Hace dos semanas se dio a conocer en los medios el caso de un padre que fue detenido por cultivar marihuana en su hogar, quien explicó que la planta era utilizada como medicina alternativa para controlar la enfermedad de su hija. Su caso no es único en Chile.

En esta línea, el miércoles pasado también hubo reacciones por parte de Fundación Daya -organización dedicada a la promoción de terapias alternativas- luego que el Instituto de Salud Pública (ISP), impidiera la entrega gratuita de un medicamento fabricado con cannabis sativa a 1.500 pacientes con dolor crónico.

Actualmente la realidad sobre el uso médico de la planta ha cambiado. Así lo demuestran cifras de la misma fundación, quien tras ser consultada por BBCL comunicó que, sólo en Santiago, entre enero y agosto de 2016 se registró un total de 1.653 pacientes atendidos. Este año, en el mismo periodo, la cifra aumentó a 6.100 pacientes que la utilizaron para controlar diversas patologías. Se trata de un alza de más de un 260%.

Para la directora ejecutiva de Fundación Daya, Ana María Gazmuri, estos números representan un alza que incluso llegaría a 200 pacientes atendidos por semana.

“La demanda crece día a día, estamos sobrepasados y en este minuto necesitamos más médicos atendiendo por lo mismo. Tenemos horas disponibles con médicos generales en octubre y para neurólogos tenemos ahora en marzo”, dijo.

Entre las patologías que más se tratan se encuentran la epilepsia, cáncer, enfermedades neurológicas, artritis y dolores crónicos.

“Para pacientes oncológicos es una importante ayuda para sentirse mejor durante el proceso, para llevar mejor la quimioterapia, evita las náuseas, ayuda a dormir y mejora el ánimo”, explicó la directora ejecutiva.

Sobre los pacientes que utilizan la planta como tratamiento alternativo, en Chile existe un rango que va desde los 15 a 60 años, sobre esto, muchos “se inician sin haber probado la cannabis antes. También ocurre que hay pacientes recién diagnosticados que buscan incorporar este tratamiento como uno de primera línea o acompañar el tratamiento tradicional con cannabis“, dijo Gazmuri.

No obstante, la directora acotó que el uso de esta medicina no remplazaría la medicina tradicional, se trataría de un complemento cuyo objetivo es “el bien estar del paciente”. Además, agregó que antes de proceder con el uso de cannabis se deben analizar los antecedentes médicos de la persona con el objetivo de evitar posibles contraindicaciones.

Respecto a la presentación de la medicina, ésta puede variar dependiendo de la patología que padezca la persona, la que puede ir desde un aceite hasta pomadas.

El caso de Andrea

El hijo de Andrea tiene tres años, padece síndrome de West (epilepsia o espasmos infantiles) y desde 2014 que consume aceite de cannabis para tratar su enfermedad, que hasta la fecha, según detalla la madre, le ha significado una gran ayuda para desarrollarse y continuar su proceso de crecimiento.

“El síndrome lo tenía en la UCI y lo desahuciaron. Me dijeron que quedaría vegetal y que no viviría más de nueve meses (…) en la casa tenía 200 crisis diarias“, explica la madre.

Tras averiguar por Internet, Andrea logró llegar a la planta como una solución. “Aprendí a cultivar y desde el primer día que mi hijo consumió el aceite lo tuve dos meses enteros sin crisis. Antes era puro llanto, no comía, el cambió fue gigantesco. Se volvió a reír”, dice.

No obstante, agregó que luego de dos meses las crisis volvieron pero en menor intensidad, pasando de 200 crisis a tres diarias.

“Él no dormía y después de probar el aceite mejoró su sueño, era una de las cosas que más nos preocupaba porque estaba todo el tiempo irritable por no dormir debido a las crisis (…) los tratamientos normales no sirvieron, el aceite es lo único que puede cambiar las crisis”, puntualiza.

Según la madre, si su hijo deja de consumir la medicina se descompensa y podría volver a tener paros y episodios violentos de epilepsia.