A pesar de los tiempos modernos actuales, del destape, del desarrollo tecnológico y la apertura en los medios de comunicación, todavía existen muchas personas que no saben si el problema sexual que viven se trata de una disfunción o no.

Estas disfunciones se definen como dificultades de origen psicógeno y/u orgánico, durante cualquier etapa de la respuesta sexual humana (deseo, excitación, orgasmo y/o resolución) que impiden el desarrollo de una vida erótica plena, causando que el individuo o la pareja no logre disfrutar de la actividad íntima.

Son varios los estudios que indican que entre el 40% y 45% de las mujeres y entre el 20% y 30% de los hombres tienen al menos una disfunción sexual.

Luis Hernandez (cc) | D2k6.es
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En esa línea, de acuerdo con la directora del Centro Miintimidad, Odette Freundlich, las 5 disfunciones sexuales femeninas más frecuentes son:

1. Ausencia o reducido interés o deseo sexual.

2. Dificultades en la excitación sexual

3. Dificultades para llegar al orgasmo o para tener satisfacción sexual.

4. Dolor y/o molestias durante la penetración (dispareunia).

5. Imposibilidad de lograr penetración vaginal (vaginismo).

En tanto, las tres disfunciones sexuales más frecuentes entre la población masculina son:

1. Falta de control eyaculatorio (eyaculación precoz/eyaculación retardada)

2. Dificultad para lograr y/o mantener la erección (disfunción eréctil)

3. Falta o disminución del interés o deseo sexual y ansiedad sexual.

Según estudios realizados por Centro Miintimidad, las mujeres demoran hasta 5 años en consultar, pues no saben que el problema sexual que las aquejaba cuenta con un nombre.

Pixabay
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La especialista en sexualidad cuenta que es un gran error esperar tanto tiempo en pedir ayuda, pues en general todas las disfunciones de este tipo tienen tratamiento y mientras antes se consulte, menor será el período de sufrimiento individual y/o en pareja.

En una primera instancia se realiza una minuciosa evaluación de la historia sexual, aspectos médicos, sociales, familiares, relacionales, educativos y religiosos, creencias, prácticas íntimas, además de un examen físico y un análisis psicológico
con los profesionales correspondientes, de manera de tener un diagnóstico certero y así planificar una pauta de tratamiento.

Existen muchas corrientes para abordar estas terapias, relata Freundlich, aunque desde el centro aseguran que se centran en tratamientos breves con miradas multidisciplinaria.