“Cuando se volvió natural que todas las mañanas llorara camino a mi oficina, comprendí que era momento de hacer un cambio. Era 2010 y finalmente había tocado fondo”.

Así comienza el relato de Stephanie Synclair en el medio Harpers Bazaar sobre cómo dio un giro radical en su vida tras renunciar a su trabajo al darse cuenta que no era feliz.

“Vista desde afuera, mi vida parecía extraordinaria: era la mejor vendedora en mi trabajo corporativo de 100 mil dólares anuales (unos 66 millones de pesos chilenos) y vivía en un espectacular vecindario con mi hijo de cuatro años”, sostiene Synclair.

Pero este éxito laboral no se condecía con su felicidad interna. “Veía cómo se me iba la vida. Cuando volvía a casa del trabajo, prácticamente era la hora de dormir para mi hijo. Me estaba perdiendo momentos, de lo que después me arrepentiría. Y eso me estaba destruyendo”, agrega.

Fue así como tomó la decisión de hacer lo impensado, y renunció. “No tenía ningún plan B. No tenía ahorros ni tampoco el apoyo de mis amigos y familiares, quienes simplemente no podían entender por qué había hecho eso”, afirma.

Pero estaba convencida de que esto era lo mejor. Su nueva meta fue la de comenzar su propio negocio que le permitiera estar junto a su hijo cuando él la necesitara. Pero admite que no fue fácil, ya que debió deshacerse de posesiones como su departamento y el auto, lo que la obligó a volver a vivir junto a su madre.

“Comencé a explorar mis intereses y me di cuenta que aprovechando mis conocimientos en marketing y ventas, podría ayudar a otras mujeres con sus propios negocios para que incrementaran sus ganancias”, explicó.

De esta manera se instaló con una consultora, la que con el apoyo de una página en Facebook, poco a poco se fue estableciendo con mayor fuerza.

“No tenía mi auto propio o mi espacio personal, pero me negaba a deprimirme por las circunstancias”, expresó, añadiendo que lo que la mantenía motivada era la posibilidad de ver crecer a su hijo.

Mientras su negocio se expandía, optó por invertir parte de las ganancias en su consultora. “Como mamá soltera, tener a mi madre para que me ayudara con mi hijo fue una bendición. Ella ama estar con él todos los días”, expresó.

Después de un lento inicio, sus ingresos llegaron a los 8 mil dólares mensuales, equivalentes a unos 5 millones 300 mil pesos chilenos. “Se sintió tan irreal el ver el equivalente de mi sueldo corporativo, y todo gracias a mi propio trabajo”, asevera.

Pero además Stephanie se dio cuenta de otro detalle importante: mientras tuviera su notebook a mano, ahora podía trabajar desde cualquier parte, lo que la impulsó a viajar con su hijo.

“Mujeres de todo el mundo me preguntan sobre cómo lo hago para viajar con mi hijo, y al mismo tiempo trabajar. Pero no se dan cuenta que pueden comenzar sus emprendimientos bajo sus propios términos”, afirma.

“Observa lo que actualmente haces, y pregúntate si es que podrías hacer lo mismo sin tener que ir a la oficina cada día. ¿Podrías hacer esa reunión por teléfono? ¿Podrías hacer esa presentación a través de Skype o Google Hangout? ¿Es realmente necesario que estés presente físicamente para que hagas el trabajo? Probablemente te des cuenta que la respuesta es no”, sentencia.

De hecho, Stephanie trabaja con clientes de diferentes partes del mundo, desde Australia hasta Londres, sin tener que poner un pie en un aeropuerto. Eso sí, aclara que el camino para cumplir con su objetivo fue sumamente difícil, periodo en el se equivocó en más de una ocasión.

“Antes de empacar tus cosas y viajar, es importante que pruebes tu negocio por un par de meses para asegurarte de que es económicamente estable. Un ingreso consistente y confiable es crucial para lograr el éxito, especialmente en un país extranjero”, advierte.

La protagonista de esta historia asegura que para que las mujeres alcancen sus sueños, necesitan un deseo fuerte y contundente por lograrlo. “Debes anhelarlo más que cualquier otra cosa”, precisa.

“Yo sacrifiqué seguridad, independencia y dinero por dos años para transformarme en la coach que quería ser, y crear el futuro que quieres para ti requiere de aquel sacrificio”, especifica.

“La idea de crear un negocio independiente desde la nada puede sonar aterrador. Y cuando a eso le agregas viajes alrededor de todo el mundo, puede parecer como algo imposible. Pero les puedo garantizar que es posible”, sostiene.

“Desde 2010 he viajado a todos lados, desde Italia, Londres, Tailandia, Bali, Singapur, y Malta, entre otros lugares. Con pasión, trabajo duro y tenacidad, puedes hacer andar tu negocio”, reflexiona.