Quizá la guerra más larga y violenta librada por la humanidad es… la que sostienen los amantes de perros y gatos respecto de los virtudes y defectos de sus respectivas compañías. Que unos son más fieles, que los otros son más limpios, que unos son más torpes o que los otros no sirven para nada. Las municiones van y vienen en el campo de batalla: los comentarios de internet.

Pero un tema que ha causado especial debate entre ambos bandos es cuánto extrañan perros o gatos a sus respectivos humanos cuando estos se van de casa durante un largo período. Y a juzgar por las decenas de videos virales que muestran a canes enloqueciendo -literalmente- tras reencontrarse, parece que se trata de un gran punto para los perros; rematado por un video parodia donde un gato luce lo que parece ser la típica indiferencia felina ante nuestra ausencia, el cual ya tiene casi 10 millones de vistas desde que fue subido en 2013.

Ja-Ja. Muy gracioso, ¿eh? Pero no canten victoria aún, caninos. Para desmitificar esta supuesta apatía de los felinos llegó Pusic, un gato que -según explica su propio humano- fue hallado casi agónico en el crudo invierno de Bielorrusia (hablamos de temperaturas de hasta 7 grados bajo cero), pero tras recibir cuidados y cariño, se ha convertido en una estrella de YouTube con su propio canal y página de Facebook.

Y es precisamente en uno de sus videos más vistos, con más de 1 millón de visitas, donde se documenta emotivamente cómo Pusic extraña a su compañero luego de que este saliera de viaje durante 20 días.

Pero… ¿por qué tenemos la idea de que los gatos son tan cretinos?

Injusto como nos parezca, la verdad es que el perro tiene una larga ventaja en su convivencia con los seres humanos. Esto porque mientras se estima que los canes comenzaron a domesticarse hace unos 16 mil años, el gato recién tiene entre 4 mil a 5 mil años de vivir junto a nosotros. Menos incluso que los 6 mil del caballo, o los 9 mil del cerdo.

De la misma forma, mientras todas las especies mencionadas -y sobre todo el perro- están acostumbradas a vivir en grupos, por lo que se acostumbraron rápidamente a nuestra compañía, los gatos, como muchos felinos, eran seres solitarios por naturaleza. De hecho su antepasado, el felis silvestris lybica que endiosaron los egipcios, se acercaron a los asentamientos humanos sólo atraídos por las ratas que hacían estragos en los graneros.

Sumen a esto la necesidad del gato de mantener un territorio donde expresarse a sus anchas -de preferencia sin injerencia de otros congéneres- y tendrán al animal ermitaño por excelencia, contrario a los perros que gustan de permanecer en los mismos lugares, aunque en grupos bien jerarquizados.

Sin embargo, todo esto no significa que un gato no pueda ser cariñoso.

Muestra de ello es que los gatos siguen maullando tras su infancia sólo a los seres humanos. Así es. Mientras que para los perros el ladrido y aullido es una forma normal de comunicación entre ellos -e incluso con nosotros- durante toda su vida, sólo los gatos que han crecido socializados mantienen el maullido como una forma de expresarse hacia los seres humanos.

¿La razón? Un fenómeno llamado neotenización, es decir, mantener conductas infantiles que en un estado salvaje dejarían atrás. En otras palabras, un gato criado con humanos será, hasta cierto punto, siempre un gatito pequeño… pero sólo con sus humanos.

“Se dirigen a nosotros y no a otros gatos porque quieren que les hagamos caso y conseguir cosas. Pretenden captar nuestra atención y, una vez captada, obtener comida, juego, caricias, o que les abramos la puerta, y son tan listos que aprenden rápidamente maullidos especiales para cada cosa”, explica Viviana Estadella, Médico Veterinario de Royal Canin.

Y no se trata de que los gatos sean cretinos (bueno, al menos no siempre), sino de que muchas veces no sabemos entenderlos. Por ejemplo, mucha gente confunde el movimiento rápido de cola de los perros -que en ellos es signo de felicidad- con el de los gatos, que significa todo lo contrario: estoy muy enojado, no te acerques.

¿Y se han fijado en que en una reunión de amigos, los gatos parecen acercarse más a la gente que precisamente no gusta de ellos? No, no es por joder. En lenguaje felino, la mirada directa de un extraño significa una posible amenaza, que es justo lo que hacen quienes adoran a los gatos: quedárseles mirando.

Por el contrario, como quienes no disfrutan de su compañía tratarán de ignorarlos, el pobre gato se dirigirá a él pues pensará que es el humano más “amistoso” de la camada. Grave error de ambos.

Así que ahí lo tienes, Ricardo. Por eso era que mi gato siempre se subía a tus piernas aunque a ti te diera pánico. Quién lo diría…