal apoyo de Corea del Norte, se dijo también opuesto a la organización de estas maniobras y advirtió contra “toda acción militar no autorizada” a lo largo de sus costas.

“Este ejercicio no está dirigido contra China”, respondió un portavoz del Pentágono. Estas operaciones “son de naturaleza defensiva y destinadas a reforzar la disuasión contra Corea del Norte”, agregó.

La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, mantuvo el viernes una conversación telefónica con su homólogo chino, Yang Jiechi, para discutir sobre la tensa situación en la península coreana.

El jefe de la diplomacia ruso, Sergei Lavrov, también se entrevistó por teléfono el sábado con Yang Jiechi para resaltar “la necesidad de prevenir una mayor intensificación de la situación” y actuar hacia vías que “alivien las tensiones” entre las dos Coreas, según un comunicado del ministerio ruso.

Estas maniobras navales tienen lugar cinco días después del bombardeo por Pyongyang de la isla surcoreana de Yeonpyeong, situada en el mar Amarillo.

Este ataque, de una magnitud sin precedentes desde la guerra de Corea (1950-1953), causó cuatro muertos y una veintena de heridos.

Corea del Sur prometió el sábado vengar la muerte de sus dos infantes de marina, cuyos funerales se celebraron el sábado cerca de Seúl.

A la ceremonia fúnebre, difundida en directo por la televisión, asistieron numerosos responsables políticos y militares.

“Nosotros con seguridad vengaremos vuestras muertes”, declaró Yoo Nak-Joon, jefe del estado mayor de la Marina, ante las fotos de los dos soldados fallecidos.

El nuevo ministro de Defensa surcoreano, Kim Kwan-Jin, nombrado el viernes, afirmó “responder rápida y firmemente a la actual situación de crisis” con Pyongyang, y preconizó “devolver los golpes multiplicados” en caso de ataque militar de Corea del Norte, citado el sábado en el diario conservador Chosun Ilbo.

En una concentración en el centro de Seúl, ex combatientes surcoreanos exigieron también el sábado una respuesta firme contra el régimen estalinista.

“Unámonos y venguémonos”, gritaban los ex soldados de la marina, vestidos de uniforme, al tiempo que quemaban una bandera norcoreana y retratos del dirigente Kim Jong-Il y de su hijo Kim Jong-Un, supuesto heredero.

Por su parte, Corea del Norte dijo también este sábado que “si es verdad” la muerte de civiles surcoreanos en los bombardeos del martes sería “muy lamentable”, pero de todos modos es responsabilidad de Seúl, que ha recurrido a “escudos humanos”.

Según un comunicado difundido por la agencia KCNA, “Seúl utiliza asiduamente en sus campañas de propaganda las ‘víctimas civiles’ para dramatizar, dando la impresión que los civiles sin defensa fueron expuestos a un ‘bombardeo ciego’”.

“Si (la muerte de civiles) es verdad, es muy lamentable, pero el enemigo tiene que ser dado por responsable de lo que pasó porque actuó de forma extremadamente inhumana utilizando ‘escudos humanos’”, agregó el régimen norcoreano.