Leer es la gran pasión de muchos, y pese a que con el paso del tiempo la lectura online ha ganado terreno, muchos nos resistimos a dejar los libros en papel. Es que son fascinantes, mágicos, y sus hojas encierran tanto, no sólo por lo que nos cuentan, sino que también por su extraño y a la vez seductor aroma.

Particularmente los libros de tiendas de segunda mano, y los que ya llevan años en nuestro poder, son dueños de una nostalgia muy singular, a veces con aroma a dulce, otras veces maderoso, y en ocasiones son dueños de una fragancia bastante difícil de descifrar.

La atracción por el aroma de los libros es tan transversal que incluso el “aroma a libros” fue llevado al siguiente nivel y plasmado en colonias, velas, aerosoles, aceites difusores y lociones, en la linea “Paperback”, de la mano de la creativa y famosa marca Estadounidense DEMETER, quienes tienen la autoría de más de 300 fragancias diferentes, inspiradas en objetos y experiencias cotidianas.

DEMETER
DEMETER

Hoy en BioBioChile te contamos a que se debe que los libros huelan tan bien.

Contrario a lo que podrías creer, no es sólo idea tuya. Científicamente se ha comprobado que los libros sí guardan una fragancia especial. Así por ejemplo, los ejemplares antiguos tienen un aroma más bien dulce, originado por la descomposición de compuestos químicos en el papel. Mientras que aquellos que son nuevos, y que aún no han sufrido degradación, le deben su fragancia a la mezcla de productos también de origen orgánico, empleados durante el proceso de fabricación.

Algunos lectores acérrimos aseguran que no hay nada como abrir un libro virgen, es decir, que es abierto por primera vez. Mientras que otros centran su fascinación en los libros ya trasnochados.

Pero esta suerte de encantamiento no pasó desapercibida para Andy Brunning, profesor de química de la Universidad de Cambridge, quién se propuso descubrir la lógica de éste fenómeno. Así, realizó un estudio sobre la “alquimia” de libros nuevos y antiguos, revelando al mundo sus fascinantes hallazgos. Además Brunning se caracteriza por acercar la química a las audiencias en un lenguaje simple de comprender, por medio de famosas infografías.

Gilmore GIrls
Gilmore GIrls

Ningún libro huele igual a otro, esto se debe básicamente a que cada fabricante de libros tiene sus propias preferencias a la hora de seleccionar los elementos con los que serán manufacturados. Entonces, la gran variedad de papeles, tinta, y materiales de encuadernación, aportan también un universo de compuestos químicos que harán de las suyas, otorgando distintos perfumes a estos bien ponderados ejemplares.

No existen muchos estudios con respecto a los libros nuevos, pero si investigaciones concluyentes con respecto a los que ya suman varios años, esto porque la química y su ciencia pueden determinar la condición y la data de los libros antiguos, explica Brunning para Country Living.

John Green
John Green

Una cuestión de química

Nos es posible percibir ese olor que tanto nos atrae, debido a la degradación química que se origina con el paso del tiempo.

Explicado de manera sencilla, las hojas de los libros se componen preferentemente de celulosa, tolueno, y una porción de lignina, polímero orgánico complejo y aromático, que proporciona rigidez, y también es responsable de que las páginas expuestas al transcurso de los años, se vuelvan amarillas.

Cuando la lignina en conjunto con la celulosa se descomponen, reaccionan, generando una serie de compuestos orgánicos volátiles. Entre ellos, el benzaldehído, responsable de emitir un aroma almendrado. La vainillina, causante del aroma a vainilla, y el dos-etilhexanol, que otorga esa suerte de fragancia floral.

El etilbenceno y el tolueno, contribuyen también a dar lugar a esos olores dulces. Puntualiza el medio británico Daily Mail. Otro efecto que surge a partir de estos aromas, y que causa nuestra fascinación es que llaman a la remembranza.

Orgullo y Prejuicio
Orgullo y Prejuicio

Bien sabemos que los aromas pueden transportarnos al pasado, y el olor de los libros tiene esta facilidad.

El bulbo olfatorio o lóbulo olfativo, es parte del sistema límbico del cerebro, que se asocia con recuerdos y sentimientos. Cuando olemos por primera vez un aroma, nuestro cerebro vincula ese olor con un evento, una persona, una cosa o un momento. Cuando olemos el mismo olor otra vez, tu cerebro evoca la memoria vinculada. No siempre será una memoria explícita, a veces podría ser solo una emoción o un sentimiento. Consigna Barnes and Noble.

Por otra parte, y en estrecha relación a lo anterior, ese mismo aroma que evoca nuestra memoria implícita y explicita, nos recuerda las cosas buenas, y despierta sensaciones en nosotros. Así por mencionar un ejemplo, el aroma de un libro puede transportarnos a nuestra niñez, estimulando impresiones de placidez, calma y seguridad. Haciéndonos sentir de forma inexplicable, emocionalmente bien.

www-fastcoexist-com
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