Una misteriosa muerte tuvo lugar el jueves pasado en la localidad de Authon-du-Perche en Francia. Los amigos Lucien Perot y Olivier Boudin -de 69 y 38 años, respectivamente- fueron hallados muertos en el jardín de la vivienda del primero.

La mesa, cuidadosamente decorada, aún estaba puesta. El mantel, los cubiertos y la comida permanecían en el lugar cuando una vecina encontró los cuerpos. No había señales de violencia. El cadáver de Lucien aún estaba sentado en la mesa y el de Olivier estaba tumbado en el suelo.

Cuando vio la escena por primera vez, la mujer -que pasaba por la mañana fuera de la casa- pensó que estaban dormidos ebrios. Había escuchado música la noche anterior así que no le pareció raro.

Sin embargo, cuando volvió a caminar por allí a eso del mediodía, la mujer se sorprendió que estuviesen en la misma posición y entró a despertarlos, temiendo que sufrieran una insolación. Ahí fue cuando se dio cuenta de lo que ocurría.

Le parisien
Le parisien

“Era muy curioso, sus caras estaban apacibles, daban realmente la impresión de que dormían”, dijo el alcalde de la zona, Patrice Leriget en declaraciones recogidas por el diario español El País.

La muerte se tornó un misterio desde entonces. ¿Suicidio pactado? ¿envenenamiento? ¿intoxicación alimentaria? Los investigadores comenzaron a barajar las hipótesis, pero descartaron un altercado o escena de violencia debido a la disposición de la escena. Sólo sabían que murieron en algún momento de la noche y todo indicaba que se trató de un fallecimiento simultáneo.

Sorpresivo resultado de la autopsia

Finalmente este viernes se dilucidó el misterio. De acuerdo al diario La Vanguardia, el fiscal Rémi Coutin reveló los resultados de la autopsia y para sorpresa de muchos no fue suicidio, ni envenamiento, ni asesinato, ni intoxicación alimentaria.

El reporte reveló que Lucien se atragantó con un pedazo de carne mientras cenaba, pues su dentadura dañada no le permitió masticarlo bien. Además, tenía un alto nivel de alcohol en la sangre (2,45 gramos por litro) lo que probablemente le impidió tomar una acción o hacer un esfuerzo por deglutir mejor el bocado.

Pero, ¿qué le pasó a Olivier? Bueno, pese a que él sólo tenía 38 años, sufría de una anomalía llamada cardiomegalia (aumento anormal del volumen del corazón), lo que le provocó una crisis cardíaca al no soportar el impacto de ver morir a su amigo frente a sus ojos. Esto, sumado a que también bebió bastante, detonó el desenlace fatal.

Pese a que ya se dilucidó gran parte del trágico hecho, la investigación seguirá adelante, pues el fiscal de la zona ordenó más exámenes toxicológicos para descartar que se trate de un crimen perfecto.