Vivir cerca de lugares donde se extrae gas natural por fracturación hidráulica, actividad también conocida como ‘fracking’, puede incrementar hasta cuatro veces el riesgo de padecer asma, según un estudio revelado este lunes.

Los resultados, publicados en la revista científica estadounidense The American Medical Association (JAMA), se basan en el examen de registros de salud recogidos de 2005 a 2012, en el estado de Pensilvania.

Los investigadores hallaron más de 35.000 pacientes con asma de edades de entre cinco y 90 años.

La mayoría de los ataques de asma -cerca de 21.000 en total- fueron leves y pudieron ser tratados recetando corticoides.

Otros 4.782 ataques fueron graves y requirieron hospitalización y 1.870 fueron ataques moderados donde los pacientes fueron llevados a salas de emergencia.

Los estudiosos investigaron donde vivían los pacientes, y junto con la ubicación, el tamaño y el número de operaciones de gas natural que se realizaban y las compararon con pacientes asmáticos que no sufrieron ningún ataque en el mismo año.

Los resultados demostraron que los que vivían más cerca de un gran número o pozos de gas natural más grandes activos eran significativamente más propensos – 1,5 a cuatro veces – a sufrir ataques de asma.

Los resultados se mantuvieron incluso cuando los investigadores tomaron en cuenta otros factores que pueden exacerbar el asma, tales como vivir cerca de carreteras, tener antecedentes familiares con esa enfermedad, no fumar.

“El nuestro es el primero en examinar el asma pero ahora tenemos numerosos estudios que muestran resultados de salud adversos relacionados con la perforación de pozos de gas natural no convencionales”, dijo Sara Rasmussen, investigadora del departamento de Ciencias de la Salud Ambiental en the Bloomberg School.

“Mirando atrás, necesitamos enfocarnos en las razones exactas de por qué esas cosas están pasando porque sí sabemos por qué, podemos ayudar haciendo que la industria sea más segura”.

El crecimiento de las operaciones de fracking en Pensilvania – con más de 6.000 pozos desarrollados en la última década – planteó preocupaciones sobre los efectos en la calidad del aire y del agua.

El asma es una enfermedad crónica que puede empeorar por la polución del aire, el estrés y las alteraciones del sueño, todos estos factores han sido relacionados con el desarrollo del gas natural no convencional en estudios anteriores.

“Estamos preocupados con el aumento de estudios que demuestran efectos en la salud asociados con esta industria”, dijo Brian Schwartz, el autor principal del estudio y profesor del departamento de Ciencias de la Salud Ambiental en the Bloomberg School.

Schwartz dijo creer que es el momento de tomar una actitud más cautelosa para buscar el desarrollo, manteniendo el ojo en el medioambiente y en la salud pública.