El Ministerio de Salud reveló los resultados regionales de la Tercera Encuesta de Calidad de Vida y Salud (Encavi) 2015-2016, donde queda reflejado que un 68,1% de los santiaguinos considera que su calidad de vida es “buena” o “muy buena”.

Debido a lo anterior, Santiago se posicionaría por sobre el promedio nacional en esta materia con un 67,4%.

Sin embargo, en la escala de uno a diez, los capitalinos califican con nota de 7,4 su satisfacción con la vida, mientras que un 81,4% de los consultados se declara feliz, lo que deja a la urbe por debajo del promedio general y rezagado a los últimos puestos. A nivel nacional el promedio es de 83,5% y la región Metropolitana se ubica en el puesto 12 de 15 regiones.

En ese contexto, para el psicólogo social y académico de la Universidad de Santiago de Chile, Sergio González, esto se debe a que los capitalinos prefieren sacrificar su ocio y estresarse más con el fin de acceder a una mayor cantidad de bienes de consumo y oportunidades laborales, lo anterior para optar a mejores servicios de salud, educación, entre otros.

“El concepto de calidad de vida integra muchos elementos, porque tiene que ver con los modelos de desarrollo humano”, explicó a través de un comunicado.

Además, agregó que la región Metropolitana tendría altos estándares de calidad de vida, debido a que “cuenta con una mejor infraestructura y servicios que el resto del país. Sin embargo, el esfuerzo para alcanzar esa calidad de vida, en términos de tiempo personal y esfuerzo, es mucho mayor y deja al individuo con una sensación de cansancio y sobrecarga de trabajo”.

El especialista compara la situación con países como Finlandia, Suecia o Dinamarca, que pese a presentar muy buenos estándares de calidad de vida, tienen poblaciones que no manifiestan una mayor felicidad. Incluso, señala que otras urbes de América Latina como Sao Paulo o Buenos Aires generan mayores externalidades negativas que Santiago, “lo que implica que la modernidad y la urbanización tiene costos”, dijo.

“En comparación a lo que ocurre en otras regiones, en Santiago hay más oportunidades, pero, por ejemplo, los tiempos de traslado son mayores. Si se suman esos desplazamientos demasiado grandes y con niveles de congestión muy fuertes en las horas punta, lógicamente que se genera la sensación de cansancio y de pérdida de sentido. Perder cerca de dos horas diariamente en trasladarse lógicamente que genera insatisfacción“, aseguró el académico.

El también antropólogo reconoce que, pese a todo, la capital sigue siendo un destino atractivo para radicarse, sobre todo para los más jóvenes que ven mayores oportunidades y más espacios de esparcimiento. Sin embargo, advierte que el medio urbano también es un “caldo de cultivo” para ciertas adicciones producto del estrés, un mayor acceso a estupefacientes y una probabilidad de experimentar sensaciones de anonimato por residir en una urbe con gran densidad poblacional.