“Nosotros tenemos un encargado en la Compin que nos ha señalado que todo está funcionando. No hay ningún problema que atender en la Compin”, con estas palabras se refirió el seremi de Salud, Erick Jiménez, a la situación de uno de los servicios más cuestionados de la administración pública.

De acuerdo a la visión de los usuarios, estas declaraciones no tendrían mucha relación con la realidad.

Bastaba esperar afuera de la Compin de Concepción, en avenida Los Carrera, para tener respuesta a la interrogante inicial.

Y es que más allá del optimismo de las autoridades frente a la Compin, hay elementos que no pueden obviarse.

Este miércoles se conocieron datos de este servicio en la región Metropolitana, donde se reconocen 274.000 licencias impagas, de las cuales el 87% está estancado por demoras en el cálculo del subsidio; un 4,7% espera respuesta de la Contraloría Médica y un 4,1% sigue en etapa previa de la determinación de pago.

Siempre en la realidad capitalina, hay un 1,6% rezagado por falta de documentación y un 2% con retraso asociado a problemas de digitación en el trámite interno.

En la zona aún no hay datos, ya que las autoridades esperan tenerlos este jueves, porque hoy están enfocados con otros requerimientos ministeriales.

Mientras, el seremi de Salud Erick Jiménez, asegura que los reportes que le han dado desde la Comisión de Medicina Preventiva e Invalidez de la capital penquista es que las cosas funcionan bien.

El intendente del Bío Bío, Jorge Ulloa, salió a desdecir las palabras del Seremi, reconociendo un problema “real” en la Compin y asegurando que “hablará” con el secretario regional.

Radio Bío Bío concurrió hasta el exterior de la Compin, y entrevistó -al azar- a 5 personas que fueron saliendo desde estas dependencias; no hubo conversación previa, ni personas rechazadas para hablar. De quienes quisieron entregar su testimonio, ya que hubo quienes se negaron pensando ser perjudicados, éstas fueron las respuestas.

En la encuesta realizada, el 80% se manifestó molesto, no con los funcionarios necesariamente, sino con un sistema que sienten burocrático y lleno de escollos, que significó a muchos de ellos acceder a la buena voluntad de sus familiares para atender sus compromisos comerciales y deudas cuando por meses no tienen el pago de sus licencias, lo que exige tiempo y documentación a personas que muchas veces siguen enfermas.

Asimismo, se advierte en la mayoría rabia y cansancio, que cada cierto tiempo expone a los usuarios y a los trabajadores a manifestaciones como intentos de agresión, prenderse fuego o encadenarse con el objetivo de llamar la atención, acciones irresponsables que vuelven el ambiente -por momentos- muy complejo.

Con un sistema que es incapaz de discriminar entre “justos y pecadores”, sumado a los que intentan aprovecharse de este descanso para defraudar al Fisco y entre los miles que necesitan ese dinero para alimentarse, comprar remedios y pagar sus cuentas.

Un sistema que no está funcionando de forma óptima como creen las autoridades, las mismas encargadas de mejorar las cosas, pero que generan poca confianza.