El mejor regalo para un viajero es subsistir al consumismo y/o a los gastos diarios de cada día. Por eso, cuando Mauro y Yuli comenzaron a investigar cómo viajar con un presupuesto acotado, leyeron cientos de blogs, notas, libros sobre cómo vender y cómo comprar, qué hacer a la hora de viajar, etc.

Cuando llevaban un mes de estar viajando, se encontraban en Toulouse, Francia, Mauro leyó sobre Wwofing, una página web sub-clasificada por zonas o países, donde ofrecen una cama y comida a cambio de un par de horas de trabajo, generalmente en granjas, huertas o tareas y mantenimiento de casas o haciendas, consignó el sitio de viajes Intriper.

Intriper.
Intriper.

Para la pareja esto parecía ideal, así que después de escuchar recomendaciones sobre la República de Irlanda, Mauro decidió apostar por ese país y postularon.
“Me llamó la atención que la pagina une a los dos países, la República de Irlanda e Irlanda del Norte, países opuestos y enfrentados. Y lo que me pareció positivo es que te permite elegir en 4 zonas, Irlanda del Norte, Noroeste de Irlanda, centro y Sur de Irlanda“, afirmó.

La pareja se suscribió después de configurar un perfil para que la familia que los iba a “contratar” supiera de cada uno, pagaron un monto de 35 dólares, y alrededor de 20 solicitudes. Pensaron que era difícil que los seleccionaran, ya que no tenían ninguna experiencia en el trabajo para el que habían postulado, mientras tanto siguieron disfrutando su estancia en Francia.

Dos semanas después, aún en Francia, ingresaron a un restaurante con Wifi gratis, entonces Mauro se dio cuenta de que había recibido un correo en Inglés de una familia que vivía al sur de Irlanda y los invitaban a pasar un mes con ellos al sur de Irlanda, pero esperaron a estar más tranquilos para contestarlo.

“Leímos detalladamente el email, donde nos contaban que nos necesitaban para trabajos en su huerta orgánica y como era una casa en las afueras, nos dio las indicaciones en Kms. de las distancias hasta el pueblo más cercano y la ciudad más cercana. Nos encantó, y enseguida le respondimos que aceptamos la propuesta”, relató el viajero.

Ansiosos de una respuesta, debieron esperar hasta el otro día para recibir las condiciones y beneficios con los que serían recibidos. El correo decía así:

“Hola Yuli – Mauro, los espero el 8 de mayo en Limerick, se les va a brindar un departamento fuera de la casa familiar, herramientas para que cocinen sus desayunos, el almuerzo y cena será compartido con la familia”.

Miedo y desconfianza

El correo les pareció bastante raro, acotado y no especificaba la hora, las tareas que debían realizar, no tenían fotos de la persona que les escribía o su familia, era todo un misterio. Por eso, inmediatamente comenzaron a dudar y sintieron miedo de arriesgarse, porque en Argentina, de donde ellos son, aprendes a desconfiar y dudas cuando algo es tan bueno y fácil.

A pesar de todo estaban contentos y algo nerviosos por el voluntariado, pero eso no era todo, en dos semanas y media tenían que estar en la República de Irlanda, pero como su viaje se basa en ir más despacio conociendo, después de un paso fugaz por Londres y Liverpool, luego viajaron a Dublín y despues a Limerick.

Se sentaron en una plaza a esperar a la persona que iría por ellos hasta que llegó un hombre de unos 40 años y los llevó a su casa. Pese a que ninguno de los dos hablaba inglés pudieron darse a entender con la familia, compuesta por cuatro personas: el matrimonio, más sus dos hijos pequeños.

Comienzo del voluntariado

La familia les mostró el departamento donde vivirían, ubicado a 10 metros de la casa principal, con baño, cocina, comida, cama, sillón e Internet, lo que les pareció increíble porque vivían en medio de un bosque. Luego pudieron relajarse, comer y descansar para comenzar a trabajar temprano al otro día.

De esa manera comenzó un mes de trabajo que nunca olvidarán. El trabajo voluntario era de lunes a viernes, de 9:00 a 11:00 hrs., luego descansaban. para retomar de 11:30 a 13:00 hrs. y después para almorzar hasta las 14:30. La jornada finalizaba las 17:00 horas. “Era ideal, nos quedaba toda la tarde libre para nosotros y los sábados y domingos para recorrer y conocer lo que quisiéramos”, recuerdan.

Mauro en la huerta.
Mauro en la huerta.

Si bien reconocen que hubo días en que las labores fueron forzadas y más para las personas que no estaban acostumbradas a trabajos que requerían fuerza, ninguno fue imposible de lograr. Todos los días aprendieron algo nuevo y se dieron cuenta de lo laborioso y constante que hay que ser para poder tener una huerta orgánica.

Intriper
Intriper

“Aprendimos a cómo se hace un buen ‘compost’, cómo hacer plantines de diferentes verduras, cómo cosechar papas, rúcula, lechuga, cómo tratar naturalmente la pestes, cómo podar las plantas de tomates, en fin… se gana mucho conocimiento”, reconocieron.

El fin de una experiencia maravillosa

Sin duda esta experiencia marcó un momento importante en la vida de Mauro y Yuli. “Vivir en carne propia que se puede viajar y vivir así, que los límites están en nuestras cabezas, que lo miedos siempre están, sólo hay que saberlos llevar. Vivir con una familia de otro país, compartir sus culturas, a cambio de aprender un bien común, no tiene precio. No sólo pasa por el hecho de no tener gastos en un viaje, sino que nos vamos en deuda por todo lo que aprendimos”, concluyó Mauro.

El último día de “trabajo”, la familia les hizo un asado y les obsequiaron un paquete de Yerba Mate que es producida en la República de Irlanda. La pareja afirma que el dinero nunca debe ser una traba y que todo se consigue, usando los medios como el trabajo voluntario. Por ejemplo, ellos también venden postales de sus viajes por Argentina y Chile y, así, siguen buscando nuevos objetivos para continuar sembrando viajes.