En Malaui (sureste de África), la sexualidad femenina se concibe de una manera que puede parecer chocante desde la perspectiva occidental. Allí, en algunas regiones del sur, las mujeres pierden su virginidad mediante un ritual que incluye a un hombre que durante tres días mantiene relaciones sexuales con ellas.

El proceso lo llaman “limpieza” y encuentra a su protagonista en un trabajador sexual local que recibe a las niñas que han experimentado su primera menstruación. La explicación se basa en la creencia de que esta acción las libera a ellas y sus familias de enfermedades o tragedias.

Sin embargo, la paradoja es grande, porque esta tradición aumenta el riesgo del contagio de patologías de transmisión sexual entre las habitantes.

La cadena BBC tomó el testimonio de uno de los trabajadores sexuales encargados de este proceso: Eric Aniva (40 años), VIH positivo, marido de dos esposas, padre de cinco hijos y el responsable de desvirgar al menos a 104 mujeres. Para él este es un trabajo por el cual recibe entre 3,5 y 6,5 euros en cada caso (entre 2.500 y 4.600 pesos chilenos).

La mayoría con las que he dormido son niñas que van a la escuela. Algunas tienen entre 12 y 13 años, pero las prefiero más mayores. Todas estas niñas encuentran placer en tenerme como su hiena. En realidad, sienten orgullo al decir a la gente que han estado con un hombre de verdad que sabe cómo complacer a una mujer“, comentó Aniva.

Entre otras labores, él también es el encargado de mantener relaciones sexuales con las viudas que han perdido a su marido, ya que de no ser así, no pueden realizar sus funerales.

El sitio también habló con una de las niñas que ha participado de este rito. “No hay nada que pudiese hacer. Tenía que hacerlo por el bien de mis padres. Si me hubiese negado, miembros de mi familia podrían contraer enfermedades o incluso podrían morir. Así que estaba asustada“, dijo la joven que se identificó como María.

Según datos de la ONU recogidos por la revista de fenómenos culturales PlayGroundMag, 1 de cada 10 habitantes de Malaui es portador del virus, situación que transforma el ritual en una práctica médicamente riesgosa. Aniva, en este caso, reconoce que es portador del VIH positivo y que la “limpieza” se ejecuta sin preservativos.

No vamos a condenar a estas personas. Pero vamos a darles la información necesaria para cambiar sus rituales“, comentó a la BBC el secretario del Ministerio de Género y Bienestar, el doctor  May Shaba. Mientras, la práctica, continúa arraigada en sectores de la sociedad de Malaui.