El avión Solar Impulse 2 volaba sobre el Atlántico este martes bajo un cielo azul y un radiante sol con rumbo a España, luego de haber despegado la víspera en Nueva York en una de las etapas más difíciles de su histórica vuelta al mundo con el sol como único combustible.

“Me acabo de despertar de la siesta, todavía un poco cansado pero encantado de ver el amanecer sentado en mi pequeño #si2”, escribió este martes en Twitter el piloto suizo Bertrand Piccard, que solo puede tomarse unos pocos descansos durante esta travesía solitria de cuatro días.

El Solar Impulse 2 inició su vuelo el lunes en aeropuerto John F. Kennedy en Nueva York y se calcula que tardará entre 90 y 110 horas en llegar al destino de su 15ª etapa, el aeropuerto de Sevilla en España.

Después de amanecer, las baterías del avión volvieron a recargarse tras una noche de vuelo alimentada por energía generada en sus 17.000 células fotovoltaicas.

“No me van a creer, pero a mi derecha veo un iceberg en el océano Atlántico. ¡Miren!”, relató Piccard, en el blog de los dos pilotos del Solar Impulse 2, Piccard y su compatriota André Borschberg.

En su primera jornada sobre el Atlántico, Piccard vio ballenas saltando sobre el agua debajo de su avión y una maravillosa luna llena por la noche, entre otras cosas.

Hacia las 09:30 hora de Chile de este martes, el avión había completado más de un tercio del trayecto, 2.500 kilómetros en un día y cinco horas, informó Solar Impulse.

No más pesado que un automóvil y con una envergadura de 72 metros similar a un Jumbo 747, el avión surca los cielos a una velocidad que generalmente no excede los 50 km/h, pero que puede duplicarse con una exposición directa al sol.

Su poco peso (1,5 toneladas) hace al Solar Impulse 2 muy sensible a las turbulencias.

Solar Impulse 2 realiza su vuelta al mundo de 35.400 kilómetros en etapas, Piccard y Borschberg se turnan para volar a este monoplaza de cuatro hélices.

En su etapa más larga, el Solar Impulse 2 voló 118 horas desde de Nagoya, en Japón, hasta el archipiélago estadounidense de Hawái.

Le correspondió a André Borschberg pilotear en esa larga etapa de 6.437 kilómetros sobre el Pacífico occidental, en la que se batió el récord del vuelo ininterrumpido más largo de la historia.