La crisis entre Japón y China parecía empeorar el viernes en Hanói, donde una hipotética cumbre entre los primeros ministros de las dos potencias rivales parecía desvanecerse, ya que Pekín acusa a Tokio de haber mentido intencionadamente y “arruinado” la atmósfera bilateral.

El ministro de Relaciones Exteriores chino, Yang Jiechi, y su homólogo japonés, Seiji Maehara, se habían reunido en la capital vietnamita al margen de una cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y de sus socios de la región. “Hemos acordado hacer esfuerzos para mejorar los vínculos entre Japón y China (…). La parte china también aceptó”, afirmó Maehara a primeras horas del día.

Pero los chinos negaron luego este acercamiento, acusando a los japoneses de haber incurrido en falsas declaraciones.

“Las autoridades diplomáticas japonesas se asociaron con otras naciones y aumentaron la presión” sobre el litigio territorial que enfrenta a los dos países desde el mes de septiembre, declaró Hu Zhengyue, viceministro de Relaciones Exteriores chino en la página web del ministerio.

“La parte japonesa (…) utilizó constantemente a los medios para hacer comentarios que violan la soberanía y la integridad territorial de China”, añadió. “La acción de Japón (…) deterioró -dijo- la atmósfera necesaria para un encuentro entre los dos dirigentes. Japón debe asumir la entera responsabilidad del resultado”.

Este encuentro bilateral era objeto de numerosas especulaciones desde hace días, tras un precedente cara a cara el 4 de octubre al margen de una cumbre Europa-Asia en Bruselas, que no logró rebajar lo suficiente la tensión entre la segunda y la tercera economía mundial.

La crisis resuena en toda la región y preocupa a los diez países de la ASEAN, que mantienen, a su vez, contenciosos con Pekín respecto a la soberanía del mar de China meridional.

La querella se remonta al apresamiento, al comienzo de septiembre, de un pesquero chino por guardacostas japoneses en aguas disputadas por los dos países en el mar de China Oriental, frente a unos islotes llamados Senkaku en japonés y Diaoyu en chino.

El capitán del barco fue liberado a raíz de protestas chinas y de manifestaciones nacionalistas en Pekín y Shanghai. En Japón, el gobierno de centro-izquierda fue acusado de haber condescendido sin apenas resistencia a las exigencias de su rival.

La cancelación de un encuentro el viernes entre los ministros chino, japonés y surcoreano de Economía en Hanói ya había agrandado el interrogante sobre la posibilidad de una reunión a nivel de primeros ministros.

Pero Tokio y Pekín parecen discrepar sobre todo, o casi todo. Noriyuki Shikata, portavoz gubernamental japonés, dio muestras de cautela por la noche, al afirmar que su país no veía “fundamentos” concretos a la reacción china y estaba “dispuesto a entablar un diálogo”.

Pero China echó leña al fuego al estigmatizar los comentarios de la secretaria de Estado norteamericana Hillary Clinton, quien declaró el jueves que el diferendo territorial entraba en el ámbito de la alianza estadounidense-japonesa sobre seguridad.

Un portavoz expresó “su vivo descontento” y aseguró que “el gobierno y el pueblo chinos (no aceptan) jamás ninguna palabra ni acción” que relacione este dossier con el tratado estadounidense-japonés de seguridad mutua.