El abuso sexual infantil es algo que muchos quieren evitar como tema de conversación. Y es que resulta terrible enterarse que a un menor de edad se le violenta de esa forma.

Advertencia: se recomienda discreción debido a que la nota contiene algunas descripciones explícitas.

En 2016, el Servicio Nacional de Menores (Sename) evidenció que de 24 mil denuncias de abuso sexual, 18 mil tienen a niños por víctima, es decir cerca del 75%.

Hace cinco años les contábamos que la mayoría de los abusadores se concentra en el círculo cercano del menor, por lo que resulta esencial poner atención a signos que un menor abusado puede presentar:

– Cambios bruscos de actitud
– Llanto fácil por pequeñas cosas, ansiedad
– Autoagresión
– Conocimiento de temas sexuales o actitudes impropias para la edad
– Miedo al contacto físico
– Agresividad, descontrol, culpa o vergüenza
– Se orina en la cama o durante el día
– Bajo rendimiento escolar

En relación a este mismo tema, dos doctoras chilenas, especialistas en abuso sexual infantil, relataron a revista Paula cómo fue convivir con estos casos durante años, intentando tomar todas las evidencias para presentarlas ante la justicia.

Se trata de María Isabel Galaz y Carmen Gloria Rostión, quienes en 2010 trabajaban en el Hospital Roberto del Río, en la región Metropolitana.

Paula
Paula

A ese recinto asistencial fue que llegó un niño con fiebre elevada y conductas hipersexualizadas: “se masturbaba e introducía el dedo en el ano”.

“Los padres llegaron peleando. El papá decía que el abusador era el tío. La mamá decía que era el papá. Pero a él yo lo notaba muy complicado porque decía que no podía rescatar a su hijo de la familia de la madre, del tío, del abuelo, a quienes acusaba de estar metidos en una red de pedofilia”, recordó Galaz.

Años antes, ambas doctoras habían recibido a dos niñas de 7 años por casos similares en el Hospital Félix Búlnes: “una había sido abusada que venía recién saliendo de la cárcel y la otra por su padre”. Recordaron, además, que “dos obstetras ayudaron a reconstruir la zona genital”.

“En una de ellas el abuso había sido reiterado: cuando a su papá le pagaban iba donde la abuela que la cuidaba y, a cambio de la plata, ella se la entregaba. Usaba a la niña como moneda de cambio”, continuó.

Con estos casos, la presión subió a tal punto que Galaz se preguntó “¿cómo no voy a poder hacer algo?”. “Hasta ese momento no existía ningún procedimiento clínico que permitiera documentar la presencia de abuso sexual en niños hombres. Nada que permitiera aportar, desde lo clínico, una prueba de contundencia judicial”, dijo.

En ese momento fue Galaz quien le comentó a Rostión que cabía la posibilidad de intentar “hacer algo” con un procedimiento experimental que había sido probado meses antes por Carmen Gloria para visibilizar la violación anal a una guagua de 7 meses.

“Le dije: ‘Gloria, hagámosle una colonoscopía, una ecografía, ¡cualquier cosa! ¿Cómo no vamos a poder hacer algo para ayudar a demostrar que alguien abusa a este niño?”, recordó. La decisión no tardó en llegar: una endosonografía.

Paula
Paula

Se trata de un procedimiento que mezcla ecografía con endoscopía a través de un endosonógrafo. Éste registra imágenes del interior del cuerpo buscando, originalmente, cáncer rectal, aunque ahora, con la nueva utilidad, un eventual abuso sexual.

Y es que si el médico presencia una situación que podría explicarse por violación a un menor y no lo denuncia, es cómplice. Así de categórica es la ley. Por eso son varios los trabajadores de la salud que tienden a evitar los síntomas de un abuso, “para no meterse en problemas”.

“Cuando te atreves a denunciarlo, como médico sabes que se abre la puerta judicial, un mundo nuevo que, para nosotros como médicos, es desconocido”, explicó Galaz.

“También dices: ‘¿Y ahora qué hago?’. ‘¿Cómo le cuento esto al adulto responsable que viene con este niño que las cosas que relata no son normales?’. ‘¿Cómo documento eso desde el punto de vista médico?’. ‘¿Qué hago para mejorar la calidad de vida de ese niño de ahora en adelante?’. Además, sabes que al abrir esta historia va a producirse un descalabro familiar en el entorno del niño. Es una carga enorme”, continuó.

De todas formas, en el hospital en que trabajan, aseguraron que se realizan capacitaciones respecto del tema desde 2010, lo que ha permitido aumentar el caso de abusos detectados. Incluso, la doctora Galaz asegura recibir entre 50 y 100 casos al año.

De allí el niño que llegó al hospital en 2010, que llevó a que estas doctoras probaran el endosonógrafo. El resultado fue categórico, “después de ese día dijimos: ‘sigamos"”.

ARCHIVO
ARCHIVO

De Chile al mundo

Tras 40 casos detectados mediante este sistema, la doctora Rostión decidió enviar los antecedentes del “decubrimiento” al Congreso Mundial de Cirugía Pediátrica de 2013 en Berlín. Allí expuso y su informe quedó seleccionado como uno de los 18 mejores del evento.

Y es que ni en Chile ni en el mundo se había propuesto utilizar la endosonografía para detectar y documentar los indicios de un abuso sexual.

Su trabajo, además, fue publicado en la revista Journal of Pediatric Surgery ya que con él, dicen, “hemos logrado documentar una lesión orgánica en un niño y por otro lado, aportar con un granito de arena en el proceso judicial”.

Una de las últimas endosonografías que hicieron fue a una niña de un año que llegó al hospital producto de una elevada fiebre que no cesaba. Los exámenes arrojaron que estaba infectada con el Virus de Imnunodeficiencia Humana (VIH). Su madre no, por lo que era imposible un contagio durante el parto.

ARCHIVO
ARCHIVO

Su padre sí era portador. Él habría abusado de ella. “Las imágenes son terroríficas”, dicen ambas doctoras. “La niña tiene huellas de muchas cicatrices”.

Mientras la médico busca algún discípulo para perpetuar su técnica, sentenció que “si tú eres capaz de sospechar que a un niño lo están abusando, ¿cómo no vas a hacer algo? ¿Te vas a hacer la lesa? Yo y la doctora Galaz ya estamos curtidas en esto. A mí más me afectaría no hacer nada”