Sebastián Piñera ha asegurado tener la solución para las listas de espera en los hospitales: entregar bonos para que las personas puedan atenderse en la salud privada. Por la gravedad del problema que el candidato intenta abordar, es preciso revisar con la máxima seriedad su propuesta. Es que no se puede jugar con el derecho a la salud de las personas. Sin embargo, un examen detenido de la medida, demuestra que eso es precisamente lo que Piñera está haciendo.

La brecha de atenciones de especialidades en la salud pública es alta y se concentra principalmente en aquellas que están fuera de la cobertura GES (ex AUGE). Las consecuencias son largas listas y tiempos de espera, además de un incremento del gasto de bolsillo de los pacientes que buscan atención, generando discriminación entre quienes tienen capacidad de pago y quienes no. En suma, al priorizar las patologías GES y sub-financiar la red pública, el Estado termina obligando a los pacientes a buscar atención fuera del sistema o a carecer de ella, vulnerando el derecho a la salud de las personas.

Pero, ¿por qué la salud pública tiene este déficit en primer lugar? La respuesta está en la fuga de recursos públicos hacia el sector privado-lucrativo a través de la ley GES, la Modalidad de Libre Elección de Fonasa y la compra de servicios a privados. No es sólo insuficiencia de recursos, es que el Estado destina los recursos existentes -dinero de las y los contribuyentes- al negocio de la salud, impidiendo una inversión eficiente de recursos en la red pública para, entre otras cosas, revertir el déficit de especialistas. Acudir a la manoseada medida de prometer bonos para desviar la atención de este dilema, es un recurso populista cuya pobreza retórica tecnocrática es incapaz de ocultar.

En suma, la propuesta de Piñera no sólo propone algo que ya existe y no resuelve la enfermedad, sino que insiste en la causa que la genera. Hay algo muy cínico en desfinanciar la salud pública, lamentar sus problemas y destinar recursos públicos al mucho más costoso sistema privado. Pero es derechamente perverso y políticamente inaceptable cuando además te beneficias de la medida. Y esa es la segunda característica de la propuesta de Piñera: supone un flagrante conflicto de interés.

Sucede que Emilio Santelices, líder programático del equipo de Salud del ex presidente, es asesor de la gerencia comercial de Clínica Las Condes y contralor de la Compañía de Seguros de la misma empresa. Está a la cabeza de una de las instituciones que se beneficiaría del bono que él mismo y Piñera proponen. Clínicas como la señalada ya lucran con la fuga de recursos públicos hacia el sistema privado de salud, de hecho ninguna otra clínica recibe más desde el Estado por compra de camas que la Las Condes. El piñerismo conoce bien la parte que cobra en este mesón. Baste recordar al ex ministro de salud Jaime Mañalich, quien fuera director de la misma clínica, o Carlos Alberto Délano, comprobado financista de campañas políticas de la derecha (y evasor de impuestos al mismo tiempo) y dueño del Holding Banmédica, en cuyo directorio también figura el ex ministro y actual presidente de la CPC Alfredo Moreno.

Hay cosas mucho más eficaces y menos costosas que se pueden hacer para acortar las listas de espera y, al mismo tiempo, orientar la acción estatal para atacar la raíz del problema. Se pueden acordar recursos extra-presupuestos con Hacienda y el Congreso Nacional destinados a pagar honorarios médicos para realizar consultas de especialidad e intervenciones quirúrgicas en la red pública de salud, utilizando la infraestructura que se mantiene ociosa durante las tardes y los fines de semana. El Estado sabe con exactitud cuáles son los servicios de salud con problemas de listas de espera y a qué especialidades corresponden.

En el mediano plazo, es necesario fortalecer la red pública de salud para contar con mayor disponibilidad de horas médicas de especialistas y una mejor utilización de la capacidad instalada en el sistema, además de la inversión de nueva infraestructura. El rol de planificación de los servicios públicos de salud también debe fortalecerse, promoviendo una mayor integración y capacidad resolutiva en conjunto con la atención primaria en su totalidad y no sólo con “consultorios de excelencia”, como propone Piñera.

Finalmente, un sustancial salto en la satisfacción de las necesidades sanitarias de la población se puede conseguir mejorando las condiciones de trabajo del personal médico y no médico, mediante un acuerdo de colaboración con el Colegio Médico y los gremios de la salud. Trabajadores y usuarios de la salud tienen hoy diagnósticos y propuestas mucho más integrales que las concebidas por la tecnocracia del bipartidismo. Y que el liviano populismo de Piñera, por cierto, cuyo foco no es mejorar la salud pública sino continuar subsidiando con recursos de todos los chilenos el negocio de sus íntimos magnates de la salud.

Francisco Figueroa, Coordinador Nacional de Izquierda Autónoma
Natalia Henríquez, Frente de Salud de Izquierda Autónoma

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